Ahora que Colombia se encuentra en una encrucijada entre democracia y dictadura, por las elecciones que se realizarán el próximo año, es menester conocer en su esencia la historia de las fuerzas del totalitarismo comunistas en diferentes naciones; siendo indudablemente el pueblo colombiano otra víctima de la conspiración internacional del marxista-leninista, que con diferentes remoquetes el el ámbito nacional acompañan a Gustavo Petro en sus pretensiones de llegar al Solio de Bolívar; en atención a lo cual debe ser categórica la denuncia del genocidio comunista realizado durante 104 años.
De acuerdo con nuestro calendario gregoriano, el próximo 7 de noviembre se cumplen 104 años del asalto al Palacio de Invierno por parte de la banda bolchevique en Petrogrado dirigida por alias Lenin. Así comenzó el genocidio más enorme del que se tenga noticia, que, según el Libro Negro del Comunismo (1997), hubo 100 millones de asesinatos. Sin embargo, otros analistas mencionan cifras actualizadas cercanas a 150 millones de víctimas, lo que convierte al marxismo-leninismo en la peor organización criminal de todos los tiempos, cuyas élites nunca han pedido perdón y por el contrario, se ufanan de lo que hicieron.
No está de más recordar que en la llamada revolución rusa fueron asesinados en el gobierno de Lenin alrededor de 7 millones de personas. Posteriormente, bajo el régimen de Stalin en las purgas se cuentan 30 millones de muertos, a lo que hay que agregar la catástrofe de China, que en la colectivización y revolución cultural bajo la férula de Mao Zedong se asesinaron a 82 millones de seres humanos.
El marxista Pol Pot en Camboya mató a 3 millones. De igual manera, Kim il Sung, abuelo del actual mandatario norcoreano, fue responsable de la muerte de otros 3 millones; también hay que mencionar a Ho Chi Minh: asesinó a 2 millones en Vietnam, y a Fidel Castro, dictador responsable de miles de asesinatos en Cuba, quien además patrocinó máquinas de la muerte en 13 países latinoamericanos con 26 grupos guerrilleros en la década de los sesenta que recibieron órdenes del gobierno soviético.
Colombia tiene su dosis del genocidio comunista de parte de las guerrillas, las cuales, siguiendo los dogmas marxistas, crearon un conflicto armado que cobró miles de vidas, siguiendo las instrucciones del mandatario soviético Nikita Kruschev, quien en enero de 1961 dijo que su país respaldaría a los movimientos de liberación en cualquier parte de la tierra, y para eso tenía en Latinoamérica al lacayo de Fidel Castro en plena Guerra Fría. O sea que no hay que hilar muy fino para saber que la responsabilidad de todas las víctimas que han habido en Colombia, por el conflicto político-militar de las últimas seis décadas, recae en el marxismo leninismo, con las Farc y el ELN, a ellas se agregan el M-19, que entró en la legalidad en 1990; el EPL y otras de menor importancia.
Los bolcheviques, como cualquier mafia que se respete, después de asaltar el poder comenzaron a urdir sus vendettas entre los principales miembros de la cúpula, pero primero buscaron legitimar su gobierno y para ello convocaron a una asamblea constituyente el 26 de noviembre de 1917. Los resultados les fueron adversos, quedando de la siguiente manera: social-revolucionarios, con 20,9 millones de votos (58 %), bolcheviques, 9,0 millones de votos (25 %), liberales, 4,6 millones de votos (13 %) y mencheviques, 1,7 millones de votos (4 %).
Una vez reunida la asamblea el 31 de enero de 1918, fue disuelta al día siguiente por el gobierno bolchevique, lo que en buen romance significa que las elecciones les sirven a los comunistas, pero si las ganan o pueden hacer fraude, como ocurre en la hermana república de Venezuela, o comprar votos a gran escala, como puede ocurrir en Colombia en las elecciones de 2022 con los inmensos recursos del narcotráfico. En marzo de 1918 los bolcheviques trasladaron la sede del gobierno a Moscú y como estrategia definitiva firmaron con Alemania el tratado de Brest-Litovsk, cuya jugarreta les permitió consolidar el golpe en contra del pueblo ruso.
La vendetta entre bolcheviques comienza a materializarse en 1923 por la enfermedad de Lenin, quien por los ataques de apoplejía no estaba en condiciones de participar en los asuntos de gobierno y del partido, formándose un triunvirato en el seno del Politburó. Este triunvirato lo integraban Stalin, Zinóviev y Kaménen, quienes se habían confabulado para impedir que Trotsky se hiciera dueño del poder, el cual no asistió a los funerales de Lenin en 1924 debido a que se encontraba en el Cáucaso y Stalin le había comunicado una fecha falsa.
En el enfrentamiento con Trotsky, Stalin logra que esté presente su dimisión como comisario de guerra, después de un tumultuoso debate en el Congreso del partido, y en 1926 se excluye a Trotsky del Politburó siendo expulsado del partido en 1927 y desterrado a Alma-Ata (Kazajistán), en enero de 1929 es proscrito de la Unión Soviética. Trotsky se va a Turquía. Luego, en 1933, llega a Francia y es expulsado en 1935. Debe radicarse dos años en Noruega para luego ir a México, en donde continúa escribiendo y organizando su IV internacional obrera bajo la hospitalidad del pintor Diego Rivera.
Un sicario catalán seguidor de Stalin y miembro NKVD, llamado Ramón Mercader, mata el 20 de agosto de 1940 a Trotsky con una hacha. El asesino fue condenado a 20 años de prisión en México, que cumplió en 1960. Sin embargo, fue declarado héroe de la Unión Soviética y protegido por el sátrapa de Fidel Castro, muriendo en La Habana en 1978, lo que demuestra absolutamente el talante criminal comunista.
Dentro de la vendetta marxista de los bolcheviques, Stalin se deshizo de sus dos compinches Zinóviev y Kámevev y los ejecutó en 1936, lo que demuestra que el marxismo leninismo es una escuela del crimen en donde lo importante es el poder sin interesar el sufrimiento de los pueblos. Entonces, a 104 años del golpe bolchevique en Rusia, se ha demostrado que el comunismo totalitario es enemigo de la humanidad, cuyo juicio histórico hay que hacerlo sin ambages para que sea repudiado, como ocurre con el nazismo, el fascismo y el apartheid.
Y en Colombia hay que permanecer con los ojos abiertos frente a las conjuras del comunismo totalitario con sus diferentes máscaras, principalmente de cara a las elecciones de 2022.