¿Y por qué razón ella, Tituba, no habría de hacerlo?, ¿por qué no acusar a sus enconadas enemigas que le habían hecho la vida imposible? La juzgaban, la humillaban y maltrataban porque su odio era superior a su humanidad. Nada les importaba saber que Tituba, en su natal isla de Barbados, había sido fruto de la violación del amo a Abena, su madre esclava; por eso su misma madre Abena nunca la quiso. Y qué les importaba saber que cuando habían pasado mas de diez años su madre y ella se encontraron con el violador y su madre le pidió a Tituba que le pasara un machete. Ella rápidamente se lo alcanzó y la madre lo hirió; por haberlo herido la condenaron a la pena de la horca. Y ella, siendo niña, tuvo que ver cómo una muchedumbre enceguecida por el odio a la esclava gritaba toda clase de improperios y estalló de alegría cuando su madre quedó colgada de la soga y con la lengua afuera.
La gente de Salem no sabía que luego del ahorcamiento de la madre, Tituba había sido recogida por una negra nago llamada ManYaya, una anciana loca por haber visto morir a varios de sus seres queridos por el delito de rebelión tratando de quitar de su alma las adenas de la esclavitud. Se llevó a la niña y en medio de su locura le enseñó los secretos de las plantas, a hablar con el agua y el viento y pedir perdón a los animales antes de sacrificarlos. También, a usar su sangre como ofrecimiento para lograr resultados de las fuerzas ocultas de la naturaleza. La gente de Salem no sabía que cuando ManYaya murió, Tituba se apartó a vivir sola y encerrada en el monte y se dedicó a las artes ocultas, pero no a las del mal, sino a las del bien. Vivía de curar usando sus conocimientos, pero se enamoró y se fue a vivir con Jhon Indien, el amor de su vida, un esclavo negro que se tuvo que casar con ella por la iglesia porque así lo ordenaba su ama Susana Endicott, quien la odió por ser negra hasta la hora de su muerte y en su lecho de muerte los vendió a Samuel Parris, un pastor de la iglesia puritana que desde un principio la odió; aunque con sus conocimientos varias veces le salvara la vida a sus hijas y a su mujer Elizabeth, quien la llegó a querer, pero esta era una religión y una sociedad para la que la mujer no tenía opinión, no podía hablar, no podía expresar sentimientos y se llegó al extremo de buscar desde los altos mandos de esa iglesia un concilio para definir si la mujer tenía o no tenía alma.
Tituba llegó al pequeño pueblo de Salem en Estados Unidos porque su amo, el pastor Samuel, se mudó con su familia y sus esclavos a administrar una iglesia puritana. Y fue allí, en Salem, donde empieza la historia de las brujas que tanto ha dado que hablar a la humanidad. Eran muchas las pistas que Tituba había dejado para que finalmente la juzgaran más por odio y fanatismo que por justicia. Curaba con hierbas y oraciones en su idioma natal, hacía ritos con animales que sacrificaba, conocía y hasta en ocasiones enseñaba el secreto de las plantas y de las fuerzas de la naturaleza; hablaba con los muertos y pedía sus consejos para tomar las mejores decisiones, pero esto en la sociedad puritana del siglo XVII en Estados Unidos era visto como cosas del demonio. Por eso todas aquellas chismosas del pueblo de Salem que la odiaban la acusaron de bruja, de hereje, de idólatra, y aunque inicialmente ella en prisión negó esa forma de interpretar sus conocimientos, su amiga Hester, que conoció en la cárcel, la convenció de que lo mejor era aceptar y con esta aceptación consumar su venganza en contra de sus enemigas.
Creó todo un entramado de mentiras, confesó lo que ellos querían oír, les contó que en las noches volaba en escobas, que sus ritos eran de adoración al diablo, que no curaba sino que enfermaba y que sus artes diabólicas se las había enseñado a quienes en público y de día la consideraban su enemiga y que eran muchas y que ellas habían replicado su conocimiento y que el pueblo de Salem era un pueblo de brujas y que esas brujas ya estaban contaminando a otros pueblos. Fue por esto que de inmediato se crearon tribunales para juzgar a esas mujeres que eran inocentes, que no sabían nada de brujería, pero que Tituba odiaba por lo malas que habían sido con ella y ellas a su vez, siguiendo la misma idea de Tituba, acusaron a otras también inocentes, pero que también odiaban.
En total se encarcelaron a más de 200 personas, 50 permanecieron presas y olvidadas por muchos años, 19 mujeres fueron quemadas en la hoguera y un hombre fue asesinado con grandes vejámenes y torturas. Solo Tituba vivió, ningún juez se atrevió a juzgarla, era miedo, era respeto o era el reconocimiento de una justicia fallida en una sociedad atrasada, nunca se supo. Muchos años después cuando el episodio ya era un olvido algún carcelero hizo cuentas y vio que mantenerla en la cárcel le salía caro al erario y que la única forma de acabar con ese gasto era venderla de esclava, pero ya tan vieja nadie daría ese valor. La ofreció en promoción y alguien la compró, o más bien, le compró su libertad y desde ese episodio nunca se conoció su rastro, se perdió en los caminos de la historia. Lo que nunca se perdió fue su lucha por la libertad y el recuerdo de que una sociedad idiotizada, enferma, feminicida, misógina, quemó a 19 mujeres inocentes, encarceló por años a mas de 50 sin darles el derecho a una legítima o justa defensa porque ellas dizque no opinaban, no pensaban y dizque hasta dudaban que tenían alma… ¿Qué tal esta sociedad?