Finalizaban los años ochenta cuando en Barranquilla la fiebre por los perros calientes llegó para quedarse. Los hot dog se vendían en carritos que se estacionaban en zonas estratégicas de la ciudad.
Al ver que el paladar exigente de los barranquilleros gustó de los perros calientes, vendedores se las ingeniaron e inventaron el chuzo. Estos son elaborados con bollo limpio, butifarras, chorizos, lechuga, papitas fritas, carne de res o de pollo y la infaltable salsa tártara, que es elaborada con salsa de ajo.
En el interior del país los chuzos reciben el nombre de pinchos. Los costeños llamaron a este plato chuzo porque los ingredientes anteriormente mencionados van chuzados con un palillo que sirve como para sostenerlos y facilita agarrarlos.
Este plato se ha convertido en tradición en Colombia y gracias a la creatividad de los costeños ha traspasado fronteras, convirtiéndose en uno de los platos más apetecidos por los extranjeros y colombianos.
En el barrio Rebolo, al sur de Barranquilla, vive el señor Dagoberto Ballestilla, quien hace aproximadamente 25 años se dedica a la venta ambulante de los chuzos. Todas las mañanas sale de su casa a recorrer las calles de Curramba ofreciendo sus calientes y exquisitos chuzos.
Ballestilla nos manifestó que decidió vender chuzos porque vio en ellos la posibilidad de ganar ingresos, y así poder llevar la comida a su mesa.
Los precios de los pinchos o chuzos oscilan entre 2.000 y 2.500 pesos.
"Hay días que las ventas están sujetas. Pero cuando hay eventos en la ciudad me va bien", sostuvo el señor Dagoberto.
En estos días que la selección Colombia ha jugado sus últimos dos partidos en Barranquilla, los vendedores ambulantes, en especial los que se dedican a la venta de chuzos, incrementan las ventas.