Las cartas de la izquierda colombiana para las elecciones presidenciales de 2022 ya están sobre la mesa. Alrededor de Gustavo Petro (61 años) se reunirán movimientos y dirigentes de izquierda y centro izquierda, incluyendo el Polo, Mais, UP; el ala izquierda del Partido Verde, incómoda en la Coalición de la Esperanza (Inti Asprilla, Camilo Romero, Jorge Iván Ospina), y del Partido de la U (Roy Barreras, Armando Benedetti). En conjunto forman un grupo político con tiquete casi asegurado para la segunda vuelta, pues tiene un case de más de cuatro millones de votos en la primera. Es muy difícil que cualquier otra coalición dispute ese electorado, el cual se ve a sí mismo como más progresista e innovador que cualquier otro. Cabalga sobre el fracaso del gobierno Duque y el ofrecimiento de un cambio radical más cercano al colombiano raso y más alejado de las élites.
El resto del paisaje político está bastante enredado. Las encuestas políticas no detectan la aguda polarización de que se habla todo el tiempo, sino por el contrario, haciendo la salvedad del Pacto Histórico, una dispersión enorme de candidaturas que van del centro a la extrema derecha. Y para polarizar se necesitan dos, que dividan la opinión. Entre Petro y Uribe hay un acre debate político, porque todo los separa, pero si algo perdió el uribismo, con la actitud conciliadora de Duque y su evidente fracaso, más la impopularidad de maestro y discípulo, fue su capacidad para polarizar. Hoy las encuestas ni siquiera registran a sus eventuales candidatos. Por lo demás, no se conoce en la historia de las elecciones libres, de un gobierno tan desprestigiado que haya podido mantenerse en el poder. Duque acabó con la polarización política, lo cual es quizás su principal obra de gobierno.
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La derecha tendrá que buscar un candidato de renombre nacional, conocido, con el carisma necesario para juntar todo lo que allí se está cocinando
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La derecha tendrá que buscar un candidato de renombre nacional, conocido, con el carisma necesario para juntar todo lo que allí se está cocinando: una candidatura del Centro Democrático, una del Partido Conservador, otra de Cambio Radical, una más de los exalcaldes y exgobernadores, cercanos a Uribe, pero no tanto como para no montar rancho aparte, Federico Gutiérrez y Enrique Peñalosa, en solitario. Nadie allí cuenta con un caudal de votos para arrastrar a los demás, idos como están los tiempos en que Oscar Iván Zuluaga ganó la primera vuelta presidencial en 2014. Y sus consultas están todas por definirse, sin saberse si habrá una o varias.
Y está la Coalición de la Esperanza, en teoría de centro izquierda, aunque descontada la presencia de Jorge Robledo y sus 230.000 votos, es más bien de centro. Para su provecho, porque el grueso del electorado en Colombia es de centro y es el centro el que elige al Presidente. La Coalición de la Esperanza, tiene el problema de su indefinición. No ha acordado las reglas de juego para la escogencia de su candidato, ni hay un debate interno en ella. Está abierta a todo el mundo, pero debe establecer una estrategia electoral efectiva. De paso, ese sería el sitio del Partido Liberal.
Nació como un grupo muy numeroso de dirigentes, todos con pretensiones presidenciales, incluyendo los muchos candidatos del Partido Verde, éstos últimos con exiguos capitales electorales. Al Verde le recomendaron que escogiera su candidato y volviera más tarde. Quedó una figura política venerable del Partido Liberal, Humberto de la Calle (75 años); un senador prestigioso de la izquierda, Jorge Robledo (71 años); un político tradicional que viene del Partido Liberal, Juan Fernando Cristo (57 años); el hijo de Luis Carlos Galán, Juan Manuel (49 años); y Sergio Fajardo (65 años), segundo en todas las encuestas, aunque su intención de voto ha venido disminuyendo, atrapado como está hoy en la indefinición de la Coalición; nadie tiene sin embargo más intención de voto que él y nadie está en mejor posición para ganarle a Petro, si pasa a la segunda vuelta.
Fajardo ha tenido una larga trayectoria política, hecha en la calle, en contacto con la gente. A pesar de las acusaciones de sus adversarios, su capital político sigue siendo el de un hombre íntegro, respetuoso de la oposición, enemigo de las posiciones extremas, cercano a la gente, con una ideología liberal y un carisma de profesor desaliñado que defiende un principio ético fundamental: la transparencia en el manejo de lo público, cuya ausencia es la fuente de todos nuestros males y carencias. Es un político de centro por excelencia, y la antítesis de Petro en carácter, estilo e ideología.
Sergio Fajardo será seguramente el candidato presidencial del Partido Verde y ganará la consulta de la Coalición de la Esperanza. Será el candidato del centro, con un toque de izquierda moderada. Pero también el candidato del centro derecha y la derecha, si pasa a la segunda vuelta. Porque, contra Gustavo Petro, si no es Fajardo, ¿quién?