Eulige Paternina, la vendedora de rosas de Barranquilla

Eulige Paternina, la vendedora de rosas de Barranquilla

Una mujer de 79 años trabaja en la plaza el Playón vendiendo rosas. Las condiciones son precarias; los olores, putrefactos, y la delincuencia está a la orden del día

Por: Iván Meneses
agosto 20, 2021
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Eulige Paternina, la vendedora de rosas de Barranquilla
Foto: Iván Meneses

En el barrio Soledad 2000, del municipio de Soledad, Atlántico, vive la señora Eulige Paternina, de 79 años de edad. Ella asegura que vive sola en una pequeña habitación del mencionado municipio, por la cual debe pagar un arriendo todos los días.

A su avanzada edad y padeciendo de úlceras, todas las mañana se dirige al mercado el Playón, ubicado en el centro de Barranquilla, a vender las hermosas y coloridas rosas, flores y claveles, para poder sostenerse.

Desde la edad de diez años le ha tocado trabajar fuertemente en el centro de Barranquilla, y lo hacía en compañía de su señora madre, vendiendo frutas, verduras y otros productos.

Con el pasar de los años se interesó en vender flores y rosas, pues le encantan y se siente como enamorada cuando las huele, experimente una especie de pasión extraña. Además, en aquella época eran muy apetecidas, muy rentables, asegura la señora Paternina.

Hoy en día, con nostalgia cuenta que la rentabilidad de las rosas y flores ha disminuido, principalmente a raíz de la pandemia del coronavirus, porque el producto llegó muy caro y escaso.

“Anteriormente comprábamos las flores a 1.500 o a 2.000, y ahora las compramos a 3.000 pesos. Antes no pagábamos transporte; ahora sí”, precisó la señora Eulige.

En las fechas especiales, como el día de las madres, día de los difuntos, quinceaños, matrimonios, día del amor y la amistad y otros eventos, las rosas y flores suben de precio, se hacen muy elevados, y la mayor parte de los clientes se rehúsan a comprarlas.

La señora Eulige Paternina, una de las vendedoras de rosas en Barranquilla, le hace la invitación al alcalde distrital, Jaime Pumarejo, a la gobernadora del Atlántico y al gobierno nacional para que “tenga misericordia con los que trabajan en el mercado el Playón, porque ellos no están trabajando en un lugar digno. Las condiciones son muy precarias”.

Los olores en ese sector de Barranquilla son desagradables y putrefactos, la delincuencia está a la orden del día y eso hace que los barranquilleros no lleguen a adquirir los productos que ahí se ofrecen.

Vea el testimonio de la vendedora de rosas en Barranquilla aquí:

 

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