Así es la misión médica que atiende a los heridos de la primera línea en Cali

Así es la misión médica que atiende a los heridos de la primera línea en Cali

En cambuches improvisados, bomberos, enfermeros y hasta psicólogos ofrecen sus servicios. Algunos incluso amenazados cuentan cómo es salvar vidas en las resistencias

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julio 17, 2021
Así es la misión médica que atiende a los heridos de la primera línea en Cali
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La escena era como de película de guerra: en las camillas improvisadas, instaladas en un parque abandonado bajo carpas de plástico, Alejandra y sus compañeros reanimaban a dos jóvenes que se debatían entre la vida y la muerte: Jaime, impactado por tiro de fusil en el cuello con salida en la cara y Cristian, impactado por fusil en la cabeza. Al mismo tiempo, un grupo de muchachos cubría con las camillas rígidas y los escudos improvisados de los ‘primera línea’ a los heridos y a los mismos médicos de los gases lacrimógenos y las balas de los fusiles que les lanzaban los agentes del ESMAD y el GOES. El sonido de las explosiones se intercalaba con los gritos de los médicos que llevaban la cuenta de las compresiones que hacían en el pecho de cada paciente: por cada 30,dos ventilaciones. Ninguno de los dos jóvenes sobrevivió.

La noche del 4 de junio fue la más difícil desde el inicio del paro para la Brigada de salud de la carrera primera, en el Norte de Cali. El grupo de 20 voluntarios entre brigadistas, enfermeros y auxiliares de enfermería, lleva desde el 28 de abril dedicado a atender a los heridos que han dejado los enfrentamientos con la fuerza pública, y en general, a niños y hasta adultos mayores que van por control de sus enfermedades y medicamentos porque no tienen cómo llegar a sus puntos de atención médica.

Entre ellos está Alejandra Jaramillo, una enfermera y comunicadora social que trabajaba como locutora en una emisora local hasta ese 28 de abril, cuando en Cali estalló el caos. Lleva más de dos meses en ese punto médico improvisado que ha ido llenándose de los elementos médicos que dona la comunidad; y que incluso, ahora cuenta con el permiso de la Secretaría de Salud para el uso del parque abandonado en donde está instalado. Alejandra ha visto pasar por ahí decenas de pacientes, algunos que gracias a su gestión y la de sus compañeros, contaron con la suerte de seguir con vida.

Aunque la comunidad los apoya, algunos los han catalogado como criminales. A pesar de que el bloqueo paró, Alejandra asegura que es incierto hasta cuando estarán ahí.

La creación del punto fue por pura casualidad, ninguno de los brigadistas se conocía. Estaban en diferentes lugares de Cali atendiendo por separado con agua con bicarbonato, leche para contrarrestar los gases lacrimógenos y equipos básicos como fonendoscopio. El primero de mayo, Alejandra y tres personas más se encontraron de urgencia en medio de algún enfrentamiento, corrieron hasta un parque en la carrera primera y ahí, en cartones puestos en el piso, empezaron a atender a los heridos.

Desde ese momento no se volvieron a separar: crearon el punto médico y la comunidad les entregó insumos para poder hacer su gestión: solución salina, vendas, camillas y otros elementos básicos más. Con los días empezaron a llegar otras personas de salud a apoyar: enfermeros, médicos y hasta psicólogos. Al inicio eran alrededor de 20 voluntarios, ahora, con el paso del tiempo y el desbloqueo del punto de resistencia, el personal de salud lo componen 3 personas fijas y 3 o 4 más a la espera del llamado por alguna emergencia grave. Con esos turnos tienen atención 24 horas al día.

Dos o tres cuadras más arriba, cerca al CAI que ahora es la “Biblioteca Nicolás Guerrero”, al lado del cementerio, hay otro punto. Mucho más precario que el de Alejandra, pero con la misma disposición para atender cualquier emergencia. Allí el líder es Carlos, un bombero que al igual que sus compañeros, se entregó al cuidado desde el inicio del paro.

A pesar de estar tan cerca el uno del otro, los puntos parecen mundos diferentes. Este es una carpa verde, con un par de sofás de segunda mano, una especie de camilla y uno que otro elemento médico acomodado en estantes. En este punto son 22, entre enfermeros, voluntarios y auxiliares de enfermería. Han hecho capacitaciones de inyectología, cómo canalizar una vena, transporte de pacientes, cómo identificar una fractura, cómo actuar en caso de incendio y todo lo que deberían saber para ayudar a la comunidad. Servir los motiva.

Carlos por ser bombero tiene un código que le permite pedir las ambulancias en contacto directo, mucho más rápido que en cualquier otra situación. Desde el 28 de abril organizaron el punto y se dieron a conocer con los muchachos de primera línea para que supieran que siempre iban a contar con apoyo médico. Funcionaban 24 horas y su lema era “somos asistencia, no resistencia”.

Este punto ha contado con la misma suerte del primero: su trabajo ha sido amenazado muchas veces. Hasta allá, aseguran, ha llegado la Policía a tratarlos de “alcahuetas” y, según Carlos, de hijue*** no los bajan. A él las amenazan ya le han llegado a nombre propio; la primera fue el 10 de mayo, al otro día y al siguiente, las llamadas no paraban. Ya el 28, asegura, dejaron en su casa balas de 9 milímetros, de 8, de armas traumáticas y algunas hasta de paintball. Lo último: un panfleto que le entregaron la semana pasada en donde indicaba que si seguía apoyando en el punto, lo mataban.

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Desde que recibió las amenazas, Carlos habló con DDHH y tiene el apoyo de los “abogados N21”. Solo va a la casa a dormir, guarda las balas en un guante de látex que carga a todos lados y está esperando que le aprueben la solicitud de asilo para irse del país.

Desde que el bloqueo terminó, para los puntos de misión médica han llegado días más tranquilos. Ahora están en una nueva etapa de fortalecimiento en la que realizan eventos culturales para que la comunidad se una al paro de una manera diferente, pacífica y en armonía. Su idea es que después de que se levante el paro puedan montar un punto de brigada de prevención y atención a emergencias y capacitar a las personas de la comunidad que quieran pertenecer el.

Si algo tienen en común Alejandra y Carlos es el amor por lo que hacen. Sin importar los obstáculos, como personal de salud se sienten con el compromiso y la obligación de estar ahí para la comunidad, sea cual sea el caso, incluso si en el proceso su propia vida está en riesgo.

 

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