Ha dicho doña María del Pilar Rubio, frente a la controversia generada por la desconvocatoria de su hijo del seleccionado nacional, que James podía ser reemplazable pero nunca repetible.
Como colombiano del común, seguidor de la historia futbolística de la selección nacional, me tomé la tarea de comparar la trayectoria de James con otros destacados futbolistas tanto a nivel nacional como sudamericano.
Encontré que James, al igual que Messi y Neymar, no nacieron con don divino alguno para el balompié. Tampoco ocurrió con Carlos Valderrama, Faustino Asprilla, Freddy Rincón, René Higuita, Mario Alberto Yepes, Iván Ramiro Córdoba, Óscar Córdoba, Víctor Hugo Aristizábal, Radamel Falcao, Edson Arantes do Nascimento y Diego Armando Maradona en el pasado.
Su extraordinaria calidad es producto del esfuerzo y dedicación de muchas horas de práctica con el esférico, y sus espectaculares genialidades en los partidos no han sido más que consecuencia de su permanente preparación y constante entrenamiento.
Los tres han demostrado frustración en el campo de juego cuando los resultados le han sido adversos, al igual que actos de indisciplina para con el director técnico del equipo, lo cual en algunas ocasiones ha afectado el comportamiento colectivo.
Quizá porque les ha quedado difícil asimilar y comprender el adagio deportivo: “los partidos los gana los jugadores y los pierde el director técnico”, no han entendido la gran responsabilidad que éstos tienen para con la afición deportiva local o nacional, según sea el caso.
Ellos, en cambio, sí son conscientes de la obligación que tienen de ejercer con la mayor rigurosidad su tarea. Por eso son tan cuidadosos al diseñar tanto el planteamiento técnico del partido, como escoger a los jugadores para implementarlo, para lo cual tienen en cuenta, obviamente, las condiciones en que se encuentren. De ello depende su éxito o fracaso en la competencia.
El que convoquen a un jugador para integrar un seleccionado nacional, por ejemplo, no le garantiza al escogido su alineación para algún partido. Esta siempre dependerá de la evaluación de sus condiciones físicas emocionales y rendimiento demostrado en los entrenamientos próximos a la competencia, no del que tienen en su historial deportivo, como muchos suelen reclamar.
La poca y controvertida información que se tenía del estado real de James seguramente le generaba duda al cuerpo técnico para decidir si contar o no con él para la competencia que demandada la Copa América 2021.
La mayor evidencia de que sí se le había tenido en cuenta y se quería contar con él para el certamen futbolístico fue su convocatoria y por eso se le pidió venir. Esa fue la oportunidad desaprovechada por James, al no presentarse a la concentración en la fecha que se le señalaba, para disipar cualquier duda al respecto.
Su desatención no le dejó otra opción al cuerpo técnico que la elegida. No venga ahora a decir que se le faltó al respeto, cuando fue él mismo quien dio lugar a su desconvocatoria del seleccionado nacional.
Por muy extraordinaria calidad que tenga, un jugador indisciplinado que antepone sus intereses personales a los de un colectivo no le sirve a un técnico experimentado, profesional y responsable, como lo ha demostrado ser el profesor Reinaldo Rueda a lo largo de su trayectoria como entrenador técnico. Es que de los resultados de la competencia depende la mala o buena medición de su gestión.
Y si, doña María del Pilar, usted tiene razón. Así como James, Messi y Neymar, son reemplazables, quiero decirle que los colombianos aficionados al buen fútbol, que no somos idólatras de jugadores, no queremos, se lo aseguro, su repetición.
En cambio, sí añoramos la de un Carlos Valderrama, un Faustino Asprilla, un Freddy Rincón y un Víctor Hugo Aristizábal.