Pensar, sin matices, en blanco y negro, dividir la humanidad entre mis amigos y mis enemigos; en las negociaciones de cualquier índole, pretender derrotar sin concesión alguna a la contraparte en la línea de todo o nada; ceder y conceder calificadas como actitudes cobardes de los vencidos: son estrategias que forman parte de la cultura en nuestra interlocución con los demás.
Vivimos en sociedades complejas, de alta diversidad y grandes inequidades, agotados de décadas de conflicto y violencia, con la necesidad de escucharnos unos a otros, de reconocer verdades y reconciliarnos, para afrontar los inmensos retos que nos aguardan en un mundo que cambia a ritmo de vértigo.
En vez del reconocimiento, el modo cuadriculado y la atribución de los errores a terceros es la mejor manera de aceptar las propias faltas y, por ahí, buscar correctivos. El informe de la CIDH fue descalificado por el gobierno nacional como lo han hecho los regímenes de Maduro o de La Habana cuando les han dicho la verdad. La intervención de la vicepresidenta Ramírez en la ONU desconociendo los excesos de la Fuerza Pública va en la misma línea. Lamentable por partida doble: no hay afán de enmienda, por un lado, y queda la certeza de no haber dicho la verdad ante la evidencia documental. Por supuesto que los vándalos han causado daños y han segado vidas y debe caerles el peso de la ley; la reacción de Colombia, sin embargo, no puede ser de la misma tónica que la de las dictaduras venezolana o cubana.
Decepcionantes fueron los encuentros entre los representantes del Gobierno Nacional y el Comité del Paro durante las semanas en las que el país esperaba resultados tangibles que permitieran su levantamiento y, por supuesto, pasos seguros hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de millones sumidos en la pobreza, de jóvenes sin futuro. El resultado fue el peor: desgaste y agotamiento por vía de los bloqueos. Grave que cada una de las partes piense que derrotó a la otra.
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En la reunión de la primera línea con funcionarios de la alcaldía de Bogotá , uno de sus voceros fue contundente: “el mensaje es claro: no se va a negociar; se exigen las cosas y punto…”
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En la tónica de todo o nada, ejemplos sobran. A un nivel diferente, en la reunión de representantes de la primera línea con funcionarios de la alcaldía de Bogotá a comienzos de julio, uno de sus voceros, muy joven, fue contundente: “el mensaje es claro: no se va a negociar; se exigen las cosas y punto…” ¿Entonces?
Intransigencia de Fecode frente a la necesidad de la educación presencial, tanto para los niños y jóvenes que tuvieron la oportunidad de las clases virtuales como para los millones que, por ausencia de conectividad a internet, les fue imposible. Padres y madres (muchas cabeza de hogar) necesitan trabajar. Los niños requieren educarse con sus pares; tienen derecho a ello. Lo procedente sería el acuerdo de una estrategia que permitiera el retorno gradual y seguro a las clases presenciales en la educación pública. Es obvio que hay una proporción de sedes de instituciones educativas que no cuentan con los requisitos mínimos de bioseguridad, que carecen de agua potable y de condiciones para el distanciamiento. Pero también es cierto que la gran mayoría pueden abrirse de forma gradual. Según Julián de Zubiría, tanto el MEN como Fecode se equivocan (el primero minimizando el número de instituciones educativas con problemas; el sindicato exagerándolo): hay un 30% de I.E. con problemas; las demás pueden abrirse de manera gradual y segura. Los docentes han sido vacunados en más de un 95%… Los más afectados: los niños y jóvenes.
Lo de conceder y ceder es otra arista de la cultura. Según Semana (10.7.21), Oscar Iván Zuluaga, un hombre correcto, fue duramente criticado por copartidarios suyos por aceptar en el 2014 los resultados electorales dando por vencedor a Santos, en vez de optar por la vía de denunciar fraude y desconocerlos.
O Petro, excelente senador, que votó en blanco en el 2010 (cuando se enfrentaron Mockus y Santos), argumentando que lo hacía en contra de los candidatos del paramilitarismo; y que el voto en blanco en el 2018 fue cómplice del uribismo… Vueltas que da la vida: Mockus apoyó a Petro en el 18…
A más de 30 años de caído el Muro de Berlín resulta sorprendente ver personajes educados afirmado que la JEP es comunista. Y a otros que consideran que, por ningún motivo, debe haber repudio a unos de los crímenes más brutales, el de los falsos positivos.
Sin matices, sin reconocer al otro, sin empatía para escucharlo, sin conceder, Colombia anda atascada y sumida en una nueva espiral de violencia verbal y física.