Para empezar, una breve anécdota:
Corría noviembre del 2016 y dos compadres se encontraron para conversar. A los pocos días se votaría el susodicho plebiscito por la paz y el compadre mayor no se decidía a participar. El más joven le insistía en la importancia de votar, ya fuera por si o por el no, hasta le recordó la votación del plebiscito de 1957. Intentando comprender su indecisión le formuló algunas preguntas, así se generó el siguiente diálogo:
—¿Acaso, es qué le da miedo que los guerrilleros vayan al Congreso?— preguntó el joven.
—Sí, bastante— respondió el mayor con cierta preocupación.
—Pero, compai, es importante que ellos hagan política y también campaña, para eso fue que negociaron.
—No, no es eso. Si me parece bueno que hagan política, ya la gente verá si vota por ellos. A mí preocupa es otra cosa.
—¿Qué es pues?
—Hombre, pues que los terminen corrompiendo en el Congreso.
***
Ad portas del cuarto año en el capitolio
La tercera legislatura del “Congreso del Covid” cerró con dos acontecimientos inimaginables hace apenas una década. Por un lado, la senadora Sandra Ramírez concluyó sus funciones como segunda vicepresidenta del Senado; y por el otro, el senador Pablo Catatumbo, en representación de los partidos de oposición, fue seleccionado con Antonio Sanguino y María José Pizarro para hacer uso del derecho a réplica otorgado por el estatuto de oposición (creado por disposición del acuerdo de paz). Seguramente son dos momentos excepcionales en la joven historia del partido. De esa forma, la colectividad surgida tras el desarme de las Farc-Ep y rebautizada en su Segunda Asamblea Extraordinaria como el partido de los Comunes, va ingresando a cuarto año de vida parlamentaria.
A tres años de su llegada al capitolio, los Comunes van aumentando exponencialmente su curva de aprendizaje, caracterizándose por ser una bancada activa, propositiva y disciplinada; sin embargo, llegar a ese punto no ha sido nada fácil, pues a la contingencia de iniciar su reincorporación política en el Congreso, la casa natal de la clase política tradicional, la corrupción y el clientelismo, se han agregado tensiones internas y externas que han moldeado y condicionando su naturaleza partidaria. Entre las más relevantes se encuentran: la negativa de Márquez de asumir su curul en el Senado; el show mediático que rodeó el caso Santrich; la inexperiencia en sus dos primeros procesos electorales y una reciente fractura con un sector crítico encabezado por los senadores Victoria Sandino e Israel Zúñiga (Benkos Biohó).
En términos de gestión legislativa, y según información del portal Congreso Visible, sus congresistas se encuentran entre los más activos en cuanto a coautoría de proyectos de ley, radicación de actos legislativos y convocatoria a audiencias públicas; por ejemplo, el senador Julián Gallo (Carlos Antonio Lozada) figura como coautor de 98 proyectos de ley mientras que el representante a la Cámara, Omar Restrepo (Olmedo), ha radicado 93. Son cifras destacadas y que evidencian una correlación equivalente entre las bancadas en Cámara y Senado; asimismo, las materias de estos proyectos no se circunscriben únicamente a componentes asociados a la implementación del acuerdo de paz, ya que abordan temas como la renta básica; el mínimo vital de servicios públicos; la garantía de derechos sociales; la reducción del salario de los congresistas y hasta la lactancia materna.
En cuanto a votaciones, los comunes han demostrado estar del lado de los colombianos, interpretando sus principales inquietudes. Esto les ha permitido presentar su plataforma política a varias audiencias, especialmente a públicos más urbanizados y distantes a las realidades de la ruralidad dispersa (donde históricamente han tenido un mayor arraigo). Su agenda resulta siendo marcadamente progresista; por ejemplo, abogan por la prohibición del fracking; la promoción de esquemas asociativos de ordenamiento territorial alrededor del agua; la garantía de una renta básica (así como de agua e internet) y la reducción de la jornada laboral. Así, se han logrado integrar, en términos legislativos, a un sólido bloque progresista conformado por Colombia Humana, Up, Mais, y un sector de Alianza Verde.
Tal vez el único punto en discordia con ese bloque tiene que ver con su visión de la política regional, específicamente en lo relacionado con la situación de Venezuela y Nicaragua. Mientras que los dirigentes de Colombia Humana (a título personal) se han mostrado críticos Maduro y Ortega, los comunes han publicado comunicados de apoyo y solidaridad a esos gobiernos.
A quienes tienen dudas sobre el compromiso del partido en el Congreso, los invito a conocer y examinar el comportamiento de su bancada y sus congresistas. Desde el portal Congreso Visible podrán revisar detalladamente su gestión y votaciones. Y a pesar de que ninguno de sus proyectos se ha convertido en ley, dado que es una bancada pequeña y el Congreso se encuentra mayoritariamente controlado por la clase política tradicional, también hay que valorar la disposición de algunos de sus congresistas en la elaboración de audiencias públicas territoriales y en la promoción de espacios locales de socialización.
Sin duda, los comunes si legislan a favor del pueblo.