“Llegue a la literatura debido a la devoción de mi padre por los libros”, dice el escritor colombiano Andrés Mauricio Muñoz. “Mi papá era un lector voraz, era una persona cuya mayor alegría, aparte de sus hijos y su familia, era cultivar una colección muy grande de libros que tenía en su biblioteca”.
Como en otros casos, esa fue un factor fundamental en el proceso de formación de este joven escritor payanés, pues a la edad de 5 años descubrió que en la biblioteca de su padre había algo mágico. “Me llamó la atención que mi padre, por estresado o abatido que estuviese –era docente de un colegio–, entraba en su biblioteca y, de alguna manera, se revitalizaba, se oxigenaba; salía un hombre diferente, transformado, feliz”.
Eso –al autor de Hay días en que estamos idos– lo hizo entender que había algo mágico en las bibliotecas. Y, de la mano de su padre, fortaleció su experiencia como lector devoto, la misma que lo condujo a la escritura con fines literarios. “Comencé a escribir con muchísimo entusiasmo entre los 10 y los 15 años; tuve un receso en el que no escribía, pero leía bastante, el cual duró hasta los 28 años. Ya, luego, tomé la decisión de que escribir era lo que quería en la vida y me dediqué con toda la disciplina”.
Producto de ello, Andrés Mauricio Muñoz ha publicado con Seix Barral, El último don Juan y Las margaritas, Un lugar para que rece Adela con la Universidad de Antioquia, y Desasosiegos menores con la Universidad Industrial de Santander. Además, ha obtenido importantes premios, entre los que se destacan el Concurso Nacional de Cuento TEUC 2008, el Concurso Nacional de Cuento de la revista Libros y Letras y el Premio Literario Fundación Gilberto Alzate Avendaño.
Muñoz es un escritor que hace escuchar su voz desde las tierras de provincia en un país donde, en temas literarios, el canon central se muestra despectivo con las regiones y en donde –paradójicamente– los mejores cultores provienen de ella –Aurelio Arturo, Gabriel García Márquez, para citar dos nombres–.
Y, por supuesto, hay lecturas y obras que marcaron su carrera, La Perla, de Jhohn Steinbeck; el peruano Julio Ramón Ribeyro con sus cuentos; Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez y, en general, la literatura latinoamericana.
Con Hay días en que estamos idos estructuró un libro cuyos cuentos obedecen a un hilo conductor, a una mirada subyacente, a una misma preocupación; allí abordó lo que el autor llama “los agobios contemporáneos”, que no es otra cosa que la vida de todos los días con su problemática e incertidumbres. En consecuencia, su pluma describe situaciones absurdas: un niño que se pierde en su propia casa, una actriz que se consume en el recuerdo de sus días de gloria, una mujer que aniquila psicológicamente a su esposo desempleado, etcétera.
La producción de Muñoz crece y, así, acaba de terminar un libro de cuentos que toca la manera como la tecnología transformó nuestros entornos de vida. De igual manera, trabaja en una novela cuya temática se centra en un grupo de amigos que mira la manera como sus sueños de infancia se van deformando con el paso del tiempo.
Andrés Mauricio Muñoz es uno de los cuentistas contemporáneos de mayor prestigio en las letras colombianas. Con su trabajo sigue consolidando una carrera alejada de los cánones centrales, pero con la suficiente autenticidad para conquistar un estupendo número de lectores, no solo en Colombia, sino también en el exterior.