El concepto de desarrollo sostenible se plantea en el año 1987 por la ONU en un documento llamado Our commom future y se define como aquel que satisface las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras. En otras palabras, poder vivir de forma digna y que en un futuro esa calidad de vida mejore, sonando bastante utópico, es un concepto bastante complejo que se enmarca dentro de tres ejes fundamentales inherentes a la humanidad, el aspecto social, económico y por supuesto el ambiental. En un principio se plantea que un enlace de estos tres campos de acción da como resultado el tan anhelado desarrollo sostenible, sin embargo, hay autores que enfatizan que la economía se desarrolla dentro de la sociedad y a su vez, esta, se desarrolla dentro del ambiente, por tanto hay que escalonar la acciones a tomar teniendo en cuenta este orden.
En el año 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, en la cual, Colombia es partícipe, fijándose metas de 15 años para implementar estrategias que permitan alcanzar los 17 objetivos propuestos en este tratado. Anticipándose a esto, el gobierno colombiano en el año 2011, transformó el ministerio de medio ambiente en el ministerio de medio ambiente y desarrollo sostenible, en el cual, solo tiene de sostenible el nombre. Para el gobierno colombiano, que al parecer no ha comprendido el planteamiento de la ONU, el desarrollo sostenible se enmarca únicamente en el aspecto ambiental y por esto, se le ha destinado su implementación a un ministerio que solo tiene poder de decisión sobre este eje, dejando el aspecto social y económico fuera del mismo. Sin mencionar que las decisiones que se toman en este ministerio están bajo la presión de intereses económicos.
Ante esta situación, Colombia no posee una estrategia clara frente al pacto adquirido de dar cumplimiento a los objetivos del desarrollo sostenible. Hoy, ya casi a medio camino para mostrar los resultados prometidos en el 2015, la protesta social del pueblo colombiano muestra la negligencia que ha tenido el gobierno nacional durante diferentes mandatos. Un claro ejemplo de esto es que en La Guajira, departamento que cuenta con la mina de carbón más grande del mundo, los niños de diferentes comunidades mueren de hambre y sed. Pero no hay que ser tan ajenos y repetitivos en estos temas, al día de hoy más del cuarenta por ciento de la población colombiana se cataloga como pobre, cifra alcanzada desde antes del inicio de las protestas, nos encontramos en el puesto 92 de los países con más desigualdad de género, niños en diferentes zonas rurales ponen en riesgo sus vidas para poder obtener algo de educación, y este riesgo no es causado por el conflicto armado, es causado por la precariedad de las rutas que deben tomar para llegar a su destino. Comunidades negras que ven cómo ingresan la mayor parte de bienes importados se enfrentan a un índice de pobreza del más del 60%.
A pesar de no tener claro cómo implementar de una forma general el concepto de desarrollo sostenible, el gobierno colombiano sí ha implementado estrategias que promueven el cumplimiento de algunos de sus objetivos. Como es el caso de la disminución del hambre en Colombia, ya que se han diseñado programas bien estructurados y con un enfoque claro, sin embargo, se ha visto como al momento de su cumplimiento deja mucho que desear, los fondos no llegan a convertirse en comida dentro del PAE y se quedan en los bolsillos de algunos... hablando de uno de los 92 países más corruptos del mundo y llegando a un índice del 5,5% en desnutrición donde los niños menores de 5 años son los más perjudicados.
En otros casos no somos tan afortunados, ya que si hablamos del acceso a la salud, que es otro de los objetivos, el país se acaba de salvar de una reforma en la que el objetivo principal era fragmentar el servicio de salud a regiones y quitándole responsabilidades a las IPS, esto con el precedente que en abril de 2019 el Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible y el Seguimiento Regional de la Agenda 2030, dio como recomendación en su informe, que la vía para reducir las desigualdades en materia de salud es avanzar en la universalización de la cobertura y del acceso a servicios de calidad. Recomendación bastante difícil de implementar en el segundo país con más desigualdad en América Latina y el séptimo a nivel mundial, según el Banco Mundial.
Analizando cada uno de los 17 objetivos del desarrollo sostenible, Colombia tiene los recursos para gestionar su cumplimiento. Para esto, también debe tomar dicha propuesta como base de gobierno y no dejarla únicamente en el nombre de uno los ministerios menos importantes para el Estado, comprendiendo que toda actividad económica se da dentro de una sociedad y a su vez, esta se desarrolla haciendo uso de recursos naturales, cambiando la mentalidad que el progreso de un país se mide únicamente con el PIB. Colombia necesita un cambio profundo, pero no se habla de una asamblea constituyente (nuestra constitución está muy bien redactada, lo que se necesita es que se cumpla), sino en la mentalidad de las personas que asumen cargos estatales para que entiendan que el progreso está en sus manos. Necesitamos dirigentes altruistas que vean al pueblo como personas y no como un bien que administrar para intereses personales.
