Por estos días, los exalumnos de todos los colegios calendario A, como me tocó a mí, buscan celebrar los años de graduados. En esas andamos con mis compañeras. Claro que unas celebran el primer año, otras los cinco y así sucesivamente. Pero nosotras celebramos 40… ¡¡¡40!!!
Dicen que “comenzamos a saber que nos estamos haciendo viejos cuando empezamos a vivir más con los recuerdos”. Fotos, chascos, historias, música, sitios, personas, ciudades, pueblos, países, amores, desamores, fiestas, errores, aciertos, colegios, universidades, amigos y hasta enemigos. Todo lo vivido comienza a regresar; yo recibo esos recuerdos con cariño y viendo todo siempre positivo, porque hasta nos reimos de aquello que en su momento nos entristeció y de lo que, sin duda, aprendimos.
Pero volvamos a la celebración, al encuentro, porque no hay nada más simpático que los pasos a seguir; parecen muy sencillos, pero poner de acuerdo a cuarenta o cincuenta y punta, como eran los cursos en esa época, no es nada sencillo. Todo comienza en el siguiente orden:
- Oigan, hay que celebrar los 40 años de graduadas.
- Ay sí, y qué vamos a hacer.
- El paso siguiente es la lluvia de ideas, que comienza con paseos y termina regularmente en lo que resulte mejor para la mayoría, cuando se animan.
De aquí en adelante, voy a hablar de estas reuniones en general en el caso de nosotras las mujeres, porque estudié en dos colegios de monjas el bachillerato y son dos casos bien distintos. Cada quien habla de su gusto, según su ánimo y desde su bolsillo porque es una realidad, todo el mundo no está en el mismo momento. Lo cierto es que unos cursos siguen siendo muy unidos, pero otros apenas logran reunir a unas cuantas; después de muchos llamados y convocatorias… pero nada que hacer. Hay quienes siguen siendo auténticas, hay quienes cambian para bien o para algún lado, están las dulces, las amables, las atentas, las generosas, las pinchadas, las vanidosas, las frescas, las totalmente apáticas, las siempre bonitas y -eso sí- casi todas gorditas. A veces nos sentamos con mi hermana a comentarnos sobre nuestras compañeras y nuestros encuentros, y nunca faltan las que critican quién está más así, o asá; cuál se ve de tal forma o se las da de tal otra… terminamos toteadas de la risa, porque las que más critican son las que peor están, ¿y saben por qué? Por eso, porque critican.
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Las preguntas de rigor “qué incluye la cuota, cuál es el menú si es un solo día, el recordatorio”… y para rematar: “qué hacemos, ¿compramos tiquete con equipaje en bodega o de mano?
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Se escuchan comentarios como: “mejor hagamos el encuentro en diciembre para hacer dieta y llegar más delgadas”, y no falta la que dice con franqueza: “ay, deje la bobada porque usted de aquí a diciembre no se baja todo lo que se tiene que bajar, vaya así y listo”. Otras hacen las preguntas de rigor de “qué incluye la cuota, cuál es el menú si es un solo día, qué se va a dar de recordatorio”… y para rematar: “qué hacemos, ¿compramos tiquete con equipaje en bodega o de mano? “Ay, eso no se pongan a pensar más que en vestido de baño y listo, porque así nos la vamos a pasar”, agrega la más fresca. Qué risa, porque son cosas que se dicen con cariño.
Yo no he llegado aún a los 60 siquiera, pero no estoy lejos y sí disfruto mucho mejor mi vida hoy. Qué importa cómo estemos de llenitas, qué importa si no lucimos como entonces, qué interesa cuántas arruguitas se han asomado, cuántas pecas comienzan a salir en las manos, si lo que vale es gozarse el momento, el encuentro; porque lo importante es verse, abrazarse, llorar de alegría, recordar, reir, vivir.
Un abrazo al cielo a mis compañeras que partieron muy temprano. De las Pachas: Olga Guerrero, Martha Cardozo y María Antonieta Riberos. De La Merced: Esperanza Maldonado, Claudia Rocio Alarcón, Nohora Maritza Ramirez y recientemente Luz Aminta Gamboa.
Como dijo con mucho humor mi muy auténtica compañera de Las Pachas, Cristina Silva: “Es que no estamos celebrando 40 años de graduadas ala, sino 40 años de seguir vivas”. Un abrazo enooooorme a todas mis queridas compañeras de Santander, esa tierra que acogió a esta bogotana de los 7 a los 18 años. ¡Dííígame!