El capitalista-imperialista: un modelo que se desarma solo

El capitalista-imperialista: un modelo que se desarma solo

En este sistema que se consume todo la confrontación entre sí de los grandes depredadores con seguridad abrirá las puertas de otro amanecer con nuevas reglas

Por: GUILLERMO MOLINA MIRANDA
octubre 24, 2021
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
El capitalista-imperialista: un modelo que se desarma solo
Foto: Pixabay

Mientras el común de las gentes, escasamente logran sobrevivir el día a día en los cinco continentes, por las condiciones de desigualdad, opresión y alienación comunes al sistema capitalista, Estados Unidos, la superpotencia en agonía, comienza a diseñar su nueva guerra, como gendarme autonombrado.

Su dinámica bélica imperialista, propia de su condición devastadora, que desde hace un poco más de un siglo pusiera su industria y mano de obra al servicio de la guerra en la disputa por
controlar, ya no solo, los mercados energéticos, recursos estratégicos, las rutas y los centros de producción, abastecimiento y comercialización, sino de su propio modelo y “Manifest Destiny”, iniciado desde el siglo XIX en la guerra contra España para apoderarse de Puerto Rico e intervenir en Cuba, y así, una larga lista de consecuencias en destrucción sistemática de países o pueblos, que luego serán reconstruidos con la preeminencia e “incuestionable ayuda” de su agresor.

Historia plagada de intervencionismos, adquisiciones a la fuerza, asesinatos, genocidios, invasiones; desmembraciones sufridas también por nuestra nación, como el caso de Panamá; guerras para saciar su insaciable apetito de raptor, de cuyo último episodio nos encontramos, tras los sucesos de Kabul que han llevado a los Talibanes de nuevo al poder.

Los hechos históricos son incontrastables frente a la caracterización imperial norteamericana, que todavía muchos tendenciosamente tratan de justificar, y a la disputa hegemónica de las superpotencias.

Lo olvidado y acaecido es necesario tenerlo en cuenta siempre que se analice el panorama nacional e internacional, dada las actuales condiciones de puja mundial. Si bien, no podemos rememorar todas las tropelías cometidas en este breve espacio, si por lo menos lo más apreciable para poder entender el momento en que vivimos.

Desde los lamentables sucesos acaecidos en la Unión Soviética después de 1956, que lentamente aniquilaron el poder de los Soviets, transformando el primer Estado Socialista en país de capitalismo de Estado y luego, en algunas décadas siguientes, se convirtiera en otra potencia imperialista, la disputa llegaría a Afganistán hace 43 años con el golpe de Estado del 27 de mayo de 1978 que diera al traste con los gobiernos de Zahir Shah y Davood [Khan] (proclives a la hegemonía norteamericana) y que se consolidaría al año siguiente, en estrecha colaboración del ejército soviético.

La respuesta de EEUU no se hizo esperar por tratar de recuperar su peón de brega, de “contención” y posición geoestratégica y con la denominada operación ciclón de la CÍA, la muy larga y costosa llevada a cabo, reclutó, suministró armas, amplió financiación a los rebeldes islámicos Muyadahines contra la denominada República Democrática de Afganistán.

Los Talibanes, nombre de los denominados “estudiantes en pastum” del islamismo, surgieron entonces, a la escena pública internacional en 1994 aupados y usados por la inteligencia gringa en una de las bases de Al-Qaeda y apoyados también por el vecino-socio Pakistán, quienes tomaron el control de Afganistán en 1996 con los horrores del fundamentalismo que el mundo conoció, tras 5 años de gobierno; no obstante, son los mismos imperialistas yanquis los que tras el atentado a las torres gemelas y el Pentágono en el 2001, deciden invadir Afganistán, deponer a los Talibanes para emprender la “guerra contra el terrorismo”, unir el país, calmar los ánimos del horror vivido, ocultar la debilidad de su sistema plutocrático en crisis frente al crudo golpe propiciado por Al-Qaeda y Bin Laden, según la inteligencia imperial, por el apoyo dado a Israel, la presencia de tropas en Arabia Saudita y las sanciones contra Irán; atentado planeado y ejecutado desde territorio Afgano, refugio de los terroristas bajo el gobierno de los Talibanes.

Pero no todo salió a pedir de boca, el saqueo se complicó y las bajas de 20 años de guerra no sólo gastaron credibilidad, sino cuantiosas sumas que superan el billón de dólares, bajas del ejército en 2448; contratistas militares en más de 3840 y 66 000 afganos de la policía abyecta, debilitaron y comprometieron el mantenimiento mismo del imperio.

Llegó la situación a tal punto que, obligado por la situación de crisis, en febrero de 2020 el gobierno Trump, con su secretario de Estado, Mike Pompeo, y Abdul Ghani Baradar firmaron en Doha, Qatar el acuerdo oficial para traer la paz a Afganistán a cambio del pírrico compromiso talibán de no permitir en el territorio afgano acciones que puedan amenazar su seguridad.

La “rendición” como lo expresara Husain Haqqani, director para Asia central y meridional del Instituto Hudson y exembajador de Pakistán en EEUU, frente a los Talibanes, dada la premura de atender asuntos estratégicos de mayor envergadura frente el incontenible avance de China que concita arrollador contra su poder imperial, hizo fijar calendario para la retirada del fantoche presidente Ashraf Ghani, de las tropas mercenarias, oficiales y sus serviles aliados de semejante tropelía.

Ahora que el mundo, no sale del “asombro”, por el regreso triunfal del fundamentalismo Talibán, pareciera que se olvidara, quienes han sido sus cínicos mentores y qué planes se traen entre manos.

Ha sido tal el miedo a caer como castillo de naipes, tal como le sucediera a la fenecida Unión Soviética, después de la felonía iniciada por Nikita Jrushchov, que en el afán de reconquistar el poder e influencias imperiales de la élite plutocrática lleva a Estados Unidos después de la crisis 2008-2009 a mantener, pese a los aprietos ahondados por la cruda recesión antes y aún más a fondo en la pandemia, sin signos de mejoría, a incrementar el gasto militar de la superpotencia, en tres años consecutivos, llegando a un tope en el 2020 de 778 000 millones de dólares, según lo estipulara la organización de seguimiento internacional SIPRI, casi triplicando el de China y Rusia Juntos. Indudablemente, es acertado, la opinión ya generalizada desde décadas anteriores que, EE. UU. es la mayor amenaza para las naciones y la paz mundial.

Si los tremores y humos de la decadencia imperial yanqui en los avatares internacionales dejan mucho que entrever, los domésticos lo han retenido en un lapso que todavía está por verse, que lio bártulos contra la táctica de agresividad verbal de Trump, como no se hubiese conocido pedantemente en todas las relaciones internacionales; sanciones por doquier, maltrato a sus tradicionales aliados, grosera y demencial verborrea en un quinquenio explosivo y camorrista que culminó recientemente; a una posición pusilánime, taimada de Biden, que suspira y pretende mostrarnos que: "América ha vuelto", posición de abierta confrontación y uso desconsiderado, igual que el del mechón rabioso, pero decidido a todo por salvar la hegemonía incluso a punta de la fuerza nuclear como medida de contención contra los que cree sus enemigos, lo que podría ser incluso mucho más peligrosa.

Los viejos-decadentes imperialismos y los nuevos que acechan

A EEUU, paraíso de las entidades usureras y multinacionales, donde campea por doquier miseria, desempleo, prostitución y todas las plagas del capitalismo, no le basta la red de 1000 bases e instalaciones militares distribuidas en todo el planeta, usadas para intimidar e inmiscuirse en asuntos internos de todos los países, (sean incluso sus aliados);

Usadas no solo para derrocar gobiernos, invadir, saquear, conducir a la guerra, llevar a la destrucción a pueblos sino, a través de la OTAN (su caballo de Troya) ha establecido de factura reciente, el fortalecimiento de los lazos con Japón, India y Australia con la intención de frenar a China en el indo pacífico, a la vez que reedita el acuerdo militar como el AUKUS, alianza ahora trilateral: EEUU, Reino Unido y Australia que enfila abiertamente baterías contra China, su mayor rival, oponente y Rusia (que la mantiene en vilo cercada y apuntada por las armas de la OTAN) entre otros, en los que el desgastado imperio considera nuevos escenarios de batalla: Asia Central, Oriente Medio y África.

Las crecientes tensiones en el disputado mar meridional de China aumentan considerablemente los peligros de guerra nuclear. El envío del grupo de ataque del portaviones USS Ronald Reagan desde julio pasado, ya en dos ocasiones, hacen crispar los nervios, al igual que la quinta ala aérea de aviones embarcados, el escuadrón quince de destructores con misiles guiados Arleigh Burke con base en Yokosuka, Japón y el crucero USS Shiloh Ticonderoga son la demostración del cambio táctico y estratégico estadounidense en la disputa con China, al igual que la atrevida navegación de la fragata del Reino Unido a través del estrecho de Taiwán, muestran a todas luces los nexos de la triple alianza que pueden provocar consecuencias funestas de una real confrontación, además de generar proliferación de equipos nucleares, como es probable según expertos a Australia;

Auspiciar aún más la loca carrera armamentista y atentar contra la paz mundial. En este mismo sentido se pronunció António Guterres, secretario general de la ONU, al afirmar que más de 14.000 armas nucleares estaban almacenadas y que la humanidad permanece, según sus palabras “cerca de la aniquilación nuclear”.

Estamos ante un mundo capitalista en fricción constante, uno de viejos capitalismos imperialistas, y otro de capitalismos emergentes de Estado, con mayor centralización del poder; el occidente agresivo, decadente, que se debilita y se reconfigura de acuerdo a sus propios intereses y pugnas, donde todavía la hegemonía imperial logra mantenerse por momentos, pese a las fisuras Europeas o Turca, retrocediendo, arrinconado ante su impotencia absoluta, creando acuerdos con otros países imperialistas de viejo lastre, sacando los dientes para mantener su predominio; el otro, el Eurasiático caminando con astucia, acomodándose y configurando su propia ruta, en un juego que puede perdurar, hasta dar el salto que le permita posicionarse y tomar la delantera.
Como ha sido la dinámica geopolítica en el decurso de la humanidad, tras bambalinas se cuecen los destinos de las vidas, pueblos y humanidad misma, teniendo como telón de fondo los intereses mezquinos de clases privilegiadas que han tomado por asalto las estructuras del poder y el Estado para mantener su imparable sed de piratas y depredadores.

Tal como en el pasado, situaciones supremamente peligrosas han venido desarrollándose paulatinamente, antes y durante la época de pandemia entre las superpotencias que barajan una a una sus cartas, los comodines y peones en la disputa internacional de manera perceptible, más entre los avezados estrategas, los correveidiles de la gran prensa, los analistas internacionales y los comprometidos con la industria creciente de la guerra. Para el común de los mortales, la situación parece apacible.

En Colombia, resulta aún más grave el gesto de siglos abyección profundizado peligrosamente con el alinderamiento que la élite burguesa viene realizando, primero con la adhesión a la OTAN, luego ahincado ciegamente a la geopolítica norteamericana que tiene como punta de lanza la incursión ha mandado contra el gobierno venezolano. Así se evidencia en las incursiones desde nuestro territorio de grupos paramilitares, entre los que se encuentra la conocida operación Gedeón, la llegada en 2020 de un batallón de las Brigadas de Asistencia de las Fuerzas de Seguridad gringas (SFAB), las diligentes visitas últimas, en tres meses del jefe del Comando Sur, Craig. S. Faller, la transferencia de dos aviones C-130 Hércules que según el flamante ministro de defensa Molano ‘aumentan nuestra capacidad para transportar tropas, apoyar operaciones humanitarias y fortalecer la defensa de la seguridad nacional’.

Esta cada vez más creciente intervención estadounidense en nuestro país, tristemente nos colocan como peones de un tablero que ni siquiera hemos podido escoger, y de cuyas proporciones no logramos siquiera avistar, dada la genuflexión cantinflesca sin más, tributada por una política de agresión internacional de Uribe, Santos, Duque y sus secuaces que ponen en riesgo, incluso nuestra existencia como nación.

Las tareas y retos que enfrentamos

No obstante, si apreciamos el panorama desde la condición neocolonial regional no hay mayores diferencias. Urge que los movimientos, gobiernos o posiciones denominadas alternativas se deslinden de los intereses del capital, asuman los ideales del proletariado y las clases populares, consoliden los programas para la transformación revolucionaria de la sociedad y el Estado, apoyándose en las grandes masas de obreros, campesinos, indígenas y demás trabajadores para lograr resueltamente cambiar el panorama interno de cada nación latinoamericana que permita, ahora en las condiciones de confrontación de bloques geopolíticos, propios de una época de transición y debilidad hegemónica internacional, lograr, a través de alianzas o frentes romper la opresión económica y mental, los lazos del tradicionalismo, la apatía de las grandes masas, el papel nefasto de los medios serviles al capital, la horrenda discriminación.

Todo lo anterior facilita con ejes de realización comunes, fundamentalmente orientados primero al acceso del control estatal con el fin de empoderar el manejo económico autónomo nacional, el rescate del principio de autodeterminación, universalización efectiva al derecho a la educación, salud, agua potable, saneamiento básico, vivienda, empleo, entre otros y afianzar la conversión hacia una verdadera democracia popular y una verdadera integración regional.

Esta gran gesta requiere un eje orientador del proletariado en cada país, que se gane en la lucha obrando con principios en la defensa de los intereses populares y nacionales, el respeto y la dirección revolucionaria para el triunfo del nuevo porvenir.

El panorama es alentador, porque no existe poder absoluto. En el capitalismo imperialista la confrontación entre sí de los grandes depredadores, con los carroñeros de todo lastre es constante y la pugna abrirá las puertas de un nuevo amanecer. Sólo basta persistir en alcanzar el sueño de ser libres sin distingos de clases, ni opresiones, tal como lo expresa Eugène Pottier en los versos iniciales de la Internacional:

 ¡Arriba parias de la Tierra!

¡En pie famélica legión!

 Atruena la razón en marcha:

es el fin de la opresión.

 

Del pasado hay que hacer añicos.

¡Legión esclava en pie a vencer!

 El mundo va a cambiar de base.

Los nada de hoy todo han de ser.

_________________

Referencias:

https://latam.historyplay.tv/hoy-en-la-historia/mohammed-daud-khan-fue-derrocado-en-afganistan

https://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Cicl%C3%B3n

https://revcom.us/a/715/pronunciamiento-del-inicio-del-movimiento-nuevo-comunista-de-afganistan-es.html

https://actualidad.rt.com/actualidad/404978-china-aukus-socavar-esfuerzos-no-proliferacion-nuclear

https://actualidad.rt.com/actualidad/405263-video-eeuu-manda-agrupacion-mar-meridional

https://actualidad.rt.com/actualidad/405482-china-creacion-alianza-aukus-carrera-armamentista

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