En septiembre de 2016, la revista Semana publicó un número especial: Valle es todo. Reverdecen la economía el desarrollo y la cultura en una región vital para Colombia. Al abrir la gaceta, cinco fortalezas que nos hacen una región próspera y competitiva: Un Valle de ciudades, Un Valle de conquista, Un Valle sin distancias, Un Valle de bionegocios y Un Valle de gente creativa. Es de admirar, en las páginas, la sensibilidad de los fotógrafos, dado que, a lo largo de la publicación, las imágenes encierran el esplendor de la región.
Los distintos artículos —de diferentes instituciones, profesiones, escritores, profesores, economistas, directoras del sector privado, de empresas, industria cultural, fundación para el desarrollo, periodista del empresariado vallecaucana, movilidad social, chef, diseñadora de modas, hinchas del América, escritor nadaista— trazan una acuarela del progreso de la región del Pacífico que encierra la pujanza de ser de las ciudades de mayor prosperidad. Una columnista muestra cómo ante el narcotráfico los empresarios se alejaron para no verse involucrados. Y no se puede olvidar que el Valle no es solo caña, pues hay franco desarrollo, emprendimiento sin imposibles, Buenaventura como motor de paz, cultura y progreso, conectando oportunidades, transporte eficaz. En este collage en Cali “no hay como San Antonio”, y “Timbiquí nuestra musa”.
En la Sucursal del Cielo cada cierto tiempo se gestaban movimientos aislados de universitarios, pero en julio de 2021, según Desde abajo, la otra posición para leer, Cali se transfiguró en la “sucursal de la resistencia”, con la rebelión de los jóvenes, en un paisaje inhóspito dada la pandemia y el crecimiento inesperado de la crisis económica. La pobreza carcome la ciudad, pues crece la desigualdad y la pérdida de ingresos de los más necesitados. De ahí que los problemas de la metrópolis son estructurales, y eso requiere medidas que no se resuelven con policía, ejército ni paramilitares, menos con medidas contra la protesta, bloqueos y vandalismo.
Y no se puede echar al saco del olvido que la economía de mercado, producto del neoliberalismo, lleva a la desindustrialización, al auge de las importaciones y a hacer posible la “sociedad de consumo”. En esta situación no hay generación de empleo ni creación de oportunidades, avanza la pobreza y la inequidad, sin olvidar las privatizaciones de la seguridad social. A lo que se suma la inmigración, el desplazamiento que tiene origen en la costa pacífica, pues la gente huye de la pobreza de Buenaventura, López de Micay y Tumaco para llegar a Cali e instalarse en la miseria de la periferia, a lo que se anexa la llegada del norte del Cauca, lugar del que se emigra dados los conflictos de los alzados en armas.
Es simbólico que la estatua de Sebastián de Belalcázar sea derribada por los misak y se levante el monumento construido por la comunidad de Puerto Resistencia, dado que la historia se escribe desde arriba, aunque también se vive la historia desde abajo.