La alegría popular que nace de la resistencia, la que por medio de un trabajo organizativo fuerte y una conducción política clara, puede lograr la patria que soñaron tantos de nuestros muertos.
Liderar y participar en las barricadas de manera integral en Cali no se puede poner en palabras, quizás lo más cercano es la canción del caballo del pacífico Junior Jein Somos diferentes. En los puntos de resistencia uno se vuelve parte de la otra Cali, o sea, una ciudad profundamente desigual y sectorizada, en donde los jóvenes no tenemos muchas oportunidades para cumplir algún sueño.
Antecedentes
La sultana del Valle es el nodo central, donde convergen muchas familias que fueron desplazadas de diferentes partes del suroccidente de Colombia durante el siglo XIX y XX. Por años, muchas generaciones durante las décadas salvaguardaron sus tradiciones ancestrales y las conjugaron con las tendencias actuales. Dando forma a la identidad de diversos jóvenes que heredaron dichas tradiciones ancestrales. De ahí que, como todos eran recién llegados, con gallardía les tocó luchar para poder resolver sus condiciones materiales.
De esta manera, en el marco del paro nacional del 28 de abril, muchas de las abuelas que en su juventud levantaron barricadas para luchar por la vivienda de lado de la central provivienda simpatizaron muy bien con algunas causas actuales.
Evidentemente, la condición física les impide participar de las marchas o plantones, pero cuando se fueron creando los puntos de resistencias, estas abuelas, con la fuerza que les daba la vida, fueron creando junto con la gente de los puntos las ollas comunitarias, en donde contaban con la palabra, gestos, conversaciones, todas las historias de lucha que dieron forma a Cali.
Mientras reparten un plato para todo el que arrima, te cuentan la anécdota de cuando se dieron las dinámicas de poblamiento en la ciudad fruto de las del desplazamiento del periodo de la Violencia en el 48. Con ese intercambio de experiencias empezó a surgir ese apropiamiento por la tierra, la cual iba creando una comunidad diversa con gentes de todo suroccidente.
-Cómo surgió Samecombate
Sin embargo, el 28 de mayo se rompió ese canto de Sirena. A Sameco, lugar del norte de la ciudad que es la entrada al sector industrial de Cali y de Yumbo, llegaron esos jóvenes que nunca habían creído en un cambio distinto, con serias dudas sobre si de verdad iba a pasar algo, porque el paro de 2019 los había dejado sin querer saber nada de protestas.
Luego, resultó que ese sentir colectivo de unidad para luchar por una vida digna que venía de sus abuelos regresó para quedarse; aquel lugar donde solo iban los sindicalistas se convirtió en el Fuerte Sameco. Aunque había una constante incertidumbre por no saber cómo organizarse, esto se esfumó: no importaba si venías de Floralia, Brisas de los Álamos, Álamos, Altos de Menga, barrios aledaños a Sameco, en donde había muchos jóvenes que no tenían acceso a un trabajo o educación de calidad que empezaron a liderar este punto de resistencia.
Por esa razón, se forma una comunidad propia de nuestros abuelos, en donde sin importar la región, o en este caso concreto el barrio, lo vital es que todos queríamos luchar por lo nuestro como los primeros pobladores de Cali lo hicieron por la vivienda. El enemigo seguía siendo el mismo, solo que con otro rostro.
Habíamos aprendido en esa comunidad tan diversa que cada uno desde sus saberes podía aportar al punto de resistencia. Se forjaron dinámicas muy particulares como que todos antes del tropel nos echamos una risa recordando cómo se cayó un agente del Esmad intentando tirar una piedra. Esos instantes de alegría que uno vive en el punto con gente que uno ni conoce en comunidad no se compara con nada.
Por años, miles de jóvenes hemos tratado de encontrar un lugar en donde encajar, pero sobre todo donde encontrar esa felicidad plena y duradera, naturalmente sin romantizar o infantilizar la lucha, sino de utilizarla como una trinchera.
Por ende, defender la alegría es luchar por una educación digna que nos dé las herramientas para pensar críticamente. Defender la dicha por un trabajo digno, en donde las y los jóvenes tengamos prestaciones sociales, es poder acceder a la educación superior de calidad sin tener que endeudarse con el Icetex o tener que rezar para entrar a la Univalle si es que les alcance el Icfes.
En síntesis, en Sameco, al igual que en otros puntos, aprendimos a tener un solo sentir alrededor de luchar por la vida digna, organizándonos de acuerdo con unos puntos de exigencia locales.
Naturalmente, también había momentos de tristeza constante, como la muerte de Jaime, joven estudiante de ingeniería electrónica de la Universidad de Valle que participaba del punto, el cual murió el 4 de junio por un impacto de bala, cuando muchos de los pelados de Sameco fuimos a apoyar otro punto en el norte de la ciudad.
Justamente, en las noches como en la que cayó Jaimito, en el momento en que hacíamos guardia en el punto la vida se vuelve efímera. No obstante, seguimos cumpliendo nuestra tarea histórica como juventud de entregar hasta nuestra última fuerza en cada acción.
Por consiguiente, la barricada se convierte en aquello que el gobierno nos quitó hace muchos años, y fue en la capacidad de soñar con un país diferente. Es necesario resaltar que el bloqueo no es el fin; es solo el medio para poder ser reconocidos y escuchados para generar políticas públicas que nos den los medios para cumplir nuestros derechos fundamentales, como lo estipula nuestra Constitución, también para pensar en transformaciones que vayan más allá de lo local.
En resumen, a Cali le han dado con todo en cada punto de resistencia: policía, policía militar, Goes, Esmad, ejército regular, personas armadas. Pero no desfallecemos; seguimos organizándonos teniendo como objetivo la transformación de la vida juvenil y que se nos garantice a la juventud programas de educación, salud, empleo; ese es nuestro horizonte. Sabemos que es una lucha de largo aliento que hemos venido construyendo en espacios como las asambleas populares.