Cuando un negocio entra crisis, lo conveniente es cambiar de estrategias de marketing. Por eso cuando en un principio veía las supuestas buenas acciones del papa Francisco, pensé que era solo populismo que a la larga resultaría atrayendo más adeptos al negocio religioso, vendiendo el producto de la fe, además de restaurar un poco la imagen de la iglesia católica, que iba en caída libre.
Es que debo reconocer que desde que lo vi por primera vez saliendo del gran balcón desde donde se anunció su papado, me simpatizó pero no me tragué entero la aparente humildad que además traía consigo el nombre secular de Bergoglio. Verlo alzar levemente la mano saludando a la multitud presente y a los millones de espectadores que a través del mundo le veían, tal vez simbolizaba que no sería el líder con la convicción enferma de ser el representante del Dios de la secta que lidera, en la tierra. Pudo haber saludado con las dos manos ligeramente alzadas como símbolo de omnipotencia, pero no lo hizo. Parecía ‘bobo’ realmente.
Este papa se ha ganado el amor de sus feligreses y muy posiblemente atrajo muchos más a la iglesia católica; pero también se ha ganado la admiración de los disidentes de esa iglesia, como yo. Mi concepciòn respecto a la actitud del papa fue cambiando, y llegué a la conclusiòn de que está haciendo todo de corazón, y si no lo está haciendo, está actuando muy bien y todo eso va calando en la gente.
Recuerdo cuando dijo que la iglesia no es nadie para juzgar a los homosexuales. ¿Qué Papa se había atrevido a decir ello y darle una bofetada al código penitenciario de esa religión? Esta iglesia ha sido perseguidora, estigmatizadora y asesina de homosexuales a lo largo de toda la historia bajo la argucia de que están en contra de las reglas divinas y que sus orientaciones sexuales son antinaturales; es decir, fenómenos andantes. El papa, con sus palabras, insinceras o no, va calando entre la gente (católicos o no) y en el mismo clero para que de cierta forma tomen conciencia de que no son nadie para meterse entre las sábanas del prójimo.
También ha sido perseguidora y asesina de ateos, pero Bergoglio afirmó cierto día que este tipo de personas pueden ser “buenas”. Esto último es aún más rescatable por el prontuario perseguidor y estigmatizador frente a los no creyentes. Con sus palabras se da un paso para ir dejando atrás la costumbre de estigmatizar, rechazar, aislar y ningunear, además de etiquetar de satánicos - por solo mencionar un adjetivo que nos hemos ganado-, a quienes pensamos diferente y no compartimos las fantasiosas teorías bíblicas de la iglesia de Jesús de Nazareth.
Bergoglio ha puesto sobre la picota a esos lujuriosos y aparentosos que, según él, descuidan la espiritualidad, por fijarse en la materialidad. A mediados de este año, Francisco destituyó a un obispo alemán por poseer ostentosos bienes. Y con actos de este estilo, ha puesto el dedo sobre la llaga de la lujuria de la secta católica, empezando por la modesta vestimenta del Papa, totalmente diferente a la del polaco, Benedicto XVI y sus antecesores; incluso el mero hecho de cambiar la silla papal, bañada y rebañada en oro, por una modesta silla apagada a la que no le brilla sino el cuero, envía un mensaje directo al clero lujurioso.
Finalmente, hace unos días mientras paseaba en su papamóvil, un joven cualquiera le estiró una copia del solideo papal a Bergoglio, y éste, sin más ni menos, intercambió los solideos. Cabe anotar que con el humanitario intercambio, el joven subastó la prenda papal recaudando más de 100.000 euros que irían destinados a una organización que lucha contra la mortalidad infantil en la República Democrática del Congo (si fue o no así, eso no nos importa. Importa el acto del Papa).
Dicen que una mentira ampliamente difundida como verdad se convierte en verdad. Pues si el Papa ha estado mintiendo y aparentando, lo ha hecho muy bien y espero que haya cambiado el chip de muchos católicos y no católicos.
@TiiagoMolina
