Dos años de caminar, respirar , recorrer y de mirar al abismo por el que muchos suicidas se lanzaron, inspiraron a Mateo Pérez y Diego Benavides. Es el Salto del Tequendama, la cascada que según un mito muisca, se formó por acción divina para evacuar las aguas que inundaban la sabana de Bogotá. Querían entender lo que se escondía detrás de ese místico paraje de la naturaleza que en sus mejores épocas fue ícono de la geografía nacional y hoy es un claro ejemplo de la contaminación que padece el río Bogotá.
El resultado de estos 24 meses de interacción con el paisaje, es la Exposición: El Salto, Geografía de la Mirada, en donde a partir de una serie de fotografías, dibujos, vídeos y algunos objetos relacionados con el Salto del Tequendama, se muestran ciertos puntos de tensión característicos de este lugar: El paisaje majestuoso que atrae la mirada de los turistas, el Salto como un ícono histórico de la nación, y al mismo tiempo como el abismo fatal que buscan los suicidas para acabar con sus penas.
“El Salto no es únicamente ese paraje muchas veces de tránsito, sino que se ha convertido en el ejemplo perfecto de cómo un paisaje ha podido ser al mismo tiempo la representación de la gloria y la magnificencia, pero también del deterioro y de la desidia.”
Precisamente un hecho con el que iniciaron su primer día de investigación, fue con el salto al vacío de un anciano suicida, tal vez el lugar les estaba dando la bienvenida, contándoles que ha sido testigo de penas y glorias y que hoy es un destino olvidado de nuestro país.
Para estos profesores de Artes Visuales de la Universidad Javeriana, la exposición es una ventana para entender cómo es la relación del hombre con el paisaje y también es una manera de visibilizar un lugar rodeado de encanto, desconocido por las nuevas generaciones.
La exposición estará abierta al público hasta el 4 de octubre de 2014, en el Espacio Odeón en Bogotá.