Se hace riqueza con la minería de dos formas: inconmensurable, estilo cualquier multinacional dedicada al oficio, que arrasa con el medioambiente y sus daños son irreparables. Y en nuestro país no ganamos un centavo, salimos a deberle a la empresa de marras, dadas las concesiones infames que firmaron nuestros flamantes gobernantes desde hace más de 100 años. Y si no lo creen, miren el Putumayo, Tumaco o el Catatumbo, donde se saca petróleo desde hace más de un siglo. En nada se parecen a Texas o a Dubai.
Como ha sucedido en cualquier zona de explotación minera del país, si hubiesen contratado decentemente estos negocios, pensando en el futuro de todos, seríamos inmensamente ricos, como los árabes, que en 70 años hicieron lo que el mundo logró en 1.000. Es que ellos se quedan con 90 % de la riqueza que produce el petróleo. Nosotros, acaso con el 30 %.
En el caso del oro, ventajosos e inescrupulosos traficantes han sobornado a nuestra dirigencia infame —porque bruta no es— para firmar oprobiosos contratos eternos o dar concesiones en las cuales se llevan el 95 % de la ganancia que produce el dorado metal, y nosotros, con las exenciones de impuestos que se les hacen, salimos pagando literalmente porque se lo lleven. Para eso son las reformas tributarias que impulsa nuestro obeso y servil subpresidente. Para resarcir, entre otras cosas, a costa de los pobres, las pérdidas ocasionadas por su patrón, el innombrable en 2002, cuando prorrogó contratos a la multinacional aurífera por 40 años en la manera miserable que operaban desde los años setenta. Miren la historia reciente, por favor.
La minería también daría riqueza cuidando estrictamente el ecosistema, y alcanza para dar dignidad al minero y su entorno familiar, para desarrollar las regiones. Y si no confían en mi apreciación, miren Bakú, la capital de millonarios de Azerbaiyán, donde nadan literalmente en petróleo, pero no lo regalan. Miren las fotos en Google a ver si se parece en algo a Cusiana o a Puerto López... La diferencia es abismal.
Si ellos hubiesen hecho la minería estilo nuestro, feriando su inmensa riqueza petrolera desde 1870, serían un peladero miserable y atrasado como nuestros pueblos mineros. Esa manera ladina y antipatriota de entregar los recursos energético-mineros a cambio de migajas es la que le gusta al codicioso y ambicioso consorcio petrolero, aurífero, carbonífero o de cualquier naturaleza que llega a nuestro país, atraído por la tal confianza inversionista que promulgan nuestros delincuentes que gobiernan actualmente, porque anteponen sus intereses, las coimas que reciben, para permitir que se extraigan radicalmente todos los recursos que no son renovables y que al agotarse, nos dejan solo inmensos huecos, atraso, desertización y enfermedades incurables y miseria en las regiones. Y si aún siguen incrédulos, vayan al Cerrejón o Cerro Matoso y miren qué es lo que encuentran...
Eso es el capitalismo salvaje, sin límites, que impregna nuestro país. Así ha sido por décadas, pero ya es hora de decidirnos por la nación antes que por la transnacional, por toda nuestra gente, no solo por unos cuantos abusivos, deshonestos y criminales sin escrúpulos. Verán si votan otra vez por el que diga el innombrable. Merecerían que los cojan a rejo, como diría mi sabia abuelita. Y a quejarse después al mono de la pila...