Juan Pablo Urrego, el actor paisa que conquistó a Cannes

Juan Pablo Urrego, el actor paisa que conquistó a Cannes

Se hizo famoso en televisión interpretando al querido 'Nacho' en Sin tetas no hay paraíso. Ahora se consagra en el cine con Memoria, la película que ganó un galardón

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julio 21, 2021
Juan Pablo Urrego, el actor paisa que conquistó a Cannes

En el colegio Corazonista de Medellín a los 10 años, los profesores no sabían qué hacer con Juan Pablo Urrego. Tenía tanta energía que le recomendaron ritalil para que se concentrara. Sin embargo sus papás, Don Oliverio y doña Luz Marina, no iban a permitir que les embobaran con drogas a su hijo. Esa cansoneria constante no era otra cosa que la manifestación de un talento boyante, exacerbado, que sólo había que canalizar. Le gustaba el teatro en ese colegio porque le daba la oportunidad de disfrazarse, de ser otro. Así que en segundo bachillerato, cuando las directivas deciden botarlo, recae en el colegio Euzkadi quien cargaba en esa época, finales de los años noventa, la cruz de ser considerado el limbo a donde iban a parar los alumnos más insoportables de la ciudad.

Sin embargo fue lo mejor que le pudo pasar a Juan Pablo. Allí conoció al profesor de español y literatura William Cano quien le daría el consejo que le cambiaría la vida: “Oíste Juan Pablo, vos tenés es que actuar. Si tenés una exposición haz un monólogo. Si hay día del idioma interpreta a C Cervantes. Dale rienda suelta a la vocación haciendo lo que querás y como querás” con esa libertad Juan Pablo empezó a interpretar sus primeros personajes y mientras preparaba un examen empezaba a forjar la experiencia con la que veinte años después es considerado uno de los mejores actores del país.

Juan Pablo se graduó a los 16 años y, sin saber muy bien qué hacer, se metió a estudiar Administración de Empresas. En la mitad del semestre, mientras estaba una clase de cálculo a las seis de la mañana, se dijo a si mismo “¿Yo qué estoy haciendo acá?” Lo de él era actuar. Se fue a Bogotá y, sin experiencia, se presentó a un casting. La directora Cecilia Vásquez le dio un consejo fundamental “Estás joven, estudia actuación primero, San Antonio de los Baños es el lugar” Así que se va para Cuba, está dos años y luego se va a Argentina, al monasterio donde una tía monja vivía en las afueras de Buenos Aires y se convenció de que quería ser el nuevo Ricardo Darín, uno de sus dioses en la tierra.

Quería forjarse una carrera en ese país, no regresar al país, pero, cuando tuvo que volver al matrimonio de uno de sus hermanos, se le apareció la oportunidad de hacer un casting en el país. Lo presentó, se devolvió a Buenos Aires y desde allá recibió entonces el mail donde le notificaban que había pasado la prueba. Entonces empezó a consolidarse una de las carreras más prometedoras de la televisión nacional.

Su primer gran reto actoral fue compartir escena con Marlon Moreno. Estaban haciendo el Capo 2 y, el primer día en el que tenía que compartir escena con él, le dijo a la directora, sin miedo, que donde estaba Marlon. En ese momento el actor estaba en un salón amplio de RCN practicando sus líneas. Juan Pablo lo interrumpió, se presentó y empezó a hacerle preguntas sobre las escenas que deberían compartir, incluso se atrevió a hacer sugerencias sobre cómo interpretarlas. Moreno quedó impresionado. El muchacho había estudiado.

Han pasado los años y ese profesor Cano del Euzkadi no se equivocó. Urrego ha deslumbrado internacionalmente con su papel de Popeye en JJ y en el cine ya lleva dos películas consagratorias. El año pasado El olvido que seremos, la película de Fernando Trueba sobre el libro de Hector Abad Faciolince, estuvo en la selección oficial de Cannes y este año con Memoria, la obra maestra del tailandés Apichatpong Weerasethakul, en donde comparte set con la legendaria actriz británica Tilda Swinton, acaba de ganar el premio del jurado en Cannes.

En la presentación de la película, cuya ovación duró 7 minutos, a Urrego no le tembló la voz para decir lo que muchos artistas callan: “En Colombia nos acostumbraron a la muerte, nos acostumbraron a que matar es normal y matar no es normal. No podemos permitir que un asesinato se nos vuelva paisaje y mañana ocurre otro y no pasa nada”

Urrego, un cinéfilo irredento, está cerca a vivir lo que siempre soñó: tener que pasarse la vida en un set de cine. Su carrera se está moviendo para ese lado, el de dejar la televisión y dedicarse solo a la pantalla grande. A sus 35 años tiene el camino despejado para hacerlo.

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