Desde los cinco años James Parnell Spears intentó explotar a su hija, la pequeña y talentosa Britney. Desde los tres años, como si fuera una pequeña Mozart, deslumbraba con su música. Una voz preciosa. James ya era alcohólico en 1986 y todos los negocios que había emprendido habían naufragado. Jamie, nacido en Kentwood Lousiana, pleno Cinturón de la Biblia en los Estados Unidos, había sobrevivido a cosas terribles. A los 7 años su hermano menor murió. Cuando lo estaban enterrando su mamá se suicidó sobre la tumba del pequeño. Todo eso lo presenció James. A los 17 años, mientras viajaba con el equipo de fútbol americano de su colegio, el bus se volcó y su mejor amigo murió. Aunque James salió ileso las heridas le quedarían estampadas en el alma.
Desde entonces empezó a tener problemas con el alcohol y la cocaína. A los 22 años es arrestado después de haber sido encontrado con drogas. En 1976 se casó con Lynne Irene y seis años después tendría a Britney. Desde pequeña la montaban sobre el comedor de la casa para que la niña cantara canciones de Diana Ross. A los 10 años Britney debuta en la televisión nacional y dos años después se hace famosa al ser uno de los rostros más conocidos del Mickey Mouse Club, al lado de otras glorias como Cristina Aguilera.
A los 15 años el proyecto terminó y Britney tuvo que regresar a su pequeño pueblo en Louisiana. Entonces, indeclinable en su sueño, empezó a presentarse en Centros Comerciales con su grupo de amigas cantantes y bailarinas. Pronto la rompió. En 1998, a los 17 años, su éxito Baby One more time la catapultó como una super estrella de la música hasta el punto de ser considerada la princesa del pop y la destinada a reemplazar a la súper diva Madonna.
Y todo iba bien hasta que Britney empezó a ser sexualizada de manera despiadada por la prensa. Su relación con Justin Timberlake, que parecía sacada de un cuento de hadas, fue devastadora para ella. Fue acusada de infidelidad y, desde entonces, fue criticada abiertamente por su manera de vestir, por ser una infiel. Ella, tan solícita y amable que siempre fue con la prensa, empezó a ser acosada por los paparazzi. Desde los tiempos de la Princesa Diana no se veía alguien más perseguido, vilipendiado, acosado hasta la asfixia.
En el 2004, para escapar de la tutela celosa de su papá, Britney se casa con el bailarín Kevin Federline. El matrimonio fue un desastre. Britney tuvo a su hijo a principios del 2005. Entonces una tormenta de flashes se sumió contra ella. Britney había dejado de ser una persona para ser el objetivo de curiosidad de toda una nación. Cientos de Paparazzi se hicieron millonarios persiguiéndola. Cuando la diva tenía el bebé en sus brazos la tormenta se hacía peor. Entonces sobrevino el colapso.
En febrero del 2007, mientras estaba con su prima en una estación de gasolina, dos fotógrafos llegaron a molestarla.
En ese momento Britney ya se había rapado la cabeza y toda América afirmaba y se burlaba de su enfermedad mental. La explosión no pudo ser peor. Britney, al ser de nuevo violentada en su intimidad, tomó un paraguas y atacó a los periodistas. Las fotos llenaron de dinero a los paparazzi:
La vida para la princesa del Pop se rompió en dos. Entonces, diagnosticada como esquizofrénica, su papá entró a ser el tutor y, además, el guardián de una fortuna de más de 60 millones de dólares.
14 años después el drama para Spears no para. Después de estar en esa tutela impuesta por una corte de California, la diva ha explotado en redes sociales: “Solo quiero contarles un pequeño secreto», escribió. «Creo que, como personas, todos queremos la vida de un cuento de hadas y, por la forma en que he publicado… mi vida parece verse y ser bastante sorprendente… ¡¡¡Creo que eso es por lo que todos luchamos!!!”
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Mientras tanto sus fans, que son legión, hacen una verdadera cruzada por salvarla de un papá que, como el de Amy Winehouse, no ha hecho otra cosa que convertir su vida en un verdadero infierno.
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