Una y mil razones por las que Colombia no es Suiza

Una y mil razones por las que Colombia no es Suiza

No es un secreto que estos dos países no se parecen en lo político, geográfico y cultural. Si revisamos las cifras, las diferencias se hacen más abismales

Por: César Curvelo
agosto 31, 2021
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Una y mil razones por las que Colombia no es Suiza

El 27 de enero de 2011, en la ciudad alpina de Davós y luego de reunirse con su homóloga helvética Micheline Calmy-Rey –con  ocasión del Foro Económico Mundial–, el entonces presidente Juan Manuel Santos declaró que “Suiza será el primer país desarrollado con el que Colombia pondrá en marcha un TLC, lo que será claramente positivo para la economía de nuestro país”. Por esa época, la noticia me cayó como anillo al dedo para redactar un sucinto paralelo entre este país de Europa occidental y el de nuestra esquina noroeste de América del Sur. De paso le comento que con dicho resumen arranca mi libro ¡Referendo vecinal ya!, disponible en el portal de la imprenta digital bogotana Autoreseditores.

Inicio el parangón con el poder ejecutivo, que en Colombia lo personaliza el presidente de la República, jefe de gobierno y a la vez de Estado, mientras que en Suiza lo representa el Consejo Federal, compuesto por siete miembros elegidos para un mandato de cuatro años por la Asamblea Federal, la cual puede asimilarse a nuestro desprestigiado Congreso. El presidente suizo es elegido por esta asamblea entre los siete integrantes del consejo, en rotación y por el periodo de un año. ¿Será que proponemos un consejo presidencial similar al suizo en nuestro país? Un amigo ratón de biblioteca me dice que está  revisando las propuestas que fueron enviadas al buzón de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, y no ha visto algo que se le parezca.

La Confederazione Svizzera, que es como se dice en italiano, cabe 27 veces en Colombia. Su territorio, ocupado en un 63 % por los Alpes, es de 41.285 kilómetros cuadrados, área similar a la del departamento del Chocó. Nuestro país tiene un área continental de 1.141.748 km².

Schweizerische Eidgenossenschaft, que es el nombre en alemán, no tiene ni un metro lineal de costa, en tanto nosotros tenemos larguísimos litorales en los dos océanos más extensos del planeta.

En nuestra ex-Nueva Granada hay un poco más de 51 millones de habitantes, en tanto Suiza tiene cerca de 9, o sea que hay unos seis nacionales por cada suizo.

A escala global, el país suizo es un emporio de empresas y, con un PIB per cápita anual de 82.000 dólares, su nivel de vida es de los más elevados del mundo. ¿Y qué hay de nuestra “muiscaribeincaruacolombia”, por inventar un toponímico compuesto con los nombres de nuestras culturas aborígenes más notables? A cada santo le debe una vela y tiene un miserable PIB por persona de apenas 6.400 dólares anuales, ¡o sea de apenas una treceava parte del helvético!

Colombia es el segundo país con el mayor nivel de desigualdad de Latinoamérica, al presentar un alto coeficiente Gini de 0.538, superado solamente por Haití, que tiene 0,608. Suiza exhibe uno de 0,297, calificado como bajo. Entre más se acerca a cero el índice, hay más equidad en la sociedad de un país.

Cuatro lenguas oficiales se hablan en el país helvético: francés, italiano, alemán y romanche; nuestro país tiene solo el chapetoñol... disculpe, quise decir castellano.

Menos del 1 % es el índice de analfabetismo en Suiza. Entre nosotros se acerca al 6 %: uno de cada quince colombianos mayores de 14 años no sabe leer ni escribir.

El promedio de libros leídos al año en Suiza es de 40 libros por persona, mientras que en Colombia es la paupérrima cifra de 5.

Ya para dar finiquito y fenecimiento a estos cotejamientos, veamos los referendos, el tema de marras del libro citado, donde la diferencia es abismal.

La Confédération Suisse, que es el denominativo en francés, realiza un referendo cada cinco meses en promedio, en tanto en Colombia estas consultas brillan por su ausencia: se cuentan con los dedos de una mano y todavía sobran dos. Vale agregar que, desde de la Segunda Guerra Mundial, dos de cada tres referendos celebrados en las llamadas democracias occidentales se han llevado a cabo en Suiza. Récord Guinness de la Tierra a la Luna.

Tres han sido las consultas nacionales en nuestra historia patria.

El primero fue el de 1957, convocado a manera de plebiscito por la Junta Militar que derrocó al dictador Rojas Pinilla, a fin de facilitar la transición a la democracia. Este fue el primer evento electoral en que las mujeres colombianas mayores de 21 años pudieron sufragar.

Siguió el de la Séptima Papeleta depositada en las elecciones presidenciales de 1990, que vale considerarlo como referendo. Su trascendencia fue tal que dio origen a la Asamblea Nacional que redactó la Constitución de 1991.

El tercero y último fue el de 2003. De los 15 puntos que tuvo, el único aprobado fue el de la “muerte política”, una medida que prohíbe ocupar cargos públicos a los funcionarios que sean declarados culpables de delitos venales.

Considero que el hecho que solo se hayan realizado tres referendos en nuestro país es culpa de quienes han regentado el poder. Los politiqueros que sabemos consideran al pueblo una gentuza a constreñir en las elecciones, una chusma a la que hay que mantener engañada, una montonera que no es fiar ni se le puede confiar ningún tipo de responsabilidad. Para los corruptos que ya sabemos, impulsar la costumbre de convocar referendos sería como alborotar el avispero.

Hay otras diferencias entre nuestro país y Suiza, pero creo que con lo comparado basta y sobra. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿qué podemos hacer para salir del atolladero del subdesarrollo y acercarnos en términos de indicadores económicos, sociales e institucionales a los países avanzados? ¡Pues votar por el cambio en 2022 podría ser un buen comienzo!

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