Que la urgente recuperación del río Bogotá dependa de la destrucción de un humedal por falta de visión y planeación es un exabrupto inadmisible. Que los responsables de ésta acción sean las entidades que ejercen la autoridad ambiental en el país no tiene ninguna presentación.
El humedal Cortijo en el noroccidente de Bogotá está en jaque. Es un ecosistema rico, abundante en fauna, sin contaminación ni intervención humana a diferencia de los demás humedales de la ciudad. Como lo muestran las imágenes, cientos de patos canadienses (Annas discors) llegan al humedal por ésta época de migración huyendo del invierno boreal, creando una postal que los bogotanos difícilmente creerían ocurre en su ciudad.
Sin embargo el humedal está en vilo por la ampliación de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Salitre, obra que hace parte de la Recuperación Hidráulica del Rió Bogotá, liderada por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca CAR y financiada por el Banco Mundial y recursos que los bogotanos pagamos con el impuesto predial.
Todo apunta a que la CAR aspira a construir la planta sobre el humedal y compensar los daños en otro lugar. Esto pese a que existen estudios de la subdirección de ecosistemas de la Secretaría de Ambiente de Bogotá que reconocen la importancia del ecosistema y la necesidad de su protección.
En derecho de petición a la CAR sobre el tema, esto respondió: ' En cuanto a los impactos y afectaciones que se puedan presentar con ocasión del desarrollo de las actividades y obras necesarias para la ejecución del proyecto de ampliación de la PTAR Salitre, esta Entidad no podría en este momento a entrar a definir los impactos y las medidas de manejo ambiental, por cuanto [..] el proyecto se ejecutará mediante la modalidad del contrato “Llave en Mano” y solo hasta que el contratista presente los diseños de detalle de la obra, se podrá a entrar a establecer las afectaciones y las medidas de mitigación, prevención y compensación a
ejecutar como resultado de las labores adelantadas'
Es una decisión icomprensible. En lugar de integrar el humedal y evitar líos jurídicos, oposición de los vecinos, retrasos de las obras y detrimento de recursos, la CAR optó primero por diseñar y contratar las obras y luego evaluar los impactos y compensaciones ¿es eso admisible como una planeación seria?
Una irregularidad más. Se desconocen los impactos que la obra pueda generar sobre un bosque que aísla la fase uno de la planta de los barrios Ciudadela Colsubsidio, Cortijo y Quintas de Santa Bárbara. Allí existe un denso bosque conformada en un primer anillo por especies aromáticas de porte bajo como saucos y jazmines, y en un segundo anillo por especies de porte alto como eucaliptos, pinos y hurapanes. Éste se creó como compensación para mitigar los malos olores producto del tratamiento de las fétidas aguas del río Juan Amarillo.
En presentaciones preliminares del proyecto de adecuación hidráulica se ve como el lote para la ampliación de la planta coincide con el área ocupada por el humedal y el bosque protector [1]
Es decir, la planta duplica su capacidad y su área pero no establece una compensación de los impactos ambientales y sociales en el lugar. Además podría acabar con uno de los pocos relictos de humedal en buenas condiciones que quedan en la ciudad.
Organizaciones ambientales, vecinos y ciudadanos alistamos acciones para la defensa del ecosistema y la protección del derecho a un ambiente sano. Vía acción popular es posible reclamar este derecho y cuestionar la licencia ambiental otorgada por el Ministerio de Ambiente en 1996, que a todos luces, carece de vigencia y desconoce la legislación vigente relacionada con humedales.
El Banco Mundial como financiador del proyecto de Adecuación Hidráulica del río Bogotá debe reflexionar y tomar acciones para evitar patrocinar la destrucción de un ecosistema vital, que será destruido si prima una planeación deficiente e improvisada en la ampliación de la PTAR Salitre.
Invito a colectivos ambientales, ciudadanos, líderes sociales, colectivos de abogados y vecinos a exigir la integración del Humedal Cortijo a las áreas protegidas del Distrito. A manifestar su rechazo ante la posible destrucción de uno de los pocos ecosistemas en la ciudad que permanece virgen de la intervención humana y es el hogar de cientos de animales. A rechazar la extorsión según la cual recuperar el río implica destruir un ecosistema. Insto a los vecinos a proteger su entorno y su patrimonio; y a las autoridades ambientales, a actuar como tal y a cumplir con sus procesos misionales.
[1] CAR. Adecuación Hidráulica y Recuperación Ambiental del Río Bogotá. Pág 16. Bogoá D.C. 2012.