Providencia: ¿un paraíso perdido?

Providencia: ¿un paraíso perdido?

Muchos se preguntan qué se siente vivir en una isla. Aunque creamos que Providencia es paradisíaca, allá también llegan los problemas del país. Una crónica

Por: Luz Marina Livingston Bernard
octubre 29, 2021
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Providencia: ¿un paraíso perdido?

Tengo la memoria y los recuerdos de haber nacido y crecido en un pequeño y bondadoso lugar llamado Providencia. Un lugar lleno de colores, sabores y amor por lo propio; un lugar donde el respeto, la honestidad y el valor de la palabra estuvieron siempre a la par. Caminé con los pies descalzos, trepé muchos árboles y jugué con mis amigos con libertad. Dormí con puertas y ventanas abiertas, hablé con los ancianos y compartí muchos platos de comida debajo del árbol de tamarindo. La paz se sentía en cada pétalo de rosas, sonrisa y en cada andar de pies descalzos. Un lugar que muchos aclamaron como el último paraíso del planeta.

Cincuenta años después me pregunto ¿en dónde se ocultan aquellos elogios de grandeza, paz, tranquilidad y honestidad profesados por los abuelos y abuelas de los isleños del ayer? En esos mundos vivieron personajes que vieron sus vidas pasar bajo esta piedra volcánica, que ha dado origen a este mar de los siete colores, las islas como una unidad tierra-mar-gente, que ha sido la razón de ser, la única esperanza de sobrevivencia.

Providencia y Santa Catalina, un territorio con cultura, costumbres, idioma y comida propia, una cultura que venía tropezándose con los embates del mundo materializado (desigualdad, corrupción, egoísmo, destrucción del medio ambiente, avaricia, ignorancia y narcotráfico), y que hoy ha tocado fondo después de la aparición de la pandemia y los huracanes Eta- Iota. ¿Qué reflexión nos queda después de vernos tan débiles, reducidos y aplastados como raza humana? ¿Qué posición asumimos con el proyecto de la reconstrucción, el medioambiente, el aumento de la población flotante, la inseguridad, el consumo, el ruido y los trancones, el desplazamiento, la apropiación cultural y todos aquellos temas sociales que eso acarea? ¿Cómo pinta el futuro de las islas y de la gente?

La política que sigue amarrada al poder del narcotráfico, la falta de visión y compromisos de los gobernantes y una economía que entrará en una gran crisis, pues los ingresos con el turismo no serán definitivos y aquellos que lograron beneficiarse de este modelo tendrán que ahorrar y no enloquecer pensando que es un modelo económico definitivo y prevalecerá en el futuro. El alto costo de vida en que se encuentra sometida la isla deja mucho que pensar a corto y mediano plazo, pues no hay control de precios que regule la canasta familiar y el Estado no facilita las opciones para reducción de impuestos, deudas bancarias, fletes, tiquetes aéreos, tiquetes marítimos, etcétera.

¿Qué le quedará a este pueblo étnico de las islas que lucha por sobrevivir a pesar de tantas adversidades? En mi experiencia cada crisis termina en enseñarle a los locales que las opciones más viables para seguir vivos son la agricultura y la pesca. Cultivar la tierra es una de las opciones que devolverá dignidad y soberanía alimentaria. Ensuciar las manos y cultivar la tierra significa sembrar amor.

Siento cómo nuestra isla nos habla: hoy, desde mi silencio, siento el sonido de aquellos tambores del pasado retumba mi oído, el peso de aquellas cadenas de la esclavitud arrastran mi cuerpo mientras mi piel se quema por la fuerza de aquellas fustas que me fueron impuestas.

Soy Providencia, la vieja Providencia que abre sus brazos cuando los rayos del sol acarician su alma, que llora por el abandono que padece por la falta de amor, que arrulla a los pájaros con el sonido del océano y abraza los árboles que anclan sus profundas raíces protegiéndose del cambio climático y el terror de este nuevo mundo sin dirección.

¿Usted de cuál Providencia es parte?

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