Las prisiones son el resultado de una falla en el orden social, aseguran los entendidos en la materia. Las prisiones se construyen para contener y controlar la maldad de un individuo al que con excesiva frecuencia la sociedad le negó las oportunidades para crecer en el bien y no en el mal. La mayoría de personas acaban en la cárcel luego de una niñez de abandono, maltrato, valores negativos, sin oportunidades de reforma o de ir por el camino constructivo y no por el destructivo. Por ello la sociedad es quien falla, la humanidad es quien no cumple su cometido, por ello somos todos responsables. La sociedad, o sea nosotros, fallamos en proporcionar un ambiente donde no florezca la maldad.
Últimamente llegaron a mis manos varias charlas TED y documentales sobre los prisioneros y las iniciativas para hacerlos útiles a la sociedad, para que superen la violencia perenne y sobretodo para que muchos de ellos por primera vez en la vida sintieran el apoyo de otros seres humanos, su amor, su cariño, su entrega incondicional. Todo con el fin de que una vida en prisión llegue a tener un significado positivo y que el prisionero se sienta digno de sí mismo. En este momento cambia la concepción de prisión como castigo por el de restricción correctiva —las correccionales—. Los prisioneros son gente que ha sido ignorada y que desea desesperadamente que alguien le indique una mejor forma de vivir la vida, afirman en estos vídeos los directores y guardianes.
¿Qué se hace en otros países al respecto?
Meditación, ha sido probada en varios países a pesar de la oposición de quienes no quieren los cambios. Su utilidad es manifiesta para reducir la violencia dentro de la cárcel.
Reforestación, mediante el cultivo de semilleros dentro de los muros, para luego ser plantados en las montañas aledañas. Conservación de especies en vías de extinción, en colaboración con biólogos. Definitivamente, no es trabajo de mano de obra barata —como esclavitud—, es trabajo dignificante, remunerado y que se traduce en una mejora evidente de las condiciones de vida al interior de la prisión. El objetivo del trabajo no es reducir penas (aunque puede ser un valor agregado), es mostrarle al ser humano capacidades que tenía ocultas, talentos no descubiertos, dones a aplicar.
Doy un aplauso a quienes estén por este camino en Colombia, así no haya logrado encontrarlos en mi corta búsqueda. Mi objetivo, como siempre, es tomar un tema general, para llegar a hablar del ser humano y su capacidad de superación, y hacer notar cómo todos somos, en algo, responsables de lo que sucede alrededor.
En el crimen, al igual que en la enfermedad, es menos costoso prevenir que tratar, castigar o lidiar con él. Y el remedio para ambos, enfermedad y crimen es el mismo: desarrollar al máximo la capacidad de amar en el ser humano. Esta no cuesta nada.
Termino con dos citas:
Tomás Moro, Utopía (1516): “Así como es propio de un médico ignorante el no saber curar una enfermedad sin causar otra, así el que no puede corregir la conducta de los ciudadanos sino suprimiéndoles las comodidades de la vida debe confesar que no sabe gobernar a los hombres libres”.
Cesare Beccaria: “¿Queréis prevenir los delitos? Haced que las luces acompañen a la libertad”.