Las luchas sociales no son propiedad del comunismo

Las luchas sociales no son propiedad del comunismo

No se puede dejar que la inconformidad social sea aprovechada por quienes quieren conducir a las masas a una esclavitud política. Escribe Ariel Peña

Por: Ariel Peña González
junio 24, 2021
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Las luchas sociales no son propiedad del comunismo
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

Siguiendo las tesis bolcheviques De la huelga a la toma del poder, libro escrito por Dridzo Losovsky, en el paro que se realizó desde el 28 de abril en Colombia quedó demostrado que a las facciones marxistas no les interesa encontrar soluciones al pliego de peticiones de emergencia que se le presentó al gobierno nacional, sino que lo que les importa es lograr resultados en los próximos comicios electorales de 2022. Lo anterior utilizando la protesta social de manera oportunista para intereses políticos partidistas. Con esto queda en evidencia que las fuerzas totalitarias comunistas desprecian a las personas que se movilizan esperando respuestas a sus necesidades. De tal suerte que se tiene que insistir en la matriz hegeliana que históricamente une al comunismo con el fascismo y el nazismo.

La confusión ideológica que ha sido constante en la vida nacional lleva a que el comunismo totalitario muestre el repudio que se le hace a la dogmática marxista, como si eso fuera fascismo; comenzando por la academia, en donde a los jóvenes se les enseña la especie de que el anticomunismo y el fascismo son la misma cosa, lo que conduce a un verdadero galimatías, pues al no haber plena claridad para interpretar estos dos conceptos la situación es aprovechada por la mamertería para enredar a la ciudadanía desinformada.

Cuando por ignorancia o mala fe se echa en un mismo costal al anticomunismo y al fascismo se pretende moldear el odio para eludir el debate, pretextando que se está persiguiendo al pensamiento crítico y a la libertad individual, advirtiendo que el comunismo totalitario en la historia ha sido el principal predador de las libertades individuales, debido a que por principio el marxismo es antidemocrático, y estratégicamente usa lo que llama “democracia burguesa” para sus fines dictatoriales.

Causa asombro que los marxistas equiparan el anticomunismo con el fascismo, ubicándolos en el espectro político como la ultraderecha, desconociendo que tanto el fascismo en sus comienzos en Italia igual que el nazismo en Alemania se les consideraba de izquierda, porque manejaban un discurso miserabilista, análogamente a como lo hace el comunismo para engañar a los pueblos.

También es curioso que el jefe de un cartel de las Farc, Iván Márquez, respaldado por la dictadura comunista de Venezuela que dirige Nicolás Maduro, trate de fascistas a sus enemigos políticos, taxativamente revolviendo el anticomunismo con el fascismo, sin olvidar que una de las primeras exigencias de las Farc en la mesa de negociaciones en La Habana fue la de proscribir el anticomunismo, lo que sería un exabrupto, dado que el repudio al comunismo totalitario, prácticamente es patrimonio de la humanidad, que comenzó en el siglo XIX con el rechazo de los trabajadores en las dos internacionales, una de tendencia anarquista y la otra socialdemócrata, a lo cual se debe agregar el liberalismo clásico y todas las organizaciones políticas auténticamente democráticas, que indudablemente tienen que repudiar al marxismo que es la negación de la libertad; además las religiones trascendentales y tradicionales como: el hinduismo, el cristianismo, el budismo y el islam en su esencia son anticomunista.

Dicho esto, el fascismo es hijo del marxismo, visto que su fundador, el italiano Benito Mussolini, fue a principio del siglo XX militante del partido socialista Italiano, marxista acérrimo que hizo expulsar de ese partido a los socialdemócratas por blandos, también era amiguísimo del sátrapa ruso Lenin, quien no ahorraba elogios a favor del Duce. Hay que precisar que las dictaduras han utilizado prácticas fascistas para oprimir naciones, sin importar el signo ideológico llámese de derecha o de izquierda.

El marxismo o comunismo totalitario, el fascismo y el nazismo tienen el mismo útero, pues los tres consideran al Estado como su dios, y así los ciudadanos se convierten en objetos para satisfacer a un líder como fue el caso de Hitler en Alemania o al partido como ha sucedido en los regímenes comunistas, por ello en estas tres aberraciones cuando han asumido el gobierno, el Estado posee todos los poderes sobre las personas quitándoles los derechos individuales.

El triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial en 1945, del que también hizo parte la URSS, heredó la Guerra Fría que le permitió al comunismo internacional proyectarse en diferentes países del mundo, a pesar de ser una doctrina inhumana y dictatorial, que crea nuevas monarquías y camarillas que después de conquistar el poder busca perpetuarse para siempre en la dirección del Estado, mediante la represión y el crimen, a lo anterior se agrega que el dictador cubano Fidel Castro fue desde 1959 hasta el derrumbe de la Unión Soviética 1991 peón de brega del Kremlin, para buscar que los países latinoamericanos cayeran en las fauces del imperio soviético.

Fidel Castro con la caída del muro de Berlín, aprovechándose del atraso de algunos pueblos de la región, usó al líder sindical brasileño Lula da Silva para montar el Foro de São Paulo en 1990 y así reciclar los desechos del marxismo-leninismo repudiados en el viejo continente, pero además contó con la ignorancia de Hugo Chávez en Venezuela, quien se creía la encarnación de Simón Bolívar y un nuevo mesías para llevar a estas naciones al paraíso terrenal.

Un común denominador tanto del fascismo como del nazismo y el comunismo es el terrorismo, que utiliza métodos violentos indiscriminadamente en contra de la población para amedrentarla, buscando fines políticos y económicos especialmente, por ello Hitler decía: “Las masas necesitan eso. Necesitan algo que les cause pavor” y para el caso colombiano no se puede olvidar que las narcoguerrillas marxistas de las Farc y el Eln han sido responsables de los peores actos terroristas que han ocurrido en el país durante los últimos 57 años, en donde todo ese salvajismo ha sido practicado para tomarse el poder.

Basándose en el humanismo, moral y éticamente se debe de ser antifascista, antinazista y anticomunista, pues ello es inherente a la civilización, porque las tres doctrinas abyectas que hemos denunciado deben de estar en el basurero de la historia para que no le causen más daño a las naciones. Subrayando que para el caso latinoamericano el comunismo totalitario es la principal amenaza de la libertad y la democracia (como el caso reciente del Perú en donde Pedro Castillo un comunista lunático, ganó las elecciones) porque tanto el fascismo y el nazismo están reducidos a una mínima expresión, pero el marxismo con sus diferentes caretas sigue timando a los pueblos, ocultándose en una falsa sensibilidad social, para que los ingenuos caigan en su trampa.

El comunismo totalitario o marxismo es diferente al comunismo libertario que surgió en la Primera Internacional de los Trabajadores en el siglo XIX, cuando los dogmas de Karl Marx fueron abominados por los obreros, porque dicho señor quería conducir a las masas a una esclavitud política mediante el Estado, apoyándose en métodos burocráticos y violentos.

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