Para nadie es un secreto que el Magdalena y su capital Santa Marta son hasta ahora el laboratorio de lo que sería un gobierno de izquierda en Colombia.
Son las únicas dos muestras territoriales y prácticas que tenemos, para demostrar lo que sucedería en el país si lo llegara a gobernar un gobierno con un modelo de los también llamados progresistas.
Es el único experimento que tenemos de donde se le mire: desde lo social, económico, cultural e incluso desde lo político o de cómo se comportaría la oposición a partir del momento en que asuma el poder un gobierno izquierdista.
Es la prueba real y el ejemplo en que tenemos que basarnos y no en la falsa, hipotética o terrorífica situación con la que la derecha y ultraderecha del país, incluidos los últimos modelos de gobiernos uribistas, nos han salido solamente para que les cojamos miedo a un gobierno de izquierda. Sin duda, esa mentirosa advertencia solo busca que no los bajen del poder en el cual llevan ya 20 años.
El laboratorio experimental comenzó cuando ganó las elecciones por primera vez en la historia de Santa Marta y en consecuencia de Colombia, el izquierdista, profesor, refundador y exrector de la Universidad del Magdalena, Carlos Eduardo Caicedo Omar.
Su éxito como rector en la Universidad del Magdalena, la cual recuperó o sacó del pozo en que siempre había permanecido, fue la maravillosa gestión que le mostró a los samarios, para que votaran por él en su aventura y quijotesca incursión por primera vez en la búsqueda del primer cargo de la ciudad, el cual se creía era solamente para los de las familias adineradas.
Le valió una victoria inédita con la que no solo rompió un mito que se tenía, sino también la historia política de la ciudad, en donde siempre y durante más de 200 años había gobernado la derecha o ultraderecha, liberales o conservadores, los mismos con las mismas o las familias tradicionales de siempre. Jamás un molde distinto había tenido la oportunidad de hacerlo.
Al principio, en los casi dos años de su gobierno, la oposición recalcitrante sin duda, trató por todos lados de hacer lo suyo, es decir, hacer que fuera un mal ejemplo, para lo cual hizo hasta lo imposible a fin de que el mandatario no realizara una buena gestión, pero perdieron la batalla, pues él salió airoso y con una mejor disposición, al punto que, en tan poco tiempo, logró lo que otros mandatarios del pasado no habían conseguido durante muchos años: Unir a la mayoría de los samarios por una sola causa de idea de una ciudad de todos o para todos en contraposición a lo que se tenía siempre, una aldea de unos cuantos o pocos.
Tan es así que, al culminar su administración, lanzó a su más avezado y uno de los primeros militantes de confianza del movimiento político que con mucha fuerza y pasos firmes había iniciado ya la gran gesta política. Nos referimos a Rafael Martínez, quien como su mentor, volvió a romper marca en la votación, lo que consolidaba el buen trabajo del primer gobierno de ese novedoso movimiento político, por lo que pasó a llamarse Fuerza Ciudadana, pues es la fuerza ciudadana lo que lo impulsa a seguir adelante.
Y ha sido tan exitoso como la primera vez, que el pueblo no quiere que se vayan del poder y no lo va a permitir por mucho tiempo, por cuanto saben muy bien que de lo contrario sería como volver a los dinosaurios políticos con sus formas de gobiernos excluyentes, que nunca estuvieron a la altura de sus responsabilidades populares y gobernaron de espalda al pueblo que por más de tres décadas los eligió.
Hasta se ha dado el lujo de romper otras marcas, como la de llevar a la alcaldía a una mujer por primera vez elegida por votos, como lo fue Virna Johnson, actual alcaldesa que ya fue destacada a nivel nacional como una de las mejores mandatarias en medio de la peor crisis sanitaria que todavía vive el mundo entero.
Hoy en día si un samario que se fue de la ciudad desde hace 15 años, vuelve a su terruño, se encontrará con una urbe con muchas obras ejecutadas que no eran ni pensadas por los gobiernos de la derecha y ultraderecha que tuvo la capital turística desde tiempos inmemoriales.
Igual que como en el primer gobierno de izquierda que tuvo la capital del Magdalena, la historia se está repitiendo hoy en día con el mandato del primer gobernador de izquierda del departamento, con la diferencia de que, en esta ocasión, la oposición coloquial de las familias tradicionales se ha aliado o ha tenido el apoyo del peor gobierno de la historia del país, liderado por Iván Duque y su mentor Álvaro Uribe Vélez, quienes a punta de los bloqueos de los recursos públicos, pretenden sitiar al Magdalena y hacerles entender a todas las regiones de Colombia lo que son capaces de hacer si cogen el ejemplo del pueblo del Magdalena y su capital, que en las urnas acabaron con más de 200 años de hegemonía de los gobiernos de la derecha y ultraderecha en este departamento también del cantautor de la Tierra del olvido.
Sin duda somos el laboratorio de la izquierda en Colombia con mucho orgullo.