Iván Duque, en entrevista a Radio Guatapurí de Valledupar, hizo una encendida defensa de su amiga íntima, la que conoce desde la universidad, Karen Abudinen. Dijo que ella era incapaz de estar metida en un escándalo de corrupción. Los medios tradicionales, obedientes, tratan de pasar de agache a la ministra. En los programas deportivos, ya sean radiales o televisivos, la complacencia, la alcahuetería con los gobiernos de turno es evidente. Un caso es el Pulso del fútbol en donde tanto Londoño y Rentería, cuando opinan de política, es sólo para criticar a la oposición. Dejaron por un momento sus reparos homofóbicos para aplaudir la iniciativa de la alcaldesa Claudia López de culpar a Petro y a Gustavo Bolívar del vandalismo en Bogotá. Están ahí puestos por los medios económicos sólo para impedir que se suban otros que no sean los de la cuerda eterna.
Todos actúan así menos ese milagro que es Martin de Francisco y Hernán Peláez, aupados de nuevo por Don Julio Sánchez Cristo, al que muchos le dan palo pero pocos le reconocen que es de los pocos directores de medios que ha decidido ir en contravía de los designios de este gobierno. En la emisión del jueves 12 de agosto el tándem se despachó de nuevo contra la Procuradora Margarita Cabello a quien ellos tildan de mandadera de los que verdaderamente tienen el poder en el país, Martín de nuevo habló de los megavándalos, los que se roban todo, como estos que contrató Mintic quedándose con 70 mil millones que iban a ser destinados a la conectividad rural. En un momento Hernán Pelaez, institución absoluta del periodismo nacional, también salió a darle palo al gobierno nacional y a sus funcionarios y dijo algo que quedó sonando “así nos saquen de acá seguiremos hablando” sin nada que perder él puede hacer lo que quiera. Martín también. El peligro de ser censurados siempre es latente en un país en donde la prensa tiene tantos problemas si decide ser independiente.
Los que perderíamos seríamos los oyentes, los que estamos aprendiendo de Metal con Martin y de boleros y fútbol con Don Hernán y los que aún creemos que los periodistas deportivos no deben ser vulgares comentaristas acomodados a los caprichos del poder, sino verdaderas cabezas pensantes capaz de influir en la opinión pública.