La monetización de la información, una dictadura real

La monetización de la información, una dictadura real

¿Vale la pena pagar para leer lo mismo en diferente redacción?

Por: Ricardo Ruiz
junio 11, 2021
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La monetización de la información, una dictadura real
Foto: PxHere

Asistimos a la configuración de una horrenda dictadura de los medios de comunicación, el derecho a estar informados ahora depende de la capacidad adquisitiva y la pertenencia a un club de abonados o mal llamados "suscriptores". Informarse antes de la dictadura mediática era un derecho de todos, ahora es un privilegio de pocos.

Es necesario tener una suscripción para tener acceso a saber o informarse sobre lo que los medios de información, ahora cien por ciento digitales, quieren dar a conocer a la ciudadanía que tenga acceso a los aparatos electrónicos y los datos de internet. Si no tiene un dispositivo móvil, computadora o tablet con datos o conexión a internet, simplemente no sabrá lo que sucede en el mundo. Debido a la precaria información que los medios televisivos transmiten, la eliminación gradual de los medios impresos (por obvias razones ecológicas) y la masificación del contenido digital, ahora la información pasó a ser un activo más de los grupos económicos que ostentan el poder.

Bien decía Hobbes en el Leviatán que "quién tiene la información, tiene el poder" para identificar a aquellas facciones de la sociedad que se lucran de la información y coartan la voluntad de la ciudadanía con los espectáculos noticioso que no informan nada. Presenciamos ante nuestros ojos, la formación de un poderoso artilugio de los poderes económicos y políticos para desinformar y desestimular a la sociedad en cuanto a estar informados de lo que sucede en la realidad. Es más sencillo obsequiar datos para que la ciudadanía este "idiotizada" con las redes sociales, como bien decía Abad Faciolince al referirse a estas como la "cloaca de la sociedad". Allí se libra una guerra de desinformación y noticias falsas. Es más fácil acceder a lo falso que a la verdad. Solo basta con leer las estadísticas de consumo de datos per cápita para identificar lo dócil que es la sociedad al estar entrometida en lo banal, lo espureo, lo ridículo y lo fútil de lo que presenta las redes sociales. Definitivamente hay que ser muy "!$!0+@" para invertir el valioso tiempo del día en lo que llaman contenido de las redes, puesto que de contenido nada.

Si la información es poder, estar informado hace al ciudadano poderoso. Debido a que quien maneja el conocimiento tiene capacidad y criterio para evaluar una situación y tomar decisiones en consonancia con la realidad, de esta manera la sociedad se autoestima y se autorregula. Pero ahora, la información quedó secuestrada por el capital de los emporios de los medios. Las dictaduras caen, cuando los ciudadanos dejan de escuchar al dictador; de la misma manera, los medios que venden la información caen, cuando los ciudadanos dejan de leer y suscribirse a esos medios. Atrás quedó aquel modelo social de informar para transformar. El periodista o comunicador social no tiene toda la culpa, pero si es responsable de lo que comunica y dónde lo hace.

Lastimosamente la comunicación social quedó bajo la vanidad de la fama y el reconocimiento público, la publicidad le ganó a la información. Todos quieren ser famosos, reconocidos, ganar premios y estar en salones de la "fama". El sentido de análisis, crítica aguda a los poderosos, educación social y estímulo al pensamiento analítico se esfumó detrás de la vanidad del ser reconocido. Bien dijo Salomón (el rey) "Mejor es la buena fama que el buen perfume". Pero este periodista actual escogió el perfume. La formación de una sociedad depende de lo que se comunica, informa y enseña, y en este tiempo de hiperinformación, no se enseña nada. Un comunicador es responsable del mensaje; y cobrar para obtener ese mensaje es mercantilismo puro. Es considerar a la sociedad como una fuente de riquezas y ganancias obtenidas con la desinformación y la ignorancia del pueblo. Por esto, se produce tanto enojo al encontrarse con los bloqueos a noticias actuales, que deberían ser parte de las funciones sociales que cumplen los medios masivos de comunicación. Casi todos entraron en la onda de cobrar por informar. Lo curioso es que si se utiliza la misma red para identificar la fuente, en su gran mayoría proviene de la misma, grupos más fuertes a nivel mundial que reciben, recopilan, filtran, clasifican y difunden lo que quieren y favorece a unos cuantos poderes mundiales. Usando algunas herramientas de análisis de datos, es fácil identificar que todos los medios que cobran por leer noticias, presentan la misma información, pero ajustada a su línea editorial, pero no es más que una repetición de lo mismo. Entonces deberíamos preguntarnos: ¿vale la pena pagar para leer lo mismo en diferente redacción?

Ahora es cuando la nueva generación que nació conectada a la red mundial de datos debe despertar y estremecer la sociedad. Es una enorme oportunidad para que los jóvenes comunicadores, puedan crear sus medios de información independientes, críticos, sustentados en la verdad y objetivos en sus análisis, ahora es cuando pueden hacer que la sociedad esté realmente informada de lo que es la realidad que la circunda. La nueva generación debería decir, ¡Basta ya! Y hastiarse de tener la cabeza inclinada a la esclavitud de las redes sociales. Hoy es la oportunidad para que las nuevas generaciones se apropien de su siglo, y hagan caer dictaduras, "influencers" de nada, youtubers que solo crean contenido vacío, "tiktokers" que en 60 segundos solo causan vergüenza por su capacidad de hacer nada. Si la nueva generación no despierta y se pone "en línea" con la realidad, tendrá que pagar por vivir en un país no solo sin educación, sino también sin información.

Es triste ver cómo la sociedad celebra la "estupidez humana", realmente es paradójico que se le dé "like" a lo malo y vacío y "dislike" a lo bueno y productivo. Solo basta mirar los millones de seguidores que tienen personajes que solo entretienen y sumen a la sociedad en el juego de la risa por la ridiculez. Una cosa es el humor y la gracia, otra, celebrar lo banal. Se exhiben con millones de dólares ganados por producir basura mediática, destruyen la moral social con sus "bromas" que cuestan millones solo para tener más "borregos" que los sigan, que les celebren la idiotez. Es hora de no seguir lo que no vale ni produce cambios, y eso incluye la televisión y las aplicaciones que cobran por la información. Es irreal que una noticia sensible deba ser cobrada por un medio.

La sociedad más avanzada en tecnología, respeta la información, pero resulta ser que está sociedad se volvió tan dócil que ya no piensa ni razona, solo repite lo que postean los medios de noticias falsas, retuitea algo que no le consta, le da me gusta a la ignominia, rechaza la verdad, no cuestiona la información, bebe de aguas turbias y se alimenta con pan artificial. Es una sociedad quebrada con algo de dinero, solo unas pocas monedas, solo eso tiene, dinero; porque solo vive para conseguir algo económico, por eso cree en flautistas, sigue magos y escucha cuenteros. Se deja obnubilar con estrellas sin brillo, personajes fabricados a la medida para creer lo que no existe. Solo basta con mirar cuántos seguidores tiene un YouTuber que estrella un automóvil de millones solo para hacer creer que no le importa lo material, y las agencias de publicidad corren a pautar en sus videos, porque su audiencia es millonaria. Pero analicen cuántos seguidores tiene un productor de contenido de calidad que informa y forma con veracidad y sensibilidad social. He ahí la cuestión de por qué tenemos está sociedad, porque es la que creamos. Como dijo Leibniz, el mejor de los mundos posibles, es el que creamos. No hay más para adelante.

Algún día despertaremos y estaremos en otro mundo. Un mundo de verdad y compasión. Termino citando a un maestro Judío del siglo I, Jesús de Nazareth (4 a.C - 33 d.C) cuando hablando con una mujer de Samaria debatían sobre la verdad, y le dijo que venía la hora y ahora era cuando las personas buscarían el espíritu de la verdad (contextualización propia). Adoración es respeto, y cuando una sociedad no respeta la verdad, no tiene lugar para adorar. Jesús dijo, "Dios busca adoradores, que lo adoren en el Espíritu y en la Verdad, tales adoradores busca que lo adoren". Es muy profundo ese axioma, puesto que para adorar algo hay que conocerlo de verdad. Cuando no hay conocimiento, no hay verdad, y donde no hay verdad gobiernan el caos y la miseria.

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