El mes pasado se celebró el Aniversario del Orgullo Gay y de la lucha de esta comunidad contra la discriminación social y el ostracismo. Esta celebración se origina a raíz de las manifestaciones y protestas de Stonewall, en los alrededores de Nueva York, en 1969, simultáneamente con las demostraciones en contra de la guerra de Vietnam y el burbujeante movimiento hippie de los sesenta.
La Posada de Stonewall en Greenwich Village, que en una época había sido de propiedad de la mafia italiana, se convirtió en lugar popular de encuentro para la comunidad homosexual y era, quizás, el único lugar que permitía el baile entre personas del mismo sexo.
Comenzando el día, el 28 de junio de 1969 se inicia una redada policial, donde aprehenden y maltratan a algunos miembros de la comunidad que se hallaban vestidos con prendas femeninas, algo mal visto por la comunidad que prefería que los homosexuales vistieran y se comportaran como heterosexuales, escondiendo y disimulando su realidad.
Poco a poco se encendieron los ánimos y la frustración de tantos años de represión y estallaron en una protesta de indignación que duró cinco días. En el año 2016 el presidente Obama declara la posada monumento nacional.
¿Qué tanto nos distancia hoy el tema de las preferencias sexuales? Como en muchos otros campos, existen los que respetan las preferencias ajenas y los que insisten en aplicar sus propios miedos, secretos, ambivalencias y creencias religiosas a los demás.
¡Nadie es raro, todos somos normales! Dediquemos nuestras energías a aplaudir esas diferencias, a educar con respeto, a apreciar el milagro de la diversidad en todos los campos de la vida y a proteger ese milagro con agradecimiento.