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Independiente de cómo se quieran juzgar las acciones u omisiones en que haya caído en las últimas semanas el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, cada vez más conocido como JIO por sus iniciales, hay que reconocer que su actitud de haber emitido el decreto del 31 de mayo para agrupar a las distintas barricadas, llamadas Resistencias y Primeras Líneas que desde el 28 de abril ocupaban las calles de Cali, fue un cabezazo con mucha proyección, así haya tenido visos de ilegalidad, como lo acusó la conocida y respetada abogada María del Mar Machado al solicitar y conseguir que el juzgado 16 administrativo suspendiera sus efectos jurídicos, pero nunca sus logros políticos.
JIO llegó a ese 31 de mayo tildado de ladrón por las derechas, de asesino por las barricadas en la mesa de diálogo del coliseo Urrutia, de traidor por sus antiguos militantes del M-19 y de la izquierda universitaria. Pero además, por la forma como manejó la inercia y dejó crecer el paro, llegó a ese día bañado en la absoluta desconfianza de Policía y Ejército y en una situación híbrida ante el presidente Duque y la gobernadora Clara Luz. En otras palabras, las tenía todas en contra y ,en un acto que juzgará la historia, dicta el decreto de marras con el que indudablemente estorbaba el accionar policial y del ejército ordenado por la presidencia, pero se atrevía a convocar a una unidad de los encapuchados integrantes de las barricadas y las resistencias para establecer un diálogo, reconocer sus rostros y nombres e irle buscando salida a la crisis. Probablemente al hacerlo se jugó la posibilidad de liderar un paro y unas barricadas anónimas que no tenían jefe o corrió el peligro de que algún día se le achacara la paternidad real, pero tras bambalinas, de organizar y tolerar cobardemente el paro.
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Como tal resultaría ser el único partido político que hasta ahora ha surgido en Colombia de barricadas y bloqueos
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Sin embargo, leyendo el texto del decreto, uno se convence que es una Proclama para fundar un nuevo partido de izquierda, que llamará sin duda Primera Línea antes que una convocatoria a la subversión. Como tal resultaría ser el único partido político que hasta ahora ha surgido en Colombia de barricadas y bloqueos. Enarbolando sus banderas deberá llegar a las huestes de Petro haciendo olvidar su macrorrechazo popular y volviéndose actor nacional decisivo. Visto así, la proclama resulta entonces inteligente aunque muy riesgosa. Falta ver cómo la desarrolla y como se sobrepone a los calificativos oprobiosos que le gritan en Puerto Resistencia y si resiste con verraquera a los insultos homofóbicos de los francotiradores de Ciudad Jardín que han conseguido que unos y otros canten en coro y a todo pulmón : “ ¡No más la JIO!”