La mesa de apuestas de los politiqueros y burócratas debe arder. Supondrán unos que en las calles los gritos se cansarán, que la lluvia y el virus harán lo suyo, que todo globo se desinfla y el garrote con sangre entra haciendo fácil estafar a incautos con nuevas promesas de papel. Amasarán otros en sus otras orillas, noches largas contabilizando votos, descontando días para el pitazo electoral: esta rabia la encauzo yo; soy el altoparlante de la estampida; mi hora ha llegado y ya puedo proclamarme el designado del descontento que marcha.
Hay malas noticias para ustedes políticos de oficio: la mayoría de quienes se dan contra las paredes de ciudades demolidas en años, lo hacen precisa y casi que exclusivamente contra ustedes; nunca han creído ni lo harán ahora en sus ofertas, en sus arrepentimientos, en sus enmendaduras sobre la marcha, en su retahíla degenerada de un nuevo amanecer. Ustedes son la causa, no la solución y, por lo tanto, no representan ni amortiguan ninguna esperanza.
Lo que arrancó en las calles de Colombia en noviembre de 2019 y se amplificó este año no va a parar, no hay garrote ni zanahoria, policía bueno o malo que lo contenga. Se soltaron los caballos, como en la salsa, y muy pocos serán los que se contenten con las manos vacías. ¿Qué quieren o cómo lo quieren? Es muy pronto para saberlo y más tonto viene a ser reducirlo a otro pliego de peticiones. Pero den por sentado que no es limosna, ni aspirina; la matrícula cero de un par de semestres académicos, la tarifa más baja del bus, el programa especial de gobierno para jóvenes porque ahora sí, como si de la nada hubieran aparecido, ahora sí que son muy importantes y visibles lo jóvenes. Desde luego no, otro pincelazo desteñido de esos no es lo que quieren, no es a lo que aspira esta sociedad que no sale toda unida a las marchas (porque nunca ha estado unida), pero se personifica en ellas.
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¿Qué quieren o cómo lo quieren? Es muy pronto para saberlo y más tonto viene a ser reducirlo a otro pliego de peticiones. Pero den por sentado que no es limosna, ni aspirina
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Aquí ya no hay linealidad. No se trata de todo lo que históricamente ha empezado y concluido con pedidos y concesiones; no se expresa a la manera usual de la mesa de diálogo entre “ustedes y de otro lado nosotros”, entre gobierno y sindicatos, porque aunque el gobierno utilice el mismo empaque de hace décadas, no es un sindicato el que se aposta en las calles. Lo más cercano a lo que se manifiesta ahora es un aullido catártico contra la estafa, una forma de escudo improvisado ante el atraco sistemático de los poderes públicos; contra la burla que se agranda, esa inconsistencia del lenguaje, de la escuela que promulga honestidad, moral, igualdad, democracia, solidaridad y tira a la calle gente para que pase por en cima de otra gente. Aquel montón de curas, banqueros, legisladores, financieros, delfines, presidentes, alcaldes, expertos, magistrados, conferenciantes, militares, plaga devastadora que ha hecho de las suyas sin enmienda y sin medida.
Ya para qué seguir siendo árbol si el verano de dos años me arrancó las hojas y las flores / ya para qué seguir siendo árbol si el viento no canta en mi follaje / si mis pájaros migraron a otros lugares / Ya para que seguir siendo árbol sin habitantes / a no ser esos ahorcados que penden de mis ramas como frutas podridas en otoño, decía Raúl Gómez Jatin hasta el último día que se estrelló contra el mundo, hasta que el mundo lo estalló del todo.
Por estos tiempos aporta más el fuego que el humo de siempre. Tal vez nadie se conforme de aquí en adelante con choque de manos temporales, con paliativos para la foto. No se pone en duda que hay mafias y otras plagas con su taladro entre las protestas, pero ni eso demerita la validez del reclamo, un reclamo que inocultablemente es mayoritario.
Lo que hay que hablar, siendo esa la única forma válida de cambiar esto, apenas está comenzando. Se equivocan los que calculan que la meta de llegada se sitúa en las próximas elecciones, porque este es apenas el preludio de una nueva forma de larga marcha que sin ideología ni liderazgo utilitario de políticos, pone en el banquillo de los acusados a la democracia tramposilla, a esa democracia engordada de vicios en una historia que se ha encargado de joder a la mayoría en doscientos años de sistema republicano todavía por cimentar.
En Chile parece haber un punto de encuentro en la constituyente de gesto independiente que avanza. El extraordinario libro “Sobre la marcha”, de Patricio Fernández lo narra con discreción y esperanza. Aquí falta travesía, nuevos naufragios, y hay que tomar aire.