En Cali nadie tiene clara la ruta para ir a Montebello, moverse dentro de Siloé o llegar a La Castilla, solo quien vive en la zona sabe cómo llegar. Quienes sí tienen respuesta inmediata son los camperos, gualas o jeepetos como se les conocen en las montañas de Cali, que se saben al derecho y al revés esas rutas por las que el MIO ni se asoma.
En Montebello quienes sustentan el poderío son don Julio y Misael Arboleda, dos hermanos asociados a la cooperativa La Ermita desde hace más o menos 37 años y que hoy tienen juntos 28 jeeps andando en las laderas de Cali.
El negocio funciona sobre la base de una cuota diaria que son en promedio 100 y 120 mil pesos, eso dependerá de cuántos pasajeros le quepan al jeep. Dentro de esa cuota diaria está cubierta la seguridad social y el ARL del conductor, “lo que se hagan de más los muchachos es su ganancia”. Para que un carrito esté trabajando debe estar asociado a la cooperativa, pues sino sería ilegal – un carro pirata como se le conoce – tener papeles al día, el pago de la administración y lo más importante, el pago de la Responsabilidad Civil (RC). Listo esto, el dueño del jeep consigue – por voz a voz o por recomendación – algún muchacho con ganas de trabajar para que maneje y el jeepeto comienza andar.
Tienen toda una estructura funcionando: Ángel Andrés es uno de los dos “despachadores”, quienes hacen el control de los tiempos entre los jeepetos para “no pisarse las mangueras”. Él y su compañero tienen un contrato fijo por parte de la cooperativa, pero que la forma de contratar para los conductores de los jeeps es distinta.
Los jeepetos de Don Julio y Misael comparte ruta con los camperos que van hacia Golondrinas, pues la zona rural del Oeste de Cali tiene una sola vía pavimentada, así que ellos y su competencia -la Sultana- prestan el servicio a los habitantes de veredas como Las Palmas, Campoalegre, Montañitas entre otras.
El precio del pasaje de las gualas varía dependiendo de la distancia y zonas. En Montebello vale 2.200, lo mismo que un pasaje en el MIO. Actualmente hay más o menos 480 jeeps que recorren las laderas de Santiago de Cali, cubriendo diferentes rutas y transitando por vías principales de la ciudad:
Más adelante del puesto de control, en la zona limítrofe entre el corregimiento Montebello y Golondrinas, se encuentra el taller y oficina de los hermanos Arboleda. Allí muy cordialmente nos recibe la secretaria Cristina Román, y mientras nos permite hacer algunas tomas, nos comenta los pormenores de la actual situación del transporte en Montebello.
Mientras hablábamos de la calidad del servicio, los problemas no sólo con la competencia, sino con los piratas y los motoratónes (otra forma “ilegal” de transporte en las laderas) se observa que todo los carritos están parqueados, la señora Cristina comenta que ningún carro de los de Don Julio está trabajando porque la cooperativa los tiene entre la espada y la pared.
Durante la pandemia, que dejó un hueco en el bolsillo de todo colombiano, de los 21 jeeps de Don Julio solo trabajaron 10, pues no había ni pasajeros ni quien manejara los carros; poco a poco la vida se fue normalizando y los carritos volvieron a trabajar. Sin embargo, la condición por parte de la cooperativa es que Don Julio pagara el RC (Responsabilidad Civil) de todos los carros incluidos los 11 carros que no trabajaron durante la pandemia. Así pues, en estos momentos no hay ni un solo carro de Don Julio trabajando y quienes sufren las consecuencias son los habitantes de la zona rural.
Don Julio ya se encuentra en vueltas judiciales para que la cooperativa lo deje trabajar, “tenemos todos los papeles al día, nuestros carros son legales y los muchachos necesitan trabajar” insiste Doña Cristina. Mientras tanto, quienes necesitan trabajar, estudiar o hacer vueltas al centro de Cali, deben esperar entre media hora – si tiene suerte – para que un jeepeto lo lleve, sino arriesgarse en un pirata o un motoratón.
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