Duele decirlo, pero el paro fracasó

Duele decirlo, pero el paro fracasó

¿Por qué? Porque los que protestaron con razón y de buena fe, y buscaban un cambio de ruta en el país, fueron desplazados por una minoría anárquica.

Por: David Fernández
mayo 27, 2021
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Duele decirlo, pero el paro fracasó
Foto: Las2orillas /Leonel Cordero

Así como hay golpes de Estado y manifestaciones revolucionarias que terminan en la alcantarilla de la historia, también hay paros y protestas que terminan en un rotundo fracaso. El hecho de que grandes multitudes se movilicen y logren amedrentar y acorralar a un Estado no garantiza que están ganando la batalla. Eso se llama la estupidez de la victoria. La duración tampoco es un factor de éxito: es un elemento que desestabiliza y permite que el desespero se apodere de los gobernados. Las discusiones prolongadas también son inútiles, pues, se vuelven en contra de sus protagonistas como un boomerang. Ya lo vivimos con el proceso de paz, que era un clamor nacional, pero que terminó aburriendo a la sociedad, hasta el punto de que ésta lo rechazó mediante referendo.

Por otra parte, los paros, las protestas y las grandes movilizaciones, pueden llegar a degradarse. De una legítima preocupación por inequívocas inequidades e injusticias, se puede pasar fácilmente a otras aventuras que adulteran los propósitos iniciales. Como cuando se busca derrocar a un gobierno con métodos parecidos a un golpe de Estado; o cuando se tolera la destrucción, el saqueo y el bloqueo como vías aceptables de oposición; o cuando nos rasgamos las vestiduras cuando es agredido injustamente un pacifico protestante, pero nos hacemos los pendejos cuando un vándalo tira una bomba molotov con la intención dolosa de quemar vivo a un agente del orden. O cuando se impide que la población por la cual se lucha, pueda alimentarse. O, lo que es peor, cuando se impide con barricadas, el paso de una ambulancia que lleva una niña, y luego, cuando muere, la jefe de prensa de Petro, María Antonia Pardo, diga, sin que le tiemble el labio, que “el bebé igual habría muerto”. ¿Se imaginan ustedes si un piquete de policías no permite el paso urgente de una ambulancia que lleva un niño enfermo de gravedad? Hoy estaría ese niño como el símbolo de la resistencia en Colombia. Ya estaría su imagen con el eslogan “todos somos juanito”. Y todo el mundo en sus redes sociales con la foto del niño. Y la ONU hubiese pedido explicaciones. Y la señora Audrey Azoulay, encargada de la niñez en la Unesco, habría puesto el grito en el cielo. Pero esa reacción no la hubo con la niña que murió por culpa de unos manifestantes, porque hay grados de espanto y jerarquía de muertos. Si decimos que “en Colombia nos están matando”, tengan el mismo coraje para decir que hay inocentes que los están matando algunos insensibles protestantes que se atraviesan como vaca muerta. Si hay madres que se ponen en las marchas, “en primera línea”, ¿cuál sería la reacción si mañana salen madres de policías a protestar también en primera línea? ¿En dónde queda, preguntó yo, el mandato constitucional de los intereses superiores de la niñez? (Sentencia T-012 de 2012, M. P. Jorge Iván Palacio Palacio).

Un paro fracasa cuando no hay interlocutores, sino unos personajes que no representan a nadie, que nadie los conoce, que salen de las catacumbas, que jamás han tenido un liderazgo en la comunidad, y que se autopostulan como voceros de quienes protestan, pero que esconden sus intereses, no políticos, sino de almas carroñeras que buscan crear las condiciones para derribar a un gobierno y después aparecer en la foto como los grandes héroes de la nación. Algo parecido pasó en Egipto con la Primavera Árabe. Un deseo real de cambio terminó dándole el poder a una organización extremista: los hermanos musulmanes, en cabeza de un hombre aparentemente moderado y muy querido, incluso por quienes no pertenecían a esa organización, Mohammed Morsi, el cual subió al poder y resultó peor que la enfermedad.

El paro fracasó porque dividió y no unió a la nación. El paro fracasó porque fue cooptado por intereses politiqueros. El paro fracasó porque ya hay marchas en sentido contrario. Y en medio de esa fragmentación, los que protestaron con razón y de buena fe, y buscaban un cambio de ruta en el país, fueron desplazados por una minoría anárquica. Por una minoría miope y sin razón que se pavonea pensando que sus bravuconadas las compartimos todos.

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