Macías es hoy un animal político, sumido en la obsecuencia y empecinado en defender a capa y espada el gobierno de Iván Duque, el cual queda en deuda según lo prometido en campaña. Algunos adjudican esa tibieza de Duque a la carencia de carácter, estrategias y capacidades propias.
Muy a pesar de que el mandatario de los colombianos desarrolle su gobernabilidad con base al beneplácito y complacencia de los detractores de su campaña, está en deuda con su colectividad y partidos de coalición, quienes han decidido de manera prudencial tomar distancia del gobierno. Al senador, Ernesto Macías esto parece no importarle y permanece "firme" con el jefe de Estado.
El descontento entre el resto de integrantes de partido oficialista se ha hecho evidente en intervenciones y declaraciones de senadores, e inclusive el expresidente Álvaro Uribe hizo ver a través de publicaciones la incapacidad de Duque en afrontar y controlar la situación de orden público durante el paro nacional a raíz de la nefasta reforma tributaria. Pero Macías sin titubear brindaba respaldo al gobierno.
La senadora María Fernanda Cabal, al evidenciar la traición de Duque hacia el electorado, decidió junto con su esposo, José Félix Lafaurie, mostrar abiertamente su inconformidad ante lo permisivo y complaciente de este gobierno. Esa postura les ha hecho merecedores de críticas y constantes ataques por parte Macías.
Pero tanta fe y devoción hacia Duque tenían que ser a causa de un gran milagro. Esa locuacidad y firmeza para defender al presidente debía tener un ¿por qué?, pues el Sacamicas debía rendir pleitesía y defensa a razón de la cuota burocrática que tiene en la Electrificadora del Huila, la Superintendencia de Notariado y Registro y demás entidades adscritas al gobierno central.
Tal parece que la nueva "jugadita" de Macías es convertirse en el apoderado de Duque.