El retamo espinoso es originario de la costa occidental de Europa y se encuentra dentro de las cien especies invasoras más peligrosas del mundo. En el país ya ha invadido ecosistemas altoandinos y páramos.
“En una vaina puedes encontrar de 4 a 7 semillas de retamo espinoso”, dice David Felipe Díaz Peña, ecólogo e integrante del Lab-taller de ecodiseño, educación y gestión ambiental Invasor-Ocupante SAS.
El arbusto llegó en los años 50 al país para contrarrestar la degradación del suelo, pero ahora representa una amenaza para los ecosistemas nativos, como el bosque andino, altoandino, páramo y humedales de montaña.
“Llegó a Colombia a través de unos procesos de control de la erosión e implementación de cercas vivas y no se tuvo cuenta en ese momento las posibles contingencias biológicas que tenía esta planta que ahora es una plaga”, añadió Díaz Peña.
Solo en Bogotá ya ha invadido más de 15.000 hectáreas en el Páramo de Sumapaz, en la localidad de Usme. Allí comunidades locales, colectivos ecológicos y las entidades distritales luchan por su extinción.
“La estrategia de erradicación responde a un trabajo académico técnico, y es por eso que se hace de manera articulada”, dijo la alcaldesa local de Usme, Mabel Andrea Sua.
Además, en Usme están convirtiendo al retamo espinoso en un poderoso aliado ambiental “a través de la transformación del mismo papel, materas, llaveros y otros elementos de uso cotidiano para poder erradicarlo”.
Con el fin de proteger el Páramo de Sumapaz, los campesinos trabajan en evitar que este arbusto suprima poblaciones de especies nativas y afecte el funcionamiento de ecosistemas nativos.
“Con los campesinos trabajamos para hacer una erradicación efectiva del retamo”, añadió la mandataria.
De esta planta se pueden elaborar hasta 1.000 materas, y se ha convertido en una forma práctica de erradicación de esta especie invasora.