Viaje a Chiribiquete, la Capilla Sixtina de la selva amazónica

Viaje a Chiribiquete, la Capilla Sixtina de la selva amazónica

Más de 75.000 pinturas convierten a este lugar en una de las colecciones rupestres más grandes del mundo. Dos periodistas se adentraron en esta joya natural

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agosto 16, 2021
Viaje a Chiribiquete, la Capilla Sixtina de la selva amazónica

A casi dos horas en coche de la primera ciudad, San José del Guaviare, a las puertas del bosque, las cigarras amazónicas dan la bienvenida a los visitantes del sitio.

Un tesoro que describe la vida cotidiana de los indígenas

William Alexander Rojas, un guía de 29 años que vive cerca de las pinturas rupestres, muestra el camino: “Nos encontramos en la vereda Cerro Azul. Nos dirigimos hacia Cerro Pinturas, aproximadamente a 47 kilómetros de la capital San José del Guaviare”, explica.

Después de algunos metros de caminata plana, hay que abrirse camino entre árboles, rocas y lianas, y luego subir a las montañas de la Serranía de La Lindosa. El calor y la humedad complican la ascensión. Tres kilómetros más tarde, uno llega ante el primer muro cubierto de pinturas rupestres. El tesoro prehistórico de color ocre es impactante.

“En la Serranía de La Lindosa, tenemos alrededor de 40 paneles rupestres, y de esos 40, Cerro Azul tiene alrededor de 20, entonces creemos que es uno de los sitios con mayor concentración de esta manifestación dentro de Colombia y posiblemente a nivel internacional”, comenta William.

Las pinturas están grabadas en la piedra de los Tepuyes. Son como las montañas del Amazonas. Se asemejan a enormes acantilados de piedra gris pálida a medio esconder por las plantas y el follaje de los árboles. Cientos de dibujos se superponen a las paredes.

El guía explica que para los indígenas, se trataba de representar su vida cotidiana: “Los que estuvieron aquí haciendo este tipo de manifestación rupestre pudieron representar su diario vivir pintando sus animales. En las paredes hay murciélagos, tortugas, garzas, algunos pueden ser venados... También creemos que acá hay algunos que pueden representar tejidos, cultivos, ríos, montañas... Y también figuras antropomorfas, humanas”, precisa.

“Para algunos investigadores, acá hay un animal que es extinto, el oso perezoso gigante o megaterio que se ha extinto hace más de 7.000, 8.000 años, y posiblemente esté aquí con su cría. Y de este lado tenemos a otro similar que está siendo como cazado, como si estuvieran en una escena de caza, le están lanzando algo”, prosigue William.

La visita dura aproximadamente cuatro horas. En total, se ven cuatro paredes, algunas de 150 metros de largo y 10 metros de alto. También se visita una cueva que le servía de refugio a los pueblos indígenas. Desde la cima de la montaña, se contempla una vista panorámica de toda la Amazonía.

Una historia de familia

William hace esta visita hasta tres veces por semana en temporada alta. Porque con su padre y su hermano, son los únicos guardianes del sitio. Para visitar el Cerro Azul y sus pinturas prehistóricas, las agencias turísticas deben pasar por la familia Rojas. Se exige una cuota de 9.000 pesos (2 euros) por persona, porque el mantenimiento del sendero es realizado por la familia misma sin la ayuda del Estado.

Hace 20 años, cuando José Noé Rojas vino a vivir con sus hijos a la región, los habitantes pensaban que estaba “loco”: “Para nadie es un secreto que todos estos sectores estaban llenos de matas de coca. Cuando tuve la oportunidad de conocer las pinturas, estaban en perfecto estado y había personas que iban a dañarlas. Y a pesar de que yo no estudié, entendí el valor tan importante que tiene ese lugar”, explica José Noé.

“Importante” lo es, el Cerro Azul es incluso único... Decenas de investigadores, antropólogos, arqueólogos, científicos nacionales e internacionales han venido a estudiar sobre el terreno. Incluso el expresidente colombiano Juan Manuel Santos dio una conferencia de prensa ante este legado prehistórico. “Desde el 2 de julio del 2018, cuando el presidente Santos visitó este lugar, vinieron tal vez unos 90 periodistas de diferentes países, y se hizo más famoso el sitio”, observa José Noé.

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La visita del presidente permitió declarar el Cerro Azul como "zona arqueológica protegida" e inscribir el segundo sitio cubierto de pinturas rupestres, el del parque nacional de Chiribiquete, en el Patrimonio Mundial de la Unesco.

Un valor inestimable para la ciencia

Para Gaspar Morcote-Ríos, profesor y arqueólogo de la Universidad Nacional de Colombia, el valor de estas pinturas es inestimable. Junto con su equipo de estudiantes, ha realizado varios viajes de estudio al Cerro Azul desde 2014.

El arqueólogo resalta dos puntos: “Uno, en esa zona hay muchos murales que todavía no son conocidos para la gente y para la ciencia, y nosotros ya hemos descubierto nuevos paneles para la ciencia. Dos, creemos que estas pictografías están plasmando la historia de estos pueblos. Unos grupos humanos coexistiendo con una megafauna hoy en día extinta”.

Panel de pinturas rupestres en Cerro Azul.

El descubrimiento del sitio de las pinturas rupestres no es nuevo. Pero las excavaciones alrededor han proporcionado nueva información.

Jeison Lenis Chaparro, antropólogo e investigador independiente, formaba parte de la expedición: “Nuestro trabajo nos ha permitido establecer una temporalidad. Los suelos amazónicos tienen unas características físico-químicas que generan más complicaciones a la hora de conservar sobre todo huesos. En el caso de Colombia, ese es el primer lugar donde se reportan restos humanos y restos de fauna”, sostiene.

La reconversión de las FARC

Estas pinturas fueron inaccesibles durante mucho tiempo porque el departamento del Guaviare estaba bajo el control de las FARC, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Pocos visitantes se atrevieron a entrar en la zona debido a la violencia.

Desde la firma de los acuerdos de paz en 2016, los exguerrilleros se han convertido en guías turísticos, y a unas dos horas y media en coche de San José del Guaviare, en Charras Bocanero, tienen su museo: un antiguo campamento FARC. El objetivo es invitar a los turistas a dormir en las condiciones de vida del grupo durante el conflicto armado: “Aquí tenemos las caletas, es decir los dormitorios. Hay tres tipos de caletas, una estaba hecha de tierra, como aquellas dos, que tienen unas trincheras”, comenta el exguerrillero Fredy Campos Sendales.

Fredy ingresó a las FARC cuando tenía 15 años. Durante 29 años, controló la región con el Frente 44. Toda actividad dependía de su autorización. Recalca que, para ellos, era importante convivir con la naturaleza, cuidarla: “Uno llegaba a territorios donde había 100 hectáreas tumbadas, solamente para sembrar pasto. Siempre se miraba la necesidad, si se le permitía a alguien sembrar la yuca, el plátano, como forma de buscarse la vida. Como protectores de esto, alguien pagaba para ir algo que llamaban un bono. Y si no, se cobraba una multa, pero no en dinero, podía ser limpiar un camino, hacer un puente, y si era en dinero pues la tenían que pagar ya a la junta”, detalla.

Desarrollo de un turismo sostenible

Este control ha permitido preservar la selva amazónica y las pinturas rupestres. La alcaldía de San José del Guaviare está preparando por su parte su oferta turística.

El vicealcalde Francisco Eladio Cuellar Guzmán explica que apuestan por desarrollar en la zona “un turismo sostenible, un turismo ambiental. En ese sector, se encuentran unos 17, 18 sitios turísticos impresionantes, como la Ciudad de Piedra, Caño Largo, La Lindosa, los Pozos...”.

“El solo hecho de que ayer teníamos a 5.000 visitantes y hoy son 50.000, 80.000, significa que estamos en un territorio de paz, con algunas dificultades generadas por algunos conflictos particulares. Venimos trabajando junto con la policía, el gobierno nacional, el ejército, en proteger este patrimonio de la humanidad que es afortunadamente en nuestro municipio”, recalca el vicealcalde de San José del Guaviare.

Ahora la meta es organizar un turismo que respete la naturaleza. Pero hay otra plaga que amenaza las pinturas rupestres: la deforestación. Hasta el 2016, el control de los exguerrilleros protegía de alguna forma la selva amazónica, pero desde los acuerdos de paz, la deforestación se intensifica.

Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, el Guaviare era el segundo departamento con mayor deforestación en el primer trimestre de 2020. Se estima que más del 21% de la deforestación colombiana se concentra en esta región.


Nota publicada originalmente en Radio Francia Internacional. Para escuchar el audioreportaje, haga clic aquí.

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