9Solo dos empleados de la compañía en Atlanta saben la clave que contiene la fórmula de la Coca-Cola. Hasta el 2011, cuando supuestamente se reveló la combinación de elementos, este era uno de los secretos químicos mejor guardados del mundo. Todo comenzó en 1886. En el pequeño laboratorio de John S. Pemberton se creó. Lo que buscaba este farmacéutico era crear un jarabe para aliviar la indigestión y que además potenciara la energía del que lo tomara. Por eso se desató la leyenda negra de que el principal elemento que tenía la fórmula de la Coca-Cola era la cocaína.
Fue la farmacia Jacobs la primera en haber comercializado el jarabe. El precio de la gaseosa costaba 5 centavos. Empezaron vendiendo nueve vasos al día pero pronto la cifra se dispararía. Fue una fiebre incontenible y en pocos meses las colas cubrían varios kilómetros. Todos querían vivir esa experiencia chispeante y excitante. Nada había sido tan atractivo desde que occidente descubrió el chocolate.
Fue Frank Robinson, su contable, quien le hizo caer en cuenta del éxito que traía su producto. Él, convertido en diseñador, creó el célebre logo. Dos años después Coca-Cola salía por primera vez de los Estados Unidos y luego consiguió un acuerdo para ser embotellado y distribuido por Estados Unidos. En ese país, en Cuba, en Panamá y Canadá habían ya 400 plantas embotelladoras en 1902. Ojo, en ese momento había una disparidad en el diseño de las botellas. Cada planta embazaba como podía. Pemberton, sabiendo que estas botellas deberían tener una uniformidad, convocó un concurso entre diseñadores. La que ganó fue la botella Contour que, 106 años después, con sus curvas femeninas, sigue siendo uno de los distintivitos y una de las razones de por qué sigamos enganchados como adictos a una bebida dañina pero sabrosa.
El 5 de septiembre de 1940 la bebida aterrizó en Colombia. La Industrial de Gaseosas, Indega, fundada por el inglés Richard Kirby obtuvo de la compañía para usar la marca y el misterioso jarabe que causaba furor en todo el mundo. Cinco años después llegó a Medellin Albert H Stanton, vicepresidente en Atlanta de la empresa. Le gustó tanto la ciudad que se quedó y allí murió. Stanton era un asceta y poco se conoció de él. Nunca se tomaba un trago, nunca se vio en uno de los palacios del tango. Era un hombre consagrado al trabajo aunque, eso sí, en Colombia se casó tres veces. Dejó tres hijos, uno por cada matrimonio y, formó con Kirby, uno de los tándems empresariales más fructíferos del país.
Indega creció hasta disputarle en 1990 a Ardila Lulle el monopolio de las gaseosas. En ese año el sueño de Kirby, que arrancó en los años cuarenta con 13 camiones, 239 mil envases y activos por 50 mil pesos, cincuenta años después tenía 11 mil millones de pesos en activos y 7.500 empleados. Es que la traída de Coca-Cola no sólo potenció la empresa en Colombia sino que les dio alas para expandirse en todo el continente. Las embotelladoras de Brasil y Perú así lo constaban.
En 1990 Kirby, con 80 años, se retira del negocio y con él también muere la participación de sus hijos y los hijos de Stanton en la Industrial de gaseosas. En el 2015 INDEGA pasa a manos de la FEMSA, una de las empresas más grandes de México con la licencia de coca-cola entre sus principales líneas de negocio. El el 2020, pleno año de la pandemia, tuvo un rango de ventas superior a 100.000.000.000 millones.
Poco o nada les importa si Ronaldo, en una conferencia de prensa, le hace el feo a la Coca-Cola. Ya ni siquiera se esfuerzan por posicionar la marca en redes sociales. Coca-Cola, a pesar de las críticas, es la bebida por millones de personas en el mundo. Así cada país intente imitar su sabor, como es el caso acá con Big Cola, la bebida creada en Atlanta hace más de 120 años es única.