“Me gusta el defraudador fiscal. Es un ladrón honrado. Solo roba al Estado, que no es otra cosa que una abstracción”.
Charles Lamb (1775-1834)
El Gobierno de Miguel Antonio Caro fue uno de los más corruptos de nuestra historia. Decía el general Rafael Uribe Uribe, que para Caro “la política no era tanto el arte de gobernar como el de engañar a los hombres”. Era tal el mal manejo de la economía y de los bienes del Estado, tantos los peculados y la multiplicidad de delitos cometidos en contra del erario público, al extremo que tanto a él como a su grupo de nacionalistas se les conocía como la compañía industrial.
Se decía que era una mera compañía industrial, que trabajaba en la política, cuya fuerza radicaba en la absoluta y servil adhesión al Gobierno, no por lealtad o principios, sino para obtener beneficios en sus especulaciones industriales. Eduardo Lemaître decía que el Gobierno de Caro era malo, personalista, absorbente, inicuo, desorganizado y se ahogaba en un mar de papel moneda, haciendo referencia al exceso de emisiones de billetes que generaron una alta inflación. Agrega en otro aparte que en una carta que le envió Núñez en 1889, le decía que lo que más dañaba al Gobierno eran los decires sobre contratos y operaciones bancarias, de las que lo hacían responsable.
El historiador Joaquín Tamayo dijo que dicha administración, “los billetes sin respaldo desalojaron la moneda de oro y se comenzó a vivir una prosperidad al debe”.
Hubo en el Gobierno de Miguel Antonio Caro varios escándalos de corrupción, como el caso del costosísimo ferrocarril de Antioquia, fases 1 y 2, considerado por el general Uribe Uribe como una verdadera expoliación. Además de los privilegios concedidos a la Compañía Colombiana de Transporte, una licencia para acabar con la competencia, así como el costoso contrato de provisión de cigarrillos, entre varios otros.
Pero tal vez el más conocido de todos, sea el caso de las Salinas de Zipaquirá, buen ejemplo para ver como se manejaban las empresas del Gobierno. Nos cuenta el historiador Carlos Eduardo Jaramillo, que durante mucho tiempo y para ocultar los sucesivos malos manejos en las Salinas, no se llevaron libros de contabilidad; cuando aparecía un documento que podía sacar a la luz pública lo que ocurría, se dice que era partido en pedacitos y botado en el excusado, al igual que cualquier otro documentos comprometedor; se tomaba dinero de las cajas para entregarlo a algunos de los políticos más importantes que aún hoy posan de honorables en los libros de historia; falsificaban recibos por valores que superaban los miles de pesos, cantidades astronómicas para la época; se alteraban las medidas y las pesas para vender más cantidad de sal a menos precio a cambio de comisiones por debajo de la mesa; y hasta figuraban en la nómina personas que no trabajaban allá pero que cobraban su salario mensual y religiosamente.
En igual sentido dice Rodrigo Llano en su historia del Partido Liberal, que en el “negocito” de las Salinas, Jorge Holguín Mallarino, hombre influyente, expresidente de la República, sobrino y hermano de otros expresidentes, además de que su hermano era cuñado del propio don Miguel Antonio Caro, aprovechó y se hizo al control de las Salinas de Zipaquirá y anualmente presionaba el incremento del precio de la sal que compraban los colombianos, por encima de lo debido.
Fue tal la corrupción en el susodicho Gobierno que la Cámara de Representantes como cabeza del Ministerio Público, creó por unanimidad una comisión para investigar los desfalcos al Tesoro Público y revisar los contratos ilegales, entre otras funciones similares.
Casos como este, deben ser ampliamente conocidos por nosotros, para entender de donde viene nuestro atraso, y formar bien a nuestros niños y jóvenes, para evitar que casos como este se vuelvan a repetir.
Fuentes:
- Antecedentes de la Guerra de los Mil Días… (NHC).
- Lemaître. Epistolario entre Núñez y Caro.
- Historia del Partido Liberal.
- Núñez, Mosquera y José María Plata.
- Uribe Uribe. Discursos parlamentarios.
- Uribe Uribe. La regeneración conservadora de Núñez y Caro.