La pregunta que surge es cómo estamos percibiendo desde los sentidos, la situación actual del país y de las naciones y del universo. El presente deviene precisamente de la “liquidez” de la objetividad; inicialmente identificar la crisis y sus momentos para determinar si en verdad el Ethos en todo su conjunto está permeando la intelección e introspección del hombre.
Enfrentamos una crisis de lo humano en palabras de Nelson Chitty, en donde se ha puesto al descubierto la pobreza crítica que padece el ser humano no solo en lo económico, sino en su espíritu. Es ahí en donde juega cabal importancia ese concepto de “sentido común” para evitar la pérdida del presente que genere una crisis existencial, religiosa, económica, estética, educativa, ideológica etc., o traer a colación lo dicho por Descartes en el Discurso del Método (1637) “el sentido común es la cosa mejor repartida del mundo”, pues es el reflejo de uno mismo.
De ahí que el sentido común sea esa condición más inmediata, pobre e indeterminada con la que tiene que vivir el ser humano, pues precisamente de su conceptualización es que este finca su supervivencia hasta sus logros, pasando claro está con la interpretación que le hace la conciencia acerca de lo que piensa en sí misma o si las virtudes de las que se ufana tienen el asidero social que pretende; es a partir de que el hecho es lo pensado desarrolla ese principio universal de comprender el momento actual y su posición en la sociedad.
Ahora bien, en este momento actual de la sociedad, del mundo y el universo ese sentido común tiene esa connotación, o por el contrario el referente de sentido común se ha alejado más del intelecto humano, o cómo recuperar este frente a los fenómenos que tenemos, tales como malos gobernantes, títeres políticos con rumbo a la dictadura, protestas populares convertidas en vandalismo desconociendo su origen, daños a lo público y lo privado, es el sentido común el que nos hizo llegar hasta allá o es el sentido común el que sigue sosteniendo a los grupos, a su ideología, a la resistencia.
Prejuicios y responsabilidad es lo que nos confunde, la duda generalizada ha permeado precisamente ese common sense, que nos ha alejado de la certeza y la verdad. El lenguaje de comunicación no es el mismo de hace unos años cuando había comprensión total, cuando la ideología era un sentir colectivo, ahora por el contrario existe un sentido común de la individualidad, de la incoherencia frente a lo privado y a lo público, pero más peligroso aún, que Descartes sigue teniendo razón.
Esa crisis existencial en la que nos ha sumido la falta de sentido común se refleja no solo en el metalenguaje utilizado, en el que decimos una cosa y comprendemos otra, o donde los gurús de las redes sociales manipulan la información de manera tal que parecemos borregos hacia el matadero, una expresión dura pero tan real como la vida misma.
“El presente no se caracteriza por la 'anormalidad' de su sentido común” (J.R Herrera), sino que lo ha afectado precisamente, pues pareciera que todo lo que ocurre y se vislumbra es normal. De ahí que ese sentido común no se perdió, sino que fue cambiando lenta pero inexorablemente como consecuencia de la nostalgia de otros tiempos y de la pérdida del concepto de la paciencia. Sin embargo, lo que ocurre es que dejamos de comprender y no podemos superar esas barreras de comunicación que han quedado como consecuencia de esa perdida del sentido común. Seguimos buscando soluciones que no han llegado por aquello de la inercia del ser social.