Rodolfo Hernández, un demagogo de grandes proporciones

Rodolfo Hernández, un demagogo de grandes proporciones

"Para el exalcalde de Bucaramanga resulta más estratégico posicionar un mensaje claro, directo y abiertamente confrontacional". Una mirada a raíz de su apuesta presidencial

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
junio 22, 2021
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Rodolfo Hernández, un demagogo de grandes proporciones
Foto: Facebook @rodolfohernandezsuarez

El exalcalde de Bucaramanga cada vez se va quedando más solo en la carrera por la Casa de Nariño. Por el momento, se encuentra por fuera del Pacto Histórico y la Coalición de la Esperanza. Ninguna le convence y recientemente dirigió ciertos dardos envenenados contra Petro (de quien afirmó que es un pésimo administrador). Su estrategia para el Congreso, sustentada en una versión a mayor escala de la Liga Anticorrupción (el grupo significativo que creó para las elecciones de 2019), tampoco encontró eco entre líderes nacionales. A Hernández solo lo acompaña una sólida base de apoyo regional y la expectativa de convertirse en un fenómeno electoral a partir de una campaña virtual, impulsada desde las redes sociales (especialmente Facebook).

A su favor tiene el entusiasmo que su agresivo discurso genera entre miles seguidores, muy activos en redes sociales y que de cara al 2022 esperan convertir al “llanero solitario” en un outsider arrasador. ¿Podrán lograrlo?

La Liga por encima de la izquierda, el centro o la derecha

Al exalcalde no le preocupa asumirse en áridas discusiones ideológicas o confrontaciones teóricas. Él no se desgasta discutiendo si “existe el centro” o si representa la verdadera centroizquierda (como se autodefinió el Pacto Histórico en el reciente debate Roy-Petro), para Hernández resulta más estratégico posicionar un mensaje claro, directo y abiertamente confrontacional. Un mensaje que permita construir una pesada atmósfera emocional ambientada desde dos bandos en disputa, es decir, un ellos y un nosotros. Es una visión descafeinada de una lucha secular entre el bien y el mal. Un duelo entre enemigos y no entre adversarios. De ahí que el mensaje deba ser algo simple, sin mayor profundidad ideológica y capaz de mover la emocionalidad del ciudadano de a pie.

Así fue como llegó a la alcaldía de Bucaramanga en 2015 y aspira llegar a la Casa de Nariño en el 2022.

Tras muchas especulaciones, la Liga adoptó un mensaje dividido en cuatro partes: no mentir, no robar, no traicionar y 0 impunidad. Son palabras que también funcionan como mantras cotidianos o mandamientos.

¿Y los enemigos? Se encuentran en todas las orillas políticas, son los políticos profesionales y burócratas pendencieros enquistados en los partidos y directos responsables de convertir a Colombia en el “país más corrupto del mundo”.  A Hernández le resulta electoralmente rentable profundizar la desinstitucionalización y el desprecio por todo lo que huela a clase política, pues en su narrativa existencial, él será el “despertador” que sacará a Colombia de la pesadilla y liderará la Liga Anticorrupción (no es un mesías, es un superhéroe).

De ahí que su lógica pierda sentido cuando se desdibuja la frontera entre un ellos y un nosotros, pues desde esa perspectiva solo es posible estar con él o en contra de él. Cuestionarlo, así tenga varias investigaciones encima y haya muchas sombras sobre su administración, implicaría asumirse en el bando de los ladrones y los corruptos.

Si no hubiera sido alcalde o no tuviera vasos comunicantes con el establishment empresarial o político (no hay que olvidar que una entrevista manifestó que le conserva “gratitud” a Uribe), podría etiquetarlo como un populista indefinido o un outsider en potencia. Pero solo lo veo como un demagogo virulento y agresivo.

¿El tiempo de la Liga?

Creería que las condiciones sociales y políticas del país están dadas para posicionar un discurso demagógico o populista. Es más, entre más agresivo e indignado sea el discurso, se podría percibir más honesto y representativo. Sin duda, es un terreno donde Hernández tiene todas las de ganar. Su discurso no se caracteriza por tener gran amplitud o profundidad intelectual, se encuentra lleno de lugares comunes y sentencias agresivas; tampoco se preocupa mucho por estructurar sus propuestas, ya que por lo general solo presenta recetas sencillas y digeribles; por ejemplo, expropiarles la pensión a los corruptos, pero en las actuales circunstancias resulta siendo muy efectivo.

Hasta su autoritaria y clásica grosería tiende a ser revestida por sus incondicionales como una muestra de mano dura contra la “ladronería”. Antropológicamente su perfil se asemeja al del taita que sabe como son las cosas e impone su criterio (así sea a los golpes). No se puede olvidar que es el incuestionable líder de una Liga Anticorrupción.

En medio de la peor crisis social en la historia del país, con unos niveles de pobreza y desigualdad aberrantes, ese discurso, tan simplista y emocional, resulta bastante seductor. Poco importa la división de poderes (como si fuera facultad de un presidente andar quitando pensiones); la necesidad de impulsar las grandes transformaciones desde Congreso o reinstitucionalizar el país, resulta más determinante derrotar a los corruptos y nada más. Por lo general, las películas de superhéroes terminan con el mundo hecho ruinas y un héroe ganador. ¿Qué viene después?

Un superhéroe solitario

Ya sea por su particular forma de hacer política o como trata a sus contrincantes en su artificial atmosfera emocional, lo cierto es que Hernández se va quedando solo en apuesta presidencial. Sus recientes ataques a Petro lo alejan (temporalmente) del Pacto Histórico y tampoco ha encontrado un espacio identitario en la Coalición de la Esperanza. El conocido analista Gilberto Tobón, principal fichaje del petrismo para el Congreso, se negó a encabezar la lista de la Liga al Senado y el empresario Mario Hernández se rehusó a ser fórmula vicepresidencial. Al principal superhéroe de la Liga solo lo acompañan, por el momento, sus miles de incondicionales en redes sociales (entre su perfil público en Facebook y grupos abiertos suma cerca de un millón) y la potencia seductora de su discurso demagógico.

Al parecer, su campaña se concentrará en ese universo (no el de Marvel o DC) y será virtual.

Mientras el exalcalde Petro sigue profundizando su giro pragmático, marchitando su mesianismo y abriéndole espacio a la plena del santismo y a los uribistas desencantados, organizando un prematuro debate en un hotel simbólico del establishment financiero y hasta afirmando que de llegar a la presidencia se sentará con Uribe para converger los alcances de una eventual reforma agraria, el exalcalde Rodolfo Hernández apuesta por todo lo contrario, por profundizar la crisis institucional para investirse en un aura salvadora. Bien sabe que vivimos en un país que en tiempos de crisis demanda salvadores.

Despertar a Colombia será la misión de la Liga y su principal arma de batalla se encuentra en la potencia demagógica de aquel superhéroe solitario. Ya en los próximos meses podremos ver que tan efectiva será y si se logra imponer ante propuestas más institucionales o pragmáticas.

Personalmente, esperaría que, en esa película a estrenarse en el 2022, el superhéroe sea derrotado.

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