Reducir la bipolaridad, una estrategia electoral para el Pacto Histórico

Reducir la bipolaridad, una estrategia electoral para el Pacto Histórico

Para mermar la bipolaridad electoral que tanto atormenta a Petro, hay tres pasos que puede implementar. Una mirada

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
mayo 28, 2021
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Reducir la bipolaridad, una estrategia electoral para el Pacto Histórico
Foto: Twitter @Registraduria

A Petro lo atormenta algo que él mismo ha llamado la “bipolaridad del elector”. A diferencia de 2018, su apuesta de cara al 2022 se estructura desde dos ángulos: alcanzar mayorías en el Congreso y convertirse en el eje de una coalición que gané en primera vuelta. Por eso, alcanzar mayorías en el Congreso en las elecciones del 13 de marzo se convertirá en el primer round en ese objetivo central de ganar en primera vuelta el 29 de mayo. Si Petro logra equilibrar los niveles de equivalencia entre su votación personal con la votación de las listas a Cámara y Senado del Pacto Histórico, reduciendo sustancialmente la dispersión o la bipolaridad del elector, podría ingresar una bancada grandísima. Tal vez, la más grande desde la reforma política de 2003.

Por ejemplo, si hipotéticamente la lista al Senado obtiene 4.859.969 votos (su votación en la primera vuelta de 2018), fácilmente podría ingresar entre 33 a 35 senadores (un 35% de la Cámara). ¿Se podría lograr tal nivel de equivalencia entre una votación y otra?

Hasta cierto punto y sobre la base de una estrategia muy efectiva, considero que es viable. Pero antes quisiera precisar unos puntos.

¿Qué es la bipolaridad electoral?

No es una categoría desarrollada en los estudios electorales o de Ciencia Política. Es más, solo se la he escuchado a Petro y eso que a veces la cambia por “esquizofrenia electoral”. Más allá de las definiciones, el concepto hace referencia a la poca equivalencia entre las votaciones de un proyecto político en una misma jornada electoral, especialmente entre la votación de las listas al Congreso con la votación del candidato presidencial. Para ilustrar, en las elecciones legislativas de 2018, Petro se midió en una consulta interpartidista contra Carlos Caicedo y alcanzó 2.858.731 votos (así también superó a Carlos Gaviria quien ostentaba la votación más alta alcanzada por un dirigente de izquierda con 2.613.157 votos en 2006); sin embargo, su lista al Senado articulada en torno a la Coalición de la Decencia solo alcanzó 519.262 votos. ¿Qué pasó con los otros 2.339.469 votos?, ¿por qué quienes votaron por Petro no lo hicieron masivamente por su lista al Senado?

Son preguntas que subyacen a la preocupación de Petro y que le dan forma al objetivo central de su estrategia al Congreso de cara al 2022: equilibrar las votaciones y reducir la bipolaridad electoral. ¿Cómo lograrlo?

Cuestión de enfoque

En 2018 a Petro le favoreció que la centro-izquierda no se midió en una consulta interpartidista y que Caicedo apenas despuntaba como dirigente nacional. Así, se convirtió en el único candidato alternativo ganador en esa especie de previa a la primera vuelta y eso le resultó fundamental para llegar fijo a la segunda vuelta. Pero la campaña de sus listas al Congreso se sintió más floja; poco articulada con su aspiración presidencial y sin estrategia de impulso. A veces, parecía como si a Petro poco le importara el futuro de sus candidatos a Cámara y Senado, todo el fenómeno electoral se concentró en su persona y no se aprovechó para plantear una estrategia de “endoso” a las listas. El todo o nada era por la presidencia, pero esto fue un grave error, pues es una realidad objetiva que, sin una coalición mayoritaria en el Congreso, un presidente se suele ver “atado de manos”. En eso influyó que las listas fueran abiertas con voto preferente; el poco tiempo que se tuvo para conformarlas y revisar el perfil de los candidatos; así como la poca pedagogía sobre la importancia de renovar el Congreso.

Deben ser lecciones aprendidas para que la historia no se repita en el 2022.

Cuestión de estrategia

Si Petro quiere obtener una alta votación con sus listas al Congreso y reducir la bipolaridad electoral, le sugiero los siguientes elementos constitutivos para diseñar una estrategia (algo que creo ya sabe muy bien).

-Lista cerradas, paritarias y vuelvo a repetir: ¡cerradas!

Si la intención es mover un voto de opinión a las listas al Congreso y endosarles un alto porcentaje de su votación, estas deben ser completamente cerradas. Así, le resultará más estratégico al Pacto Histórico y al mismo Petro posicionar una narrativa transformadora y disruptiva en torno a un logo; un mensaje emocional o simplemente una imagen. Solo se haría campaña y se votaría por el logo, por nada más. Durante los meses de campaña Petro se convertiría en ese logo y su principal tarea consistirá en lograr que los ciudadanos que vayan a votar al Congreso lo identifiquen como tal al momento de marcar el tarjetón. Deberán sentir que al macar el logo estarán votando nuevamente por Petro. Obvio que las estructuras territoriales y partidistas del Pacto Histórico deberán hacer campaña, pero será más programática y orientada a posicionar el logo en múltiples niveles.

Además, las listas deben ser paritarias para asegurar la representación de las mujeres y sí o sí Petro se deberá medir en una consulta interpartidista ese 13 de marzo (así sea contra él mismo), es claro que la ganará, pero esa consulta resultará clave para generar el “efecto arrastre” deseado y que se reduzca, en gran medida, la bipolaridad electoral.

- ¿Y el voto preferente no resultaría más estratégico?

No. El lío con voto preferente en una elección al Congreso se encuentra en que reduce las posibilidades de construir una sola narrativa; sencilla, directa y concreta. Su mal se origina en que de entrada fragmenta la unidad programática de un proyecto político en infinidad de microempresas electorales, con motivaciones similares, pero diferenciadas, pues implica ver decenas de candidatos bajo lógicas específicas y no concurriendo al posicionamiento de un solo mensaje. Igualmente, el candidato presidencial se debe “desintegrar” para tomarse la foto con todos los aspirantes; recorrer territorios diversos y mediar entre egos desbordados. Sin duda, resulta más agotador, costoso y desgastante. Tampoco se puede subestimar la capacidad de Petro para construir imágenes sencillas y potentes que arrastren opinión; un ejemplo se encuentra en el aguacate. Nadie duda que tras la campaña de 2018 el aguacate identifica como ninguna otra imagen a Colombia Humana, ¿y quién en el país no conoce un aguacate?

Si la estrategia consiste en impulsar las listas al Congreso en directa equivalencia con la votación de opinión de Petro, se debe descartar el voto preferente, encontrar un mecanismo democrático para seleccionar los candidatos que integrarán las listas cerradas y que todos empujen el mismo coche: convertir el logo en un auténtico fenómeno electoral.

-Un logo sencillo, entendible y potente

Con fortuna, Petro tiene el don de la oratoria que le permite traducir temas de altísima complejidad a un lenguaje sencillo y seductor. De esa forma, se debe diseñar el programa único de todas las listas del Pacto Histórico a Cámara y Senado. Deben ser propuestas sólidas y estructuradas, pero con la virtud de que deben ser entendibles por cualquier colombiano. No hay que olvidar que Colombia es un país con poca cultura política y que al momento de posicionar un mensaje no se debe proponer como si fuera para académicos o expertos.

Vuelvo al logo, debe ser potente, impactante y sensible. El aguacate o las abejas funcionaron bien en 2018. Con el logo se debe moldear una narrativa incluyente y un mensaje de fácil recordación que pueda ser asimilado por cualquier colombiano. Que cuando lo vea lo relacione inmediatamente con el perfil de Petro y el programa al Congreso del Pacto Histórico. Sí, sé que implicará personalizar en exceso la campaña al Congreso, pero sí de reducir la bipolaridad electoral se trata, resulta necesario establecer ese nivel de identificación.

Es fundamental que cuando el ciudadano tenga los tres tarjetones el 13 de marzo, el de la consulta interpartidista, el de Cámara y el de Senado, tenga claro y este convencido que votará por Petro no una, sino tres veces; y que, al votar por el logo del Pacto Histórico a Cámara y Senado, está volviendo a refrendar su voto por Petro.

En síntesis, la clave para reducir esa bipolaridad electoral que tanto atormenta a Petro se encuentra en tres pasos: conformar listas cerradas y paritarias; construir un logo potente, sencillo y de fácil identificación (transformar a Petro en una imagen); y participar en una consulta interpartidista bajo la estrategia de efecto arrastre. Así, la elección al Congreso también se podría convertir en un fenómeno de opinión (y no solo la presidencial), con la ventaja de que todos los partidos y movimientos del Pacto Histórico tendrían representación. Si el objetivo en ese primer round consiste en ingresar la bancada más grande de la historia, ningún movimiento del Pacto Histórico se puede quedar por fuera. Pues si de reducir la bipolaridad electoral se trata, Petro tiene el papel más importante, pero no puede estar solo en esa tarea. El tiempo corre para tomar decisiones y delinear una estrategia.

Todavía estamos a tiempo para que la bipolaridad no se convierta en esquizofrenia.

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