A Vicky Dávila todo lo que no sea extrema derecha le huele feo. Después de calumniar en portada al líder de Colombia Humana, ahora la emprendió contra Claudia López.
Es que a la alcaldesa de Bogotá no le perdonan su orientación sexual y el hecho de que no tiene pelos en la lengua para denunciar al señor de la guerra, Álvaro Uribe Vélez.
Ni siquiera el hecho de que sea acérrima contradictoria de Gustavo Petro le vale a Semana para ser más indulgente con la alcaldesa. A su administración le endilgan sin pruebas el caos generado a nivel nacional por el partido uribista y la pandemia que sacudió al mundo.
Desesperada está la señora Dávila y su jefe Gillinski porque los hechos son abrumadoramente dicientes. Los gobiernos de derecha y los populistas que gobiernan más con la lengua y el hígado que con el cerebro son los que peor librados han salido de esta pandemia.
Por más portadas que inventen no lograrán que la gente olvide que quienes gobernaron durante esta época oscura de la historia fueron los uribistas.