A los seis meses de nacido al Turco Hassam en Barranquilla, su mamá lo llevó devuelta al Líbano, la ciudad donde ella había nacido y donde estaban sus raíces; la tierra de sus ancestros, para que aprendiera a ser lo que su sangre le mandaba debía ser. Para que le marcara el carácter.
A los quince años, enloquecido por la ofensiva israelita contra Palestina, quiso unirse a la resistencia de este país. Impulsivo emprendió su viaje. . Después de cinco días de andar a pie, con los zapatos destruidos por la inclemencia del desierto del norte de África, su familia lo encontró. El castigo fue devolverlo a América del Sur. Entonces no salió más.
En el año de la pandemia este comerciante de cincuenta años, que vive de unas controvertidas exportaciones, se hizo famoso repartiendo ayudas a los pobres y, por supuesto, divulgando sus obras de caridad por redes sociales como el más populista de los políticos:
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En Tarima, el empresario usa un megáfono y usa su polémico estribillo: “no nos crean maricas”. Siempre está acompañado de un grupo de jóvenes de los barrios más humildes, incluso habitantes de invasiones, de gente sin techo que lo siguen y repiten el provocador slogan “no nos crean maricas” como si fuera el mantra de una religión.
El 20 de marzo del 2020, el mismo día que se decretó la cuarentena nacional, fue el debut oficial del Turco Hassam en las redes. En ese momento dos policías llevaban a dos habitantes de calle que habían sido detenidos por intentar robar comida. La reacción del empresario fue ir a su casa, en el barrio El Prado, desocupar las despensas de su cocina y en dos costales entregarles todos los alimentos que tenía a los más pobres.
Desde entonces cerca de 300 habitantes de calle lo esperan frente a su casa, siempre pidiéndole comida. Lo acompañan por donde se desplace on prácticamente sus guardaespaldas, una especie de guardia pretoriana que lo sigue a todas partes. Pero no solo busca ser considerado por los humildes sino que trata de ser aceptado por personas reconocidas como Alex Saab y su familia, pero especialmente su papá Luis Saab, a quien el turco visistaba antes de que el Covid se lo llevara.
A su funeral el pasado 29 de abril del 2021, el Turco se aseguró de hacerle llegar la más grande de las coronas conmemorativas. Por intermedio de Luis Saab el Turco se hizo amigo de altos mandos de la policía barranquillera, quienes han sido vitales para sacarlo de la cárcel las seis veces que ha estado.
Y sin embargo el Turco se asimila a las quejas de la gente por las actuaciones de la policía y no duda en provocarla y humillarla, siempre protegido por su ejército de muchachos desarrapados que lo acompaña y lo sigue como ocurrió con el caótico episodio del partido de futbol entre Junior y River Plate.
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Llegó con su gente a las afueras del estadio Romelio Martínez el pasado 13 de diciembre con un inesperado plan que terminó catastrófico no solo para el futbol sino para toda Colombia. Lideró con sus ejército de odedientes seguidores las protestas que empañaron el encuentro por la Copa Libertadores entre Junior vs River Plate. Aunque la protesta contó con la barra brava del Junior, fue el Turco con su gente, los protagonistas de los ataques a locales e incluso tratando de derribar monumentos de la ciudad. El escándalo fue mayúsculo cuando los gases del Esmad entraron al Romelio Martínez y afectaron el entrenamiento del equipo argentino.
El próximo martes 8 de junio la selección Argentina se enfrentará a la de Colombia en Barranquilla. La Federación Colombiana de Fútbol habilitó 10 mil entradas y, desde ya, se disponen todas las medidas de seguridad para que los manifestantes no lleguen al Metropolitano, algo que esta vez no será tan fácil para el Turco Hassam porque este se encuentra situado en el municipio de Soledad en donde es más fácil de controlar los accesos al estadio. Sin embargo con su espíritu temerario no tendría inconveniente en hacerse volver a detener, y por octava vez, si se le brinca la oportunidad. Será la ocasión de hacer oir sus arengas populistas y de hacerse notar como un provocador que enfrente a todas las formas de poder. Esta vez Barranquilla y sus autoridades están advertidas.