José Luis Rodríguez Zapatero (conocido como Zapatero gracias a esa extraña costumbre ibérica de designar a la gente por su apellido más sonoro) fue el anterior presidente del gobierno español, a quien se le tilda el pecado de no haber tenido el olfato para sentir la llegada de la crisis económica y por tanto no hacer nada para frenar o disminuir sus efectos.
En gran parte verdad, y por ello tal vez perdieron las elecciones en favor del PP de Rajoy.
Con todo, la historia tendrá en favor de Zapatero dos puntos, dos cosas que hizo con tozudez y valentía y fiel a sus creencias políticas y sociales.
La primera es cuando, siendo líder del PSOE y en los últimos días del gobierno de Aznar, al momento de pasar las tropas estadounidenses en el desfile del 12 de octubre por La Castellana, Zapatero no se levanta como sí protocolariamente lo hicieron Aznar y el rey, y se queda sentado en son de protesta por las políticas militaristas gringas y cuando poco después llega al poder, cumple fielmente su promesa electoral y retira sin consultas a todas las tropas españolas afincadas en Irak.
La segunda fue aprobar el matrimonio homosexual, ciegamente y desatendiendo las críticas de la derecha y la Iglesia que gritaban al unísono que el matrimonio es solo entre hombre y mujer, macho y hembra, ¿sí?, y que a quién se le va a ocurrir la salvajada de dejar a un niño, a un inocente bebé bajo la custodia de dos dementes y sucios homosexuales. Vade retro, decían con sapiencia, mientras sacaban de la chistera una nueva definición de matrimonio donde se habla del fin último que se persigue: la procreación, la perpetuación del ser humano. Pero Zapatero, ciego, sordo y mudo sacó adelante el matrimonio (matrimonio, sin sofismas de distracción como unión libre y etc.) homosexual y hoy, habiendo transcurrido varios años de aquello, solo vemos a una sociedad perfectamente amoldada a este concepto de familia que no es el ortodoxo y que ve normal lo que otros ven como pecado mortal.
Todo este tema se recuerda cuando en Colombia se hace presente nuevamente la latente homofobia que vivimos, con sus conceptos excrementales, en donde en los colegios se sigue separando por raro y pervertido al homosexual y se le recomienda una terapia o al menos una charla o consejo, o cuando a una pareja de lesbianas se les concede un hijo biológico de una de ellas y la derecha de siempre liderada por un procurador que confunde códigos con biblias, pide replantear el concepto de familia y vuelven nuevamente con Adán y Eva sin jamás admitir que Adán y Eva y la serpiente del pecado son elementos de la ficción humana.
Sin el ánimo de dramatizar o de llevar las cosas a la insensatez, recordemos que cerca de 80 países condenan penalmente la homosexualidad, llegando a extremos como el presidente de Zimbabue que recientemente dijo que los homosexuales son peores que los perros y los cerdos y en casi toda África el asunto es aterrador gracias en gran parte a la labor evangelizadora de unas Iglesias convencidas de tener la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad, como tanto personaje local.
Falta mucho para que llegue a Colombia alguien con el poder suficiente y a lo Zapatero y de buenas a primeras resuelva el tema y a ver si en diez años vemos a los homosexuales como lo que son: personas comunes y corrientes, con derechos y obligaciones que simplemente eligen, como todos, cómo vivir y con quién.
Pero para esto falta mucho, muchísimo. La derecha cavernaria tiene gran fuerza, demasiada, y no se ve un zapatero capaz de ponerle el calzado a la falsa moral y menos en personajes tan tibios como el presidente o el presidente del Congreso o cualquier ministro o ministra.
Lástima, porque es un tema muy importante.
… Y hablando de…
- Y hablando de este oscurantismo que nos invade y ante el cual la sociedad se limita a ver, pasivamente y sin inmutarse, alarma la decisión de un juez de atender la acción de tutela de un arcaico que considera atentatorio contra la Constitución y el libre albedrío y mil cosas más, una exposición de obras de la artista María Eugenia Trujillo, que dejaba ver vaginas dentro de elementos litúrgicos. Ya el asunto está resuelto, pero todo son alarmas que se prenden.
No sé si el uso del burka en los países islámicos se dio de un día a otro, o todo fue paulatino.
- Se podrá hablar de paramilitarismo y autodefensas sin mencionarse en el debate a la persona del expresidente Uribe.
Tarea difícil la que se le viene al senador Cepeda, la de hablar hablando pero sin hablar. Como con el burka, tapándonos para no ver.