Hace 10 años el fin de semana de clásicos en Colombia era el más importante para un fanático del fútbol. Sentarse a ver América vs Cali, Millonarios vs Santa Fe o Nacional vs Medellín era un verdadero placer. No solo porque en ese entonces el fútbol colombiano era competitivo, sino porque se podía ver en señal abierta, sin necesidad de pagar una suscripción.
Aún se recuerdan esos partidos que paralizaban a los hinchas, ese 6-3 en el Pascual Guerrero entre los Azucareros y los Diablos Rojos, considerado como el mejor clásico de la sucursal del cielo. El 4-3 de Santa Fe a Millonarios en el Apertura 2013 o el 4-3 entre Medellín y Nacional en el Apertura 2017. Ver esos partidos daba gusto, incluso sin ser hincha de esos equipos.
Este fin de semana fue un vacío futbolístico. Primero porque la mayoría de partidos no llenaron las expectativas en cuanto a emociones, y segundo porque ahora hay que pagar por ver los clásicos, o al menos los mejores clásicos.
Desde que Win acaparó el fútbol nacional el chip del hincha cambió, ya no es divertido sentarse a ver los partidos, es preferible oirlos por radio o hasta estar pendiente de las aplicaciones de resultados para saber cómo van los encuentros.
Win acabó con la felicidad de ver clásicos en Colombia porque volvió la pasión de la gente, un negocio. Un negocio que solo favorece a algunos.
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