Una mañana de 1974, mientras iba a una de las clases de Ingeniería Industrial en la UIS, desapareció. En esa época no se llamaba Antonio García, sino que todavía tenía el nombre que le pusieron sus papás en Putumayo, el departamento donde nació en 1956: Eliécer Erlinto Chamorro Acosta. Hijo de una familia liberal, cuando nació todavía estaban abiertas las heridas que produjeron el asesinato, el 9 de abril de 1948, de Jorge Eliecer Gaitán. Emeterio, su papá, viajaba desde las profundidades de la selva semanas enteras para asistir a reuniones Gaitanistas tan importantes, tan históricas, como la marcha del silencio o de las antorchas que sentaron un precedente de poder en las calles de la capital. En su casa el joven Eliecer aprendió dos cosas: los conservadores eran el demonio y los únicos curas que servían eran los que predicaban desde el púlpito la Teología de la Liberación.
Tenía quince años y estaba recién llegado a Bucaramanga cuando escuchó en la radio la aterradora noticia. En las inmediaciones al municipio de San Vicente del Chucurí, que en su primer combate había caído la persona que él más admiraba en el mundo: el padre Camilo Torres. Había colgado su sotana de sacerdote para sumarse a las tropas del Ejército de Liberación Nacional y ahora moría asesinado. Terminó unido a la causa a la que le había entregado su vida Camilo, uno de los guerrilleros más carismáticos que tuvo la lucha armada en Latinoamérica.
Dejó atrás su nombre Eliécer Erlinto Chamorro y pasó a llamarse Antonio García. Ingresó a las filas de la guerrilla del ELN.
Desde entonces ha sido considerado uno de los más radicales comandantes de esa organización. Su ascenso fue vertiginoso, con 24 años fue escogido para formar parte del COCE, el Comando Central y órgano máximo de esa guerrilla. En medio de los combates García iba perfeccionando, con libros como Las dos tácticas de la socialdemocracia de Lenin a la vez que se iba ganando la fama de guerrero esforzado que lo convertiría en el jefe militar de la organización.
Ha estado detrás de duros golpes urbanos de esa guerrilla. Ha sido el jefe del frente José María Becerra, quien fue nombrado gestor de paz por el Comisionado de paz Miguel Ceballos, y quien estuvo al mando del secuestro de 285 personas que asistían a misa en la Iglesia Maria de Cali, el 30 de mayo de 1999. . También fue el cerebro detrás del secuestro del vuelo 9463 de Avianca, un Fokker que llevaba 41 pasajeros y cinco tripulantes secuestrados el 12 de abril de 1999 y liberados hasta noviembre de ese año después de pagarle a la guerrilla el millonario monto del rescate.
Sin embargo García se ha especializado en los constantes ataques a la infraestructura petrolera. El estado incluso lo condenó con dureza por estos atentados: condena a 20 años por lo que el estado nacional considera son crímenes de guerra.
Junto a Pablo Beltrán y el comandante mayor Nicolás Gabino y el Cura Pérez reconstruyen de las cenizas el ELN después del golpe de Anorí y la partida de Fabio Vásquez a Cuba con una organización casi destruida. El Cura Pérez asume una dirección colegiada a finales de los años setenta, él como número uno, Nicolás Gabino como comandante militar segundado por Antonio García y Pablo Beltrán el secretario de organización. Y Antonio García segundo comandante militar debajo de Gabino y el responsable de la construcción urbano.
Con la muerte del Cura Pérez en 1998, Gabino pasa a reemplazarlo como comandante general y quien lo sustituye en el mando militar es Antonio García mientras Beltrán continúa como comandante político, rol que lo ha convertido en la cabeza visible en las negociaciones de paz, incluido la última que inició el gobierno de Juan Manuel Santos en Caracas y continuó en La Habana, donde permanece desde hace tres años a la espera de que el gobierno Duque retome las negociaciones. También en La Habana se encuentra el comandante máximo Gabino, a donde se trasladó por un tratamiento médico.
Así las cosas el único jefe del ELN que permanece en Colombia es Antonio García, quien se mantiene activo no solo en el frente militar sino en el político y en el intelectual. Es escritor y poeta y hace poco menos de un mes incluso hizo llegar un texto en el que anunció la aparición de un libro llamado Historias de un Gallero, una vida en el ELN.
García ha sido uno de los estrategas del ELN y ha ido construyendo el plan urbano, que estuvo en cabeza de Ramiro Vargas quien formó parte del equipo negociador con el gobierno Santos, pero quien fue relevado del cargo por sanciones disciplinarias y se desconoce su reemplazo. Desde hace diez años la organización planteo trasladar la guerra del campo a la ciudad, y guiados por esa directriz han estado presentes en la explosión social del mes de mayo, según incluso señalamientos del Fiscal Barbosa y el Ministro Diego Molano y muy posiblemente del atentado a la Brigada 10 de Cúcuta del que se responsabiliza a Julián o Rolo, el jefe del frente de guerra urbano Carlos Germán Velazco.
García permanece en la clandestinidad en Colombia y recibía órdenes directas de Antonio García. Ahora, con el retiro de García por enfermedad, el "orden jerárquico" de esa guerrilla queda así:
- Primer Comandante: Antonio García.
- Segundo Comandante: Pablo Beltrán.
- Tercer Comandante: Pablo Marín.
Uno de los apartes más importantes de la carta donde se habla del retiro de Gabino, y que podría dar pistas sobre un eventual proceso de paz es la centralización de operaciones del ELN el Comando Central "que está en el país y del Estado Mayor Nacional", liberando de "toda responsabilidad a los Comandantes e integrantes de la Delegación de Diálogos que se encuentran en Cuba".
Con esto, el poder militar del ELN, al parecer, sigue intacto y la decisión del 2010 desde el Cuarto Congreso de la guerrilla en la región del Catatumbo en la que se trazó la directiva de hacer la resistencia y trasladar la guerra del campo a la ciudad, tal como lo están haciendo, va avanzando.
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