Conocidas como operaciones de falsa bandera, son estrategias usadas en algún momento por gobiernos y organizaciones, diseñadas para inculpar a otros grupos políticos o movilizaciones sociales. De ahí la importancia de entender los contextos.
No solo se trata de encontrar un edificio humeante, también es necesario encontrar a los extremistas sosteniendo el artefacto incendiario en sus manos, de lo contrario, existe un alto riesgo de señalar a inocentes. Hay que reconocer las prácticas de las fuerzas en conflicto, las coincidencias, los repertorios de acción, los hechos previos, el discurso de los actores, ampliar el panorama más allá de las evidencias circunstanciales.
Recordemos este mentado caso:
Marinus van der Lubbe, un joven comunista desempleado, fue detenido en los alrededores del Reichstag Alemán cuando este fue incendiado, y tras ser torturado fue condenado a muerte. Hitler utilizó el incendio como arma propagandística contra el comunismo, este hecho fue una de las herramientas clave del régimen nazi para consolidar su influencia política. Hay múltiples teorías sobre este evento, más allá de ellas, fue el pretexto para suprimir derechos, perseguir a opositores e imponer un régimen totalitario.
Como esta, hay cientos de investigaciones que señalan la dudosa responsabilidad de algunos grupos en este tipo de sucesos, orquestados para deslegitimar al oponente y obtener una ventaja estratégica, mediante la gestación de ideas cuestionables para la mayoría, especialmente replicadas y enfatizadas por los medios de comunicación y un elaborado ejercicio propagandístico que logra implementar ideas radicales y generar controversia sobre la legitima movilización ciudadana, justificando la represión hacia esta.
Un ejemplo histórico es el de Nerón incendiado Roma para luego erigir su gran palacio, mientras acusaba a los cristianos del desastre alejando de sí las sospechas.
En septiembre de 1931 tuvo lugar el incidente de Mukden, cuando una parte del ferrocarril que construía una empresa japonesa fue dinamitada supuestamente por oficiales chinos, al poco tiempo, Japón reclamó el secuestro de uno de sus soldados, dando inicio a la invasión japonesa de Manchuria.
Se dice que la Operación Northwoods planeada en 1962 por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos era una excusa para una posible invasión de Cuba, la cual involucraba sabotajes simulados a bases, para culpar a la isla, esta operación no fue aprobada por el Secretario de Defensa, Mc Namara ni por el presidente Kennedy.
Las técnicas usadas en las operaciones de falsa bandera varían según la motivación y el objetivo que se busca. Abarcan desde difundir falsas declaraciones de autoría, ciberataques, hasta emular técnicas e incluso el discurso y lenguaje de grupos repudiados por la sociedad o convertidos estratégicamente en el enemigo a vencer. De esta forma, la movilización social se empaña y deslegitima, engañando a la comunidad sobre quién es responsable y cuáles son sus verdaderos objetivos. Esta elaborada estrategia está destinada a inculpar a los oponentes y permitir que los verdaderos agresores afirmen ser víctimas.
Los atacantes pueden pretender camuflarse entre las manifestaciones pacíficas, lucir igual que los manifestantes y generar caos, respaldados en intereses completamente diferentes que van más allá del simple intento sigiloso de ocultar su identidad.
Es importante que tanto quienes protestan pacíficamente, como aquellos que comparten información por diversos medios, identifiquen y desmientan las noticias falsas que circulan en redes, presentando pruebas ante los organismos correspondientes y a la comunidad en general, toda vez que son una forma de generar terror, estigmatizar la movilización y reforzar el poder de un grupo sobre el otro. La discusión social y política debería ser un escenario de confrontación argumentada, propositiva y de búsqueda de salidas que beneficien a todos. Pero el poder es poder y desafortunadamente la historia ha demostrado que en su afán por mantenerlo cualquier estrategia tiene cabida.