La sorpresa es una palabra en desuso en Colombia, a fuerza del sainete de los bufones que nos gobiernan. Un tema lava al otro, y dos o más temas juntos lavan la memoria.
La semana empezó con el nombramiento de Carrasquilla como codirector de Banrepública, cuando apenas se nos olvidaba que el adalid de los bonos de agua había sido el florero de Llorente de las recientes movilizaciones sociales que empezaron en marzo y dejaron como saldo decenas de muertes. Pero este prohombre tiene la suerte de la MinTIC, y pase lo que pase quedará gravitando en el bolsillo de los colombianos, así como la tecnócrata de la casa Char salió victimizada e indignada de la moción de censura promovida en su contra prometiendo defenderse atacando a quienes la difamaron y mancharon su buen nombre. ¡Que se tenga duro Juan Diego Alvira!
En vista de la inminente e histórica pérdida del archipiélago de San Andrés en la corte de La Haya, que será la cereza en el pastel de heces de este gobierno en aprendizaje, el rollizo del solio de Bolívar convoca al consejo asesor de relaciones exteriores integrado, entre otros, por los últimos presidentes. Bocato di cardinale para Ortega que esconderá su dictadura de izquierda con esta victoria mientras nuestros expresidentes se matan a golpes por las declaraciones ante la omisión de la verdad. Perdón, corrijo, Comisión de la Verdad. ¡?¡Pago por ver!
La Corte Constitucional, en un acto lúcido y arrojado, tumba la cadena perpetua para violadores y asesinos de niños, y le da cristiana sepultura al populismo punitivo que buscaba, con la asesoría del tipejo peludo (Hasan), revertir el 80 % de desaprobación del subpresidente. La imagen de Duque (me refiero a la aprobación, no a su imagen regordeta) es verdaderamente irrelevante cuando a los ciudadanos de a pie nos preocupa, en estricto orden, la corrupción, la economía y el desempleo, y el orden público y la seguridad. Como aprueba la primera y le importa un bledo la segunda, se viste de policía y sale a visitar un CAI en la madrugada y, sueña, soluciona el tercero. ¡Esa ley era una pataleta de ahogado!
Las vacunas escasean porque los países ricos andan pensando en la tercera dosis, mientras que nosotros no llegamos al 50 % del plan de vacunación, y la tan anhelada inmunidad de rebaño es más esquiva que la confesión del general Mario Montoya en el caso de los falsos positivos. ¡Plata en mano, vacuna en tierra!
El enano del carriel, cínico sempiterno de profesión, que ondeó la bandera de “paz, pero sin impunidad” para boicotear el plebiscito, ahora, en el marco bucólico y pastoril del ubérrimo, clama por una amnistía general mientras su vástago regala insultos a mansalva. ¡Ojo con el 22!
El registrador nacional pide apoyo a Hércules Poirot, Sherlock Holmes, Elliot Ness, fray Guillermo de Baskerville y Auguste Dupin para que, asesorados todos ellos por el FBI, blinden el próximo proceso electoral colombiano. Ya saben que la cosa va a salir mal, pero apelan a buenos detectives para que brinden confianza en medio del fraude. ¡La república banana!
La candidatura de Alejandro Gaviria Uribe (los apellidos le ponen un lastre insondable y pesado) aflora esta semana como un hálito de “frescura” santista. Por segunda ocasión en la historia reciente de nuestra democracia formal un exrector universitario le da altura al debate, en contraste con los Zabaraín, los Macías y la Cabal que abundan por doquier y tienen del debate en el inframundo.
Pero pese a su discurso moderado y sensato, en ocasiones parecido al de Humberto de la Calle, lo van a quemar y colgar su cabeza en una pica en la plaza de Bolívar porque querrá despachar desde el parque de la 93, porque no tiene roce popular y porque es ateo, crimen de lesa política en una sociedad acostumbrada a los buenos muchachos que obran al amparo del sagrado corazón (el del cuadro en la sala de Paloma Valencia). El centro, tan repudiado y desconocido por un amigo sociólogo que escribe unas líneas para este medio también, es ahora un vórtice inmanejable que busca sacar de la zona de confort al abstencionismo en Colombia. ¡Amanecerá y veremos!
Pero como todo no es malo ni relacionado con el pesado tema de la política, la selección de fútbol se infecta de empatitis: James se viraliza en twich y Epa Colombia paga su multa por vandalismo. ¡Eso si es importante!
Nuestro masoquismo no conoce límites y nos lleva a la profunda reflexión si de verdad queremos llegar a la próxima semana, o si queremos simplemente mirar a lontananza nuestra desventura.
