El gobierno de Duque, como siempre anda perdido sobre los asuntos económicos, sociales y políticos. En estos últimos, tal vez por ignorancia, confunde lo político con lo electoral, siendo que todo lo electoral es político, pero todo lo político no es únicamente electoral. Claro que para el uribismo política es solamente comprar votos y ejercer presión al elector a través de herramientas cuestionables, que es su manera de hacerse elegir.
Según la Real Academia de la Lengua, la política es un “conjunto de orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado". Y según Wikipedia, "es el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos”. Como se puede ver, ni en una ni en otra fuente, concentran la definición en los procesos electorales, de modo que podríamos decir que toda acción o postura de un individuo frente a un asunto público, es política. Por lo tanto, las protestas y los paros, todos, son actos esencialmente políticos, para que Duque no se aterre.
Pero la política, desde la óptica sociológica, tiene sentido en la medida en que se enmarque dentro de procesos relacionados con el ejercicio del poder, de manera que los actos y posturas no deben ser sucesos aislados o puntuales, sino eslabones de una cadena estratégica que conduzca a los cambios que la sociedad requiere, los cuales solo se pueden hacer desde el poder de Estado y, en el caso colombiano, mediante la expedición de leyes por parte del Congreso, no obstante de que este organismo corrupto está vendido y entregado a los intereses de la élite de poder. Pero eso no quiere decir que sea mala la institución del Estado de derecho, sino que el régimen político ha llevado a ocupar las curules a mercenarios de la politiquería, por lo cual basta con cambiar a quienes ocupan los cargos de congresistas y así rescatar la institución.
Entonces, las protestas y los paros, en sí mismos, no producen los cambios sin que medie una ley; pero en el caso del paro que ocurre desde el 28 de abril, el evento ha generado importantes situaciones que hoy caracterizan la coyuntura política presente y que pueden facilitar el cambio desde los organismos del Estado. El paro ha despertado una gran motivación, sensibilización y concientización, sobre la realidad social y económica que afronta el país como consecuencia de las políticas neoliberales reinantes, cuyos efectos se han acumulado durante treinta años con graves perjuicios en la dignidad humana, la integridad familiar y la vida social.
El paro ha despertado el interés por los asuntos políticos del país, mermando la apatía sobre estos temas que tradicionalmente ha existido y que ha llevado al abstencionismo electoral de la mitad de la ciudadanía. Ahora hay más interés en la opinión pública y probablemente habrá mayor participación automotivada en los procesos electorales que se avecinan para el próximo año. Es una novedad que en años anteriores no se observaba, por lo cual el paro se convierte en un paso estratégico de la ruta que debe culminar el día de las elecciones.
Está demostrada la existencia de una gran energía social y de una inquietud generalizada por los asuntos y problemas públicos, lo cual significa la necesidad de implantar mecanismos organizacionales para convertir esta fuerza en un proyecto político que conduzca al manejo de las ramas del poder público, principalmente la legislativa y la ejecutiva. Pero la opinión generalizada de la gente es que hay saturación de los antiguos y viejos esquemas organizacionales inscritos en el seno del régimen político vigente. Se nota que la opinión general quiere cambio, pero se percibe un agotamiento emocional que abre la puerta a espacios diferentes, con ideas novedosas y dirigentes frescos.
La puerta está abierta y la oportunidad creada para el nacimiento de nuevas organizaciones políticas que canalicen la energía social emanada del paro, pero con líderes nuevos que no necesariamente deben ser jóvenes en edad, sino jóvenes en ideas y conductas honestas que, aunque sean mayores, nunca hayan estado activos en los partidos políticos tradicionales. Se necesita una propuesta política que propugne por el desmonte de las políticas neoliberales que tanto daño le han hecho a la comunidad, y que responda de manera consecuente a la necesidad de nuevas opciones políticas.