ra La Dialéctica nos enseña que en cada Imperio no solo hay lo que Hegel llamaría el ‘espíritu subjetivo de las cosas’ (los miedos, deseos, la ontología y la cosmovisión del ser humano o ‘Sein’) que determina el ‘espíritu objetivo de las cosas’ (las organizaciones humanas a partir de dichos miedos, deseos, el Estado, las Leyes, las costumbres, la moral, la opinión pública, las corporaciones y hoy, Twitter, Instagram y Facebook); aquello que Karl Marx, su discípulo, reduciría simplemente a ‘relaciones sociales de producción’ que determinan la invariable ‘Súperestructura’.
Con esa premisa dialéctica, hay una interrelación entre lo subjetivo y lo objetivo que debemos analizar. Hemos sido testigos de singulares objetos de persecución y de censura por parte de los diferentes Imperios, que con el pasar del Tiempo y de Su Majestad la Muerte, sucumben al declive quedando finalmente sepultados en el acaroso y polvoriento sueño profundo de los libros…¡193 Imperios en la historia humana derrotados por el tiempo! ¡Vaya que son más, muchos más de los que imaginábamos, soñábamos o conocíamos! Y vendrán más…
LA CENSURA DE FACEBOOK
Una de mis anteriores columnas que evidencian mi espíritu subjetivo, mi visión del ser humano frente a la política, fue censurada en la red, porque usaba la palabra v*cuna, aunque no me refería a la v*cunación de manera seria, sino al verbo v*cunar como lo empleamos metafóricamente en Colombia para hablar de la Reforma Tributaria y de la Dian (no se puede hacer ya un artículo ni siquiera sobre el ganado v*cuno porque Facebook lo censura pensando que le tiramos piedras a la Súperestructura actual o nuevo Imperio).
PERSECUSIÓN, SINÓNIMO DE ESTUPIDEZ
Vemos así cómo progresivamente, pasamos del pensamiento filosófico, racional y del erotismo como objeto de censura por parte de la religión en la Edad Media, a los discursos de Terrorismo de Estado tras los atentados del 11/11, y terrorismo en general, censurando todo aquello que no suene políticamente correcto para los diferentes establecimientos, según el dictado miserable de mafiosos y banqueros; y 10 años después de la caída de las torres, tenemos esto: un nuevo escenario global llamado Pandemia con un nuevo aparato ideológico basado en la salubridad, cuya persecución instrumentaliza la biología y los conceptos médicos para declarar una amenaza común a aquel que no tenga la puta v*cuna y transite por la calle. Pronto no se podrá trabajar sin ella, tampoco ingresar a la escuela y ya no es posible ir a muchas reuniones o viajar al exterior. No somos libres. Dentro de esto, hay también una competencia productiva, pues solo ciertas marcas de v*cunas son aceptadas para viajar a la Comunidad Europea y a otros sitios. ¿Confiamos tanto en la ciencia que desconfiamos de ella? ¿Y necesitamos una v*cuna, pero aún así nos podemos contagiar e incluso morir teniéndolas? ¿Qué clase de v*cuna es esta?
PREGUNTAS PERSONALES
Bien, yo quiero preguntar a través de esta columna, algo que no puedo debatir en Facebook o en otras redes sociales, porque Su Majestad, Mark Zuckerberg, nos censura si llegamos a criticar o hablar sobre las putas v*cunas. Hemos vuelto al argumentum ad verecundiam llamado magíster dixit (el maestro lo dice), donde solo el maestro puede opinar sobre un tema: solo los médicos especialistas en virología pueden opinar sobre la Pandemia y sus supuestas herramientas de defensa sin ser censurados. Pero acontece hoy mismo, que al menos yo, y en mi caso subjetivo y personal, recibí la primera v*cuna P*izer el 5 de junio de 2021 y otra segunda el 26 de junio de 2021. Con la primera d*sis tuve una fuerte inflamación testicular. Mis criadillas parecían pelotas de tenis. Esto se repitió hasta el día de hoy en unas 7 oportunidades durante la noche, recientemente con urticaria en la cabeza; me desmayé también con la primera y tuve según los médicos de Salud Total en Bogotá donde fui internado durante 7 días, un síncope convulsivo, es decir, parece que la v*cuna también me afectó el sistema vascular dejándome hipotenso. Mi esposa encontró en Internet, en PubMed o ScienceDirect algunos artículos científicos que evidenciaban que estas reacciones adversas eran frecuentes en muchos pacientes.
Me gustaría saber, a cuántos de ustedes, queridos lectores, también les ha dejado efectos la v*cuna. Usen caracteres ¡”#$%& entre las palabras censuradas para poder tener un diálogo en redes como Facebook y por favor, usen el hashtag #EfectosdelaV*cuna en Twitter (ojalá no nos censuren), para saber qué tan frecuentemente ocurre y qué tan común es tener cualquier reacción adversa aparentemente grave. Quiero saber si me quedaré estéril en unos años, si cesarán las inflamaciones testiculares por la aparente carga viral y si podré tener una vida normal en el futuro. Perdón por lo crudo y ruego excusas a los fanáticos pro-v*cunas, pero es que sin confianza no habríamos visto el esplendor de Grecia o de Egipto, y creo que este Imperio no es mejor desde la arquitectura hasta la calidad de la censura. Si vamos a hacer parte de un nuevo proyecto fallido de humanidad, de civilización, lo mínimo es que haya un diálogo abierto, porque en pleno siglo XXI la censura me sabe a detritus de dinosaurio; y una pandemia de la Edad Media o de la Edad de Piedra o del Siglo XXI parecen lo mismo, porque la gente me resulta igual de fanática y de tonta. Dialogar es lo científico. Censurar es de idiotas. Gracias.